Nadal luchará por su 14º Roland Garros por la retirada de Zverev en medio de un duelo épico
Tras más de tres horas de un partido para la historia y con ventaja de un set para Nadal, ambos iban a jugar el 'tie-break' de la segunda manga.
De lo ocurrido sobre la arcilla de París, este 3 de junio de 2022, se podrán escribir capítulos enteros de la historia moderna del tenis. La primera semifinal de Roland Garros pasaba de tres horas y Rafael Nadal y Alexander Zverev se disponían a iniciar el tie-break ¡del segundo set!
El público, entre incrédulo y maravillado, hacía cuentas de a qué hora podría salir cuando en ese momento mismo, mientras la bola del alemán se iba al pasillo de dobles, también se le iba su tobillo derecho. De inmediato al suelo, entre gritos de dolor y lágrimas. La incertidumbre apenas duró unos minutos: primero se retiró en silla de ruedas sin poder apoyar el pie y, acto seguido, reapareció en pista sostenido en dos muletas y acompañado en su duro paseíllo por Nadal.
Lo deportivo a veces admite milagros; las lesiones, no. El partido había terminado y Rafa Nadal acababa de clasificarse para la final. Su decimocuarta, nada menos, con el objetivo de seguir haciendo historia con su decimocuarto título de Roland Garros.
Tres horas imposibles de olvidar
Atrás quedan 198 minutos de un tenis salvaje, descomunal, un intercambio de highlights para deleitar al público de la Philippe Chatrier, la ‘segunda casa’ de Nadal, con un grado de igualdad extrema entre los actuales número 3 y 5 del mundo.
No empezaron bien las cosas para el mallorquín, que perdió el saque inicial y se vio 0-2 de inicio. ‘Sascha’ Zverev imbatible en su saque, el gran fuerte del gigantón alemán, no dio opción hasta ponerse 2-4. Esta vez, además, el guion iba al revés de lo que se preveía: los puntos cortos se iban para Rafa, los peloteos largos viajaban del lado germano. Claro que enfrente estaba el amo y señor de la tierra batida, conocido por su juego y por una capacidad de resistencia hasta límites difícilmente soportables para un humano común.
Fuerte en su servicio, el manacorí se puso 3-4 y en un ejercicio de resistencia, se aprovechó de varios errores no forzados de Zverev para empatar. Momentos duros para el teutón, que pasó de ver la primera manga casi ganada y a conceder tres bolas de set con el 5-4. Nadal no pudo aprovecharlas y, luego de dos juegos sin sorpresas, todo se jugó al tie-break.
Del 2-2 al 2-6 mediaron cuatro momentos mágicos de Zverev, de nuevo jugando de dulce. Cuatro puntos de set, dos de ellos con su temible saque (no pocas veces por encima de los 200 km/h). Ahí salió el mejor Nadal, incluso al servicio, con un ace providencial y un repertorio de golpes difíciles y otros inverosímiles que desquiciaron a su enemigo. 98 minutos después, y con 9-8 en el marcador de la muerte súbita, el set se iba para Baleares con un passing marca de la casa.
La ‘locura’ de la segunda manga
‘Sascha’ Zverev notó el golpe y salió aturdido a la segunda manga. Nadal le coló un break, pero este reaccionó pronto y devolvió la rotura para poner el 1-1. La historia se repitió en los dos siguientes juegos: cuatro disputados y cuatro roturas. ¿Quién dijo que el tenis era previsible?
Los 1,98 metros del alemán y su poderío al saque normalizaron la situación haciéndose con el 2-3, que tuvo continuidad con otra rotura a Nadal. Zverev se iba 2-4 y Rafa no encontraba la manera de hacerse con su saque. El set al límite, como antes.
Y otra vez, sin querer pecar de repetitivo, sobrevivió Nadal. ‘El gladiador’ se levantó con cuatro puntos puntazos para devolverle el break a su rival. Sin embargo, con su saque seguía siendo incapaz de dominar y de nuevo se le fue el juego. 3-5 y saque para Zverev. Esto en un 95% de los casos es sinónimo de set perdido, pero aún le faltaba épica al juego.
De la nada, el alemán enlazó ¡tres dobles faltas! y se dio un tiro en el pie para regalarle el 4-5 a Nadal, que, por fin, no falló en su turno y empató a 5. Sin sorpresas, el número 3 del mundo puso el 6-5, asegurando la muerte súbita. Nadal iba camino de lo propio y con 40-30 atacó la derecha de Zverev, que tuvo que estirarse para llegar casi al pasillo de dobles. Entonces, su tobillo derecho se fue y de la épica se pasó al dolor.
Uno de los mejores y más increíbles partidos de tenis, al menos en época reciente, acababa del peor modo posible: Zverev roto, Nadal cariñosamente a su lado y el público en pie. El show había terminado.
Ni la cara ni las palabras de Rafa Nadal eran las de una persona feliz. Ni siquiera en el día de su 36º cumpleaños Nadie quiere ganar así, y posiblemente un ganador, menos, pero el deporte no siempre es justo con sus hijos. Ahora, a Nadal solo le queda un paso para conquistar el decimocuarto Roland Garros, ante la gran revelación el noruego Casper Ruud, aspirante a su primer Grand Slam. El domingo, París dictará sentencia.