Ni 'Patria' ni 'Antidisturbios' ni 'Veneno': la serie del año no existe
¿Cuántas ficciones con esa etiqueta nos tenemos que comer para darnos cuenta?
Las series españolas del otoño han reavivado el debate. A medida que se han ido estrenando, Veneno, Patria y Antidisturbios se han ganado los elogios de espectadores y críticos. Todas ellas han sido calificadas como ‘la serie del año’. Ni la una ni la otra. La serie del año no existe. “Es un elemento de venta. Todo el mundo lucha por colocar su producto en el escaparate y justo ahora han coincido tres que acaparan mucho foco”, reconoce Iñaki González, director de contenidos de Alea Media, la productora de Patria.
El fenómeno es comparable a la euforia que despierta el fútbol. Las series generan un sentimiento de pertenencia a un colectivo, y eso alimenta el debate. A eso hay que sumar el exceso de proyección mediática y de interés comercial. “Ya pasaba hace años con los partidos del Real Madrid de Mourinho contra el F.C. Barcelona de Guardiola. Había un clásico del año cada semana”, bromea González.
A estas alturas, con la cantidad de producciones que hay, la etiqueta de serie del año ha perdido todo el sentido, porque las hay para todo tipo de público. Pero la coletilla ha tomado relevancia por la buena salud de la ficción española. “Cada dos meses aparece una serie del año porque ahora se hacen series españolas muy buenas y eso hace que lo veamos más de cerca y podamos debatir más”, explica Laia Portaceli, del programa La Script (Movistar+).
Uno de los protagonistas de esas series, Raúl Prieto (Antidisturbios) también le encuentra esa explicación: “Somos más exigentes porque empezamos a aceptar que somos capaces de hacerlo tan bien en España como fuera. Siempre nos ha perseguido el término ‘españolada’, pero ahora nos vemos capaces”.
Y entre tanta capacidad de hacer producciones de nivel, hay que cribar, porque es imposible verlo todo. La burbuja de contenidos se hincha cada vez más.
Por eso, “lo de serie del año es una manera de decir que una ficción es imprescindible, que hay que verla y no se puede dejar pasar entre catálogos tan grandes. Hay unos niveles de calidad más o menos objetivos, pero luego hay mucha variedad que facilita que cualquiera hable de una ficción como la serie del año (porque le haya gustado)”, reconoce Portaceli.
El valor añadido
La hipérbole carece de sentido. Que una serie sea buena no sólo depende de su calidad, requiere también su valor añadido, de lo que aporta en función, por ejemplo, del momento en el que llega al público.
Veneno: Es un homenaje a un personaje denostado que reivindica a un colectivo; además sus directores, Los Javis, tienen mucha proyección. Durante una época, los personajes trans en las ficciones eran objeto de broma. “Ha conseguido derribar juicios y que mucha gente distinta esté hablando de ella. Que trate un tema tan marginal y llegue a tantos es su mérito”, aporta la crítica de La Script.
Antidisturbios: esta serie es puro Sorogoyen, un trabajo de autor en el que plasma lo que más le interesa, que todos nos podemos corromper. “Es la cara B de la Policía, aunque no tenga por qué ser representativa”, aclara Portaceli.
Patria: está cargada de significado, de historia y de sentimientos encontrados. Además, está construida sobre el best seller de Fernando Aramburu. “Había muchas expectativas y eso es un arma de doble filo. Se ha abordado esa la adaptación sabiendo de lo que se está hablando y el resultado ha sido muy digno. Lo aúna todo por el calado histórico, el tratamiento narrativo y dramático y la riqueza de personajes”, explica Iñaki González.
Las expectativas de las que habla González se extienden cada vez más a todas las producciones. El espectador es mucho más exigente. Según Raúl Prieto, “algo se está moviendo en la forma de contar la ficción y ya no nos conformamos con cualquier cosa”. El actor de Antidisturbios lamenta, por otro lado, que se hable de la serie del año como si se tuviese que establecer un ranking en lugar de disfrutar sin más de la variedad y la calidad.
Esa exigencia y esa inabarcable cantidad de contenidos hace también que se pierda la perspectiva y que todo parezca o muy bueno o muy malo. “Hay gente que piensa que todo es muy mediocre y que ya todo nos parece bien y gente que piensa que se están haciendo cosas buenas. Sí, nos hemos vuelto muy exigentes”, señala la crítica de La Script.
La cara A de que haya tantas series del año es que se están haciendo buenas producciones y la cara B es que no da tiempo a saborearlas. Además, acceder a todos los capítulos de golpe hace que caigan pronto en el olvido. “Hay tanto overbooking y se hacen tantos maratones que dos semanas después de terminar una serie te parece que hace dos años que se estrenó, o ya no te acuerdas de ella”, apunta Laia Portacelli. El riesgo está en que dentro de cinco años nadie recuerde ‘la serie del año’ de 2020.
Según la periodista, “para eso están también los premios”. “Si revisas los Emmy de hace años te sorprendes... Además, hay casos muy representativos: con lo que fue Homeland y se ha ido por la puerta de atrás, porque en esta época ya no tenía casi hueco por la cantidad de oferta. Dentro de 10 años nos tendremos que fijar en quién ganó el Emmy en 2020 o en qué autores crearon tendencia”, añade.
Lo que no quiere olvidar Portaceli es mencionar producciones españolas que también merecen la etiqueta de serie del año: El Ministerio del Tiempo “ha hecho historia por el fenómeno fan, por ser transmedia y por llegar a públicos distintos, aunque en 2020 se quedó más difuminado; Luimelia es una gran comedia con un formato distinto, pero es una propuesta pequeña, y Señoras del (h) AMPA es una gran serie, aunque cuando hay mucho protagonista femenino cuesta mucho que se reconozca”.
La serie del año, reconoce González, es “marca y fenómeno”. Sin embargo, Raúl Prieto no se resiste a decir que él sí tiene la suya... Antidisturbios. Muy predecible.