Netflix, Rosalía o Instagram: así son las clases de Cristian Olivé, 'el profesor rebelde' del siglo XXI
Este docente catalán también le pone deberes a Pedro Sánchez.
De primeras, mezclar en clase Netflix, Rosalía, Juego de tronos, Instagram o Youtube con alumnos de 12, 13 o 14 años puede parecer un coctel explosivo mortal, pero nada más lejos de la realidad. Cristian Olivé, un profesor de Lengua y Literatura de un instituto de Barcelona, puede dar buena cuenta de ello.
Este docente catalán de 33 años acaba de publicar su libro Profes rebeldes con el que defiende un sistema educativo que rompa con los esquemas de la docencia más tradicional.
Su intención, como asegura a El HuffPost, es situar a “los alumnos en el centro del aprendizaje y tener una actitud honesta para saber escoger lo que realmente les va a interesar y a despertar un talento oculto”. En sus clases, trata de alejarse de las programaciones preestablecidas para escucharles, ver sus intereses y darles las respuestas que ellos necesitan.
Eso lleva haciendo desde que comenzó a dar clases hace ocho años, aunque lo ha potenciado desde su llegada al instituto Joan Pelegri de Barcelona hace seis. Reconoce que desde el centro le han dado la confianza y la libertad necesaria para llevar a cabo su forma de dar clase.
Sus horas de lengua son diferentes a las habituales. Consiguen que los alumnos aprendan y obtengan los mismos objetivos, pero con un método opuesto: “Utilizo mucho las redes sociales en mi día a día porque me interesan las inquietudes y los gustos de mis alumnos. Uso mucho Instagram, Netflix, Youtube”.
Esto lo hace en medio del debate que hay de si es bueno la utilización del móvil y de las redes sociales en los adolescentes. No le da miedo de que le puedan criticar porque, afirma, no se las pueden prohibir y busca educar a los jóvenes “en un uso sostenible, saludable, responsable y educativo”.
Para fomentar la lectura en clase, uno de los principales puntos en los que incide este joven profesor, echó mano de Instagram. Olivé les mandó leer la novela de Laura Gállego Finis Mundi, mientras tenían que convertir al protagonista en instagrammer: “Van contando en la red social lo que va viviendo y sucediendo. Incluso algún alumno me preguntó si podía hacer stories de 24 horas. Le dije que sí, que tenía que destacarlas”.
La iniciativa fue un éxito. Igual que otra paralela en la que sus alumnos tuvieron que transformar una novela en una serie de Netflix: “La hicieron con guión, rodaje, campaña de publicidad, publicaciones en Instagram, etc. Todo lo tuvieron que hacer. Estuvimos más de tres semanas, pero trabajamos lenguaje oral, interpretación teatral, lenguaje publicitario, etc”.
También analizaron las letras de las canciones del disco de Rosalía Mal querer, que está inspirado en el texto medieval Flamenca, que cuenta el amor tóxico entre un caballero y una dama en el que él la tiene a ella como una posesión. Con las canciones de la artista catalana descubren que Lorca está presente en muchos casos o conocen la literatura de los trovadores. “También trabajamos con ella valores como la desigualdad de la mujer. Mezclas todo en una actividad: reflexión, lengua, literatura, valores…”, se sincera.
Las pancartas de la manifestación feminista del 8 de marzo también tienen cabida en su clase, así como los logos de las principales marcas comerciales. Todo ello sin olvidar el libro de texto. “No es el enemigo, solo lo es cuando lo miramos a pies juntillas y hacemos todo sin plantearnos lo que aparece. Lo uso para coger ideas y que tengan la teoría, pero sin seguirlo a rajatabla”, remarca Olivé.
“Estudiar para aprobar, aprender para olvidar”
“Estudiar para aprobar, aprender para olvidar” es una de las frases más llamativas de Olivé. Describe sin dudar el sistema educativo actual como uno en el que el esfuerzo va dirigido a obtener una nota final en forma de examen, pero que esconde el crecimiento de la persona y el proceso de aprender.
No cree en los exámenes, pero tampoco los hace desaparecer: “Soy un gran detractor porque olvidan toda esta parte y no tienen en cuenta la creatividad del alumno, solo la memorización, y al final lo acabas de olvidar, pero reconozco el sistema en el que están. Tengo uno porque me obligan y porque al final se los van a encontrar en todo (oposición, carnet de conducir, selectividad, etc) y no lo elimino, aunque solo es una prueba de ensayo”.
Además, en su sistema de puntuación y evaluación final valora más el trabajo en equipo, las reflexiones o los debates que surgen durante el curso que la propia prueba de examen.
En definitiva, pide al resto de profesores que avancen al mismo ritmo que el resto de la sociedad y no al que marquen las instituciones.
Deberes al Isabel Celaá y Pedro Sánchez
Igual que hicieron Patricia del Valle, Lourdes Jiménez, Lluis Bonet, Sergio Banderas y Alejandra Cortés, los recientemente nombrados mejores profesores de España, Olivé también le pone deberes al nuevo Gobierno.
El primero: que reduzcan la ratio de alumnos por clase, ya que la considera “una bestialidad” que imposibilita al completo que el estudiante sea el protagonista. “También les pediría una mayor inversión económica y que reforzaran las humanidades y las artes porque han ido reduciendo la música, la plástica, la filosofía, etc”, continúa.
Con la burocracia también está claramente descontento: “Es una pérdida de tiempo con papales que nadie va a mirar. Hoy en día parece que el mejor profesor es el que redacta mejor un documento y una programación, cuando en realidad tiene que ser alguien abierto y que tenga capacidad de improvisación y de relación con sus alumnos”.
Olivé también se ríe cuando habla del famoso veto parental de Vox y avisa irónicamente que, de implantarlo en Cataluña, tendrían que eliminar su asignatura. “No está ni se le espera, pero siempre lo digo”, bromea.
“Utilizar la lengua y la literatura para desplegar el conocimiento del alumno, la tolerancia, el respeto, el conocimiento del entorno. Para mí no se reservan todos estos temas a talleres, sino que todas las materias deberían trabajarlos. Yo lo que quiero es que en mi clase todo el mundo se sienta acogido”, concluye, antes de resumir todo con una simple frase: “Estar a la altura de los alumnos del siglo XXI”.