Nando López: "Si alguien vive en un entorno familiar machista, homófobo y racista, el aula tiene que corregirlo"
El escritor y profesor barcelonés, autor de '¡En casa me lo sabía!', lamenta la poca autonomía que se da a los alumnos y quita peso al informe PISA. "Es una prueba muy sesgada con unas directrices muy concretas y algunas muy discutibles".
Nando López es ante todo profesor. No importa que su bibliografía cuente con más de 30 títulos entre novelas, obras de teatro y ensayos. Tampoco importa que fuese finalista del Premio Nadal en 2010 con La edad de la ira, que va ya por su sexta edición; que sea doctor Cum Laude en Filología Hispánica o que tenga una legión de seguidores en Twitter. Cuando te sientas con Nando López rápidamente aflora el entusiasta profesor que ama la docencia, de la que que lleva cinco años alejado para centrarse en su labor literaria.
Su último trabajo, ¡En casa me lo sabía! Manual (gamberro) para sobrevivir a los exámenes, nace precisamente de ese amor por las aulas. Escribe en clave de humor para quitarle hierro a la nota de los exámenes, que “no debería ser lo único” para valorar a un alumno, y darle un peso distinto a esta prueba. “Los exámenes enseñan el aprendizaje vital de que no se puede llegar a la perfección”, apunta el autor.
La educación para Nando López no es solo memorizar y memorizar. Las aulas tienen que ser un lugar donde aprender valores y no el paso previo a estudiar una carrera. “No ir a la universidad no te hace inferior”, insiste López, para el que hay que cambiar la mentalidad de la sociedad y, entre otras cosas, dignificar la FP. Lo otro que también hay que hacer, insiste, es valorar más a los jóvenes: “Tenemos una adolescencia maravillosa y nos la estamos perdiendo porque no la escuchamos”.
En casa me lo sabía... Pasan los años y seguimos recurriendo a la misma excusa. ¿Por qué nos imponen tanto los exámenes?
El examen es una situación en la que juegan los nervios, el control del tiempo y otros factores que a veces no son justos. O sea que ‘en casa me lo sabía’ puede ser una excusa pero a veces también una realidad. No se puede evaluar solo por exámenes. El examen solo es un parte del proceso y a veces no es la más significativa, por eso lo escribí en clave de humor. Para reírme del tema.
¿No sabemos estudiar?
Nos cuesta estudiar sin limitarnos a memorizar. Además tenemos un sistema que empuja demasiado a lo memorístico y con problemas para graduar los conocimientos. En bachillerato los alumnos tienen una cantidad ingente de conceptos en todas las materias. Llega a ser abusivo y agotador. Una cosa que me preocupa mucho es la cantidad de situaciones de estrés y de ataques de ansiedad que he visto recientemente en alumnos de bachillerato. Y no es porque sea una generación más débil como se dice. Eso es falso. Es porque es un sistema que está fallando en la estructura y tanto el profesorado como el alumnado a veces están un poco perdidos en cómo dosificar la información.
A lo mejor los profesores tampoco saben enseñar a estudiar...
Culpables somos todos. Siempre pienso que un suspenso es un fracaso común y colectivo. Del profesor que a lo mejor no ha comunicado, del alumno que no ha llegado o no se ha interesado, de la familia que no lo ha apoyado y del propio sistema. El profesor tiene por supuesto una responsabilidad enorme pero o asumimos que la responsabilidad es compartida y trabajamos como comunidad educativa o seguiremos instalados en el fracaso escolar. Tiene que ser un trabajo conjunto, tenemos que esforzarnos entre todos.
Antes decías que un examen no es un buen método para evaluar a un niño. ¿El informe PISA es una buena forma de evaluar un sistema educativo?
En absoluto. He vivido el informe PISA como profesor de lengua, tanto evaluando a mis alumnos como preparándolos para ese examen, y creo que es una prueba muy sesgada con unas directrices muy concretas y algunas muy discutibles, al menos bajo mi criterio como profesor. Me parece que es una forma de generar unos baremos muy ficticios y que además olvida por completo la realidad concreta. ¿Y cuál es esa realidad? Que un adolescente no se toma en serio un examen que no cuenta para nota, nunca hará igual esa prueba que un examen real donde le evaluaran sus competencias.
Valerie Hannon, asesora de innovación educativa de la OCDE, decía hace unos días en una entrevista que la Universidad no debería ser el objetivo final de la educación. ¿Estás de acuerdo?
Desde luego. Creo que la educación tiene que ser integral, hay que educarlos para que sean autónomos y libres y críticos, fomentar la educación en valores, que ahora se están cuestionando tanto. Es mucho más importante que sean capaces de leer, interpretar y analizar un artículo de un periódico y tener su propia opinión a que sepan todas las casuísticas de la sintaxis. Hay que favorecer un sistema que les permita ver más opciones que la universidad. La universidad es una de ellas, pero ¿qué pasa con los que quieren hacer ciclos o formación profesional? Ahora mismo están en un lugar secundario, se sienten alumnado de segunda y eso ya pasaba cuando yo estaba en EGB. Es una vergüenza. Cuando propones que un alumno haga formación profesional parece que lo estás denigrando.
Tenemos que cambiar la mentalidad social de este país, no ir a la universidad no te hace inferior. Tienes que elegir tu camino y hay gente que es muy feliz yendo a la universidad y hay gente que no lo es. Ahora el bachillerato está concebido casi exclusivamente para la universidad. ¿Y si alguien quiere hacerlo por cultura y luego quiere otro camino? Se va a sentir desplazado durante esos dos años.
Seguimos con la idea de hace 40 años de que la única opción es tener una carrera.
En eso parecemos Cuéntame y nos hemos quedado en la primera temporada.
Estudiamos con las ideas de hace 40 años, ¿y hacemos las chuletas como entonces? ¿O estamos mucho más avanzados?
Hemos cambiado a la hora de estudiar. Hacemos un estudio más comprensivo, más analítico, pero las chuletas siguen estando ahí. Han cambiado los soportes. Ahora tienen auriculares, tienen el móvil… aunque sigue habiendo el que talla la respuesta en el boli bic. Artesanía pura y dura. Lo más curioso es que a veces se ponen tan nerviosos que se olvidan que tienen la chuleta o que lo que les preguntas lo tienen ahí.
Hay otra cosa que también he notado y me entristece mucho, y es que hay menos pudor al examen en blanco. Hay un cierto abandono, y eso es muy triste. Esa sensación de no sirve de nada lo que haga... Hace unos años en la propia ESO te escribían hasta la última pregunta con tal de rellenarlo. Eso me preocupa, cuando ni siquiera recurren a la chuleta.
Luego está el uso de expresiones coloquiales —en plan, puto... —en los exámenes. ¿Es de verdad como lo expones en el libro?
Absolutamente real y las utilizan con absoluta espontaneidad. Muchos escriben igual que hablan con lo cual definen con ‘es en plan’ o dicen cosas como ‘Calixto y Melibea estaban a su rollo dándole en casa de ella’. Pueden llevar razón pero quizás la expresión no es esta. Sí que es verdad que eso a veces les falla. Por otro lado se agradece tanto un soplo de humor en los exámenes que es como: gracias por haber dicho esta barbaridad, poder corregirlo y reírme.
¿Es fruto de que se lee poco?
Leen más de lo que creemos, más de lo que leemos los adultos. Los adolescentes leen mucho. Les importa que les llegue y no la estructura. Leen lo que les llega y ahí el profesorado también hace mucho. El mediador de lectura es el profesor y estoy convencido, porque conozco muchos, de que tenemos un profesorado muy distinto al de hace años. Se hacen muchas iniciativas que están generando muchos lectores.
¿En qué sentido?
Cada vez hay más recomendaciones para evitar que odien la lectura y ahora los trabajos que se plantean son muy diferentes, les planteamos que hagan book trailers o que hagan el guion de la serie. Hoy un profesor me mandó un proyecto para Netflix que hicieron sus alumnos de FP sobre La edad de la ira, cómo sería la serie. Han hecho una auténtica maravilla y lo ha hecho un alumnado del que supuestamente todo el mundo decía: ‘No lo van a hacer’. Lo han hecho porque un profesor ha creído en ellos. Es la clave: cuando el alumno ve que crees en él se deja la piel para demostrar que lo merecen.
En el libro propones un decálogo de recomendaciones a seguir antes de entregar un examen. ¿Y para prepararlo? ¿Qué hay que tener en cuenta?
Lo primero es saber qué vas a estudiar, no comenzar sin más. Saber qué entra y cuánto tiempo tienes y a partir de ahí hacer un planning realista. A veces es mejor poco y bien que mucho y mal. Sobre todo no empezar sin planificar. El gran error de nuestro alumnado es que no planifica. Tengo un examen, tengo 50 páginas, empiezo por la primera y me quedo en la 25 cuando a lo mejor lo importante estaba en la 30. Hay que hacer una valoración de lo que entra y luego pensar en qué han insistido más en clase, es algo que se les olvida. Los profesores insistimos mucho en lo que va a entrar, somos muy pesados y se les olvida, que revisen la agenda o el cuaderno, a lo mejor lo han apuntado. Luego toca planificar el tiempo y ser realista, que no se agobien. A lo mejor no tienen que llegar a todo pero sí a lo esencial. Les falla planificar y jerarquizar.
Y luego siempre está la excusa de ‘si hubiese tenido un día más’…
Claro. El otro día alguien me preguntaban si deberíamos quitar los exámenes. Creo que no. El examen no debería ser lo único pero debe estar porque es un aprendizaje vital. El aprendizaje de que nunca puedes llegar a la perfección. Aprender eso y a gestionar el tiempo también es muy sano. Un examen no da todo lo bueno de un alumno pero le ayuda a desarrollar recursos y estrategias para enfrentarse a situaciones de presión. Eso sí puede ser útil.
Y luego otra cosa: que pidan más ayuda a sus profesores. Piden poca ayuda. Preguntan cosas muy obvias pero no van al departamento. Tienen que ver a sus profesores como aliados. No hay nada más alegre para un profesor que dar muy buenas notas porque quiere decir que les ha interesado y se han enterado. Es lo mejor que te puede pasar y alegra muchísimo. Salvo a una minoría tóxica que disfruta suspendiendo, pero sádicos los hay en todas partes. El docente de verdad se alegra de dar buenas notas.
Antes te referías a educar en valores. ¿Dónde hay que inculcarlos? ¿En las aulas o en casa?
El aula tiene que educar, no lo podemos dejar solo en manos de las familias. Si la familia es racista, ¿el niño tiene que ser racista? Si tengo mala suerte y mi padre es machista, ¿tengo que ser machista? Entre los objetivos de la educación está el asegurar una sociedad pacífica, igualitaria y en convivencia. Si alguien vive en un entorno familiar machista, homófobo y racista, el aula tiene que corregirlo. Lo ideal es trabajar en conjunto. Y pondría un tercer elemento: los medios de comunicación. Es muy frustrante que la familia eduque en valores, el centro eduque en valores y los medios den el mensaje contrario. Son esponjas con todo lo que oyen y es muy importante cuidar eso.
Pones mucho peso en el sistema educativo pero hay profesores muy machistas, homófobos y racistas.
El sistema tiene que tener sus mecanismos para regularlo. Que se pueda denunciar cualquier tipo de actitud. Con eso no creo para nada en el corporativismo. Hay que tener recursos para denunciar y eliminar ese discurso. No se puede consentir. En las aulas no se puede tolerar nada que vaya contra los derechos humanos, estamos formando personas. Nuestra responsabilidad es formar ciudadanos y ciudadanas libres y respetuosos. Ante eso tolerancia cero con quien no lo cumpla.
¿Y en el problema del acoso en las aulas? ¿Qué papel debe tener un profesor?
Tenemos un papel esencial. El alumno tiene que denunciar pero muchas veces tiene miedo a hacerlo. Les ayuda que haya un adulto que les pueda sacar la información pero cuantos más alumnos tienes más difícil es atenderlos de forma individual, por eso es tan importante el número de alumnos por clase. Es la clave y nadie le presta la suficiente atención. El profesor tiene que detectarlo, detenerlo y trabajar el porqué. El problema no está solo en la persona acosada, y hay que recordar que puede dejar unas secuelas gravísimas, también que saber por qué hay alguien acosando. Normalmente el acosador también tiene algo detrás que le empuja a eso.
El otro día me escribía una lectora adolescente: ‘Si no se nos escucha nos pueden romper como personas’. Me parece una frase brutal y es verdad. La adolescencia te marca el resto de tu vida. Hay gente que vive con las secuelas del bullying siempre y eso hay que recordarlo. Entonces la responsabilidad es enorme. El profesorado tiene que reclamar condiciones dignas para que eso se pueda atajar y una de las medidas fundamentales es la ratio y poder implementar programas de convivencia que van más allá del libro de texto. Por eso hice un libro sobre exámenes, para reírme de algo donde lo focalizamos todo cuando la educación es algo más importante y mucho más amplio.
¿Las bromas y comentarios homófobos siguen tan presentes en las aulas como en los 80?
Se ha avanzado muchísimo pero por desgracia sigue ocurriendo. Hace tiempo escribí un hilo muy viral sobre un chico que se encuentra la palabra marica escrita en su estuche. Lo ilustré con la foto de una silla de una de mis aulas en la que ponía ‘marica’. Un alumno se lo había escrito a otro como una gracia. Lo usan como un insulto más, como una broma, pero tienen que ser conscientes de la gravedad de lo que hacen. Hay que educarlos para que sepan por qué no puede ser jamás un insulto la orientación ni la identidad de una persona.
Aún hay mucho por hacer. Ahora estoy trabajando en un ensayo sobre cómo trabajar la visibilidad LGTBI en las aulas. Va destinado a familias y profesores porque quiero también hablarles de cómo tienen que ayudar para que niños, niñas y adolescentes no tengan miedo. Sino te pierdes muchas cosas y es muy triste. Lo único que me arrepiento de mi vida es que yo me prohibí mi primera vez porque estaba muerto de miedo. No podemos consentirlo.
Hablando de los padres, ¿hasta qué punto tienen que implicarse en la educación académica? ¿Es bueno que estén tan pendientes de exámenes y deberes de sus hijos?
Tienen que favorecer la autonomía y eso se está perdiendo. Ves padres que acompañan a sus hijos a las reclamaciones en bachillerato, e incluso el otro día me decía por redes sociales una profesora que también en la universidad ha visto padres reclamando exámenes. También hace poco una compañera se quejaba de que en una madre preguntaba en una reunión por qué no ponía en el grupo de WhatsApp los deberes de los hijos. Estamos llegando a un nivel de infantilización muy peligroso. Hay que favorecer la autonomía y que asuman las consecuencias. El suspenso es una consecuencia en sí misma. Si estamos siempre encima, ¿en qué momento van a ser independientes? ¿Cuándo van a ser autónomos? Lo estamos favoreciendo entre todos.
¿Se nos están yendo de las manos lo de los grupos de WhatsApp?
Creo que los grupos de padres o cualquier otro grupo de WhatsApp son complicados. Es complicado gestionarlos. Si ya lo es entre amigos, con gente que no tienes nada que ver, salvo que sus hijos compartan un aula, puede dar lugar a situaciones muy extrañas y a veces favorecen la toxicidad. Producen un contagio no deseado que pueden no ir a favor del clima. Siempre recomiendo que si hay un problema con el centro o con el profesor hay que ir directamente a hablar con el centro o con el profesor, pero como padre, como individuo.
¿No pasa nada porque se les olviden los deberes?
Hay que asumirlo con cierta naturalidad, no pasa nada porque un día los deberes no los lleve hechos. A lo mejor que un día no los lleven hechos hace que al día siguiente se enteren un poco mejor. A veces parece que los padres se sienten evaluados y quieren que el hijo o la hija lo haga todo perfecto para no suspender ellos. Está bien entender la imperfección. Le damos demasiada trascendencia y creo que afrontar el error, el despiste o el olvido es clave. Se afronta y se aprende de él. Muchas veces los trabajos los hacen los padres y su hijo se lleva mejor nota que el niño de seis años que lo ha hecho solo. ¿Qué estamos premiando, la perfección o el esfuerzo? Hay que darle una vuelta. Tenemos que permitir que el niño o la niña se sienta responsable de sus actos. Para mí ese es el gran problema actualmente, no se sienten responsables de nada o les cuesta porque no les permitimos serlo. Incluso cuando quieren serlo no les dejamos. Hay un sobreproteccionismo complicado.