Nacho Vegas: "Hay gente en la izquierda bastante miserable y gente en la derecha que es generosa y maja"
El cantautor habla de su nuevo disco 'Violética', de política, de la industria musical e incluso de su relación con la líder del PP Andrea Levy.
Sus más de 20 años de trayectoria musical no han hecho que cambie el compromiso social de sus letras. Ni tampoco los lugares que frecuenta. Nacho Vegas nos recibe en el castizo y madrileño Café Comercial, del que dice mantiene muchos detalles de su esencia a pesar de su reciente reforma. Vegas sigue bebiendo la cerveza a tragos cortos y luce una chapa en la solapa en la que se puede leer "Stop Desahucios".
Pese a los cambios en la industria musical, los malos tiempos que atraviesa la libertad de expresión o incluso su mediática relación con la dirigente del Partido Popular Andrea Levy, sus ideas permanecen inalterables. Aunque sí que confiesa estar decepcionado con la política española y con ciertos sectores de la izquierda madrileña. Vegas presenta Violética, su séptimo trabajo de estudio en solitario y con el que parará el próximo 20 de mayo en la sala Razzmatazz de Barcelona, el 21 en el Palau de la Música de Valencia y el 22 en la madrileña sala La Riviera. Con este trabajo ha decidido homenajear a la cantautora chilena Violeta Parra y lo hace en un contexto de cambio de Gobierno, en el que no tiene demasiadas esperanzas, y dejando dos ejes muy claros: el poder de la gente y el feminismo.
¿Cómo surge Violética? ¿Por qué después de cuatro años?
He tenido la oportunidad de tomármelo con tranquilidad. Cuando eres más joven quieres grabar todas las canciones que escribes y ahora te permites hacer una criba. También coincidió con que mis compañeros de banda y de gira estaban convirtiéndose en una banda de referencia [León Benavente] y hubo que respetar sus tiempos. Presenté entre medio un librito [Reanudación de las hostilidades, 2017] y también escribí varias canciones. Cuando fui a preparar un repertorio nuevo, me di cuenta de que tenía más temas de los que creía y que eran más diversos de lo que pensaba.
Entonces compaginaste tus dos facetas.
Están muy relacionadas. Son dos lenguajes diferentes y digamos que cada uno es un lenguaje expresivo distinto al otro por derecho propio, pero ambos comparten la palabra. Eso es algo que se retroalimenta. De hecho, hay una canción del álbum, Las palabras mágicas, que es un poema del libro. Primero lo escribí y luego lo adapté para que fuese una canción del disco. Otras veces he utilizado frases de poemas para componer canciones. Los dos lenguajes se complementan, pero tienen el mismo fin: dar respuesta a lo que resulta difícil verbalizar en una conversación normal.
¿Algún día veremos a Nacho Vegas hablando del amor superfluo?
También hablo de amor, lo que pasa es que huyo del amor romántico, idealizado. Me interesa el amor no tanto trágico como real, me gusta que cuando hablo de relaciones afectivas sean relaciones reales; cuando hablo de personajes sean personajes de verdad, que existan, que estén en un mundo real, que tengan un trabajo y estén jodidos o no por eso. No que sean simplemente dos personas que se quieren.
No es lo mismo quererse cuando tienes una situación muy jodida, un trabajo precario o una amenaza de desahucio, que cuando tienes una situación acomodada. Afortunadamente no he vivido ninguno de estos dos supuestos: ni muy acomodado, ni muy precario. Pero sí que tengo amigos que están en esa primera situación. Presentar una relación en un mundo que parece que te lo pone difícil para quererte de una manera sana es lo que me interesa del amor en las canciones. A veces la frontera entre lo social y lo íntimo es un poco difusa: no sabes dónde está la canción de amor y dónde la dimensión social.
¿Crees que es un momento clave para volver hacer canción política? Con el cambio de Gobierno, los numerosos casos de corrupción, las condenas del PP y la de Urdangarin...
Es un buen momento no solo para hablar de ello, sino para tener gestos. No es hacer canciones sino también mostrarlo. No me interesa mucho el cambio de Gobierno, la moción de censura y demás. Al final, que esté gobernando el PSOE no es nada nuevo, seguimos en el bipartidismo.
Sí pienso que los músicos deberíamos unirnos y tomar conciencia como gremio, especialmente en esta situación de deriva autoritaria del Estado en la que se persigue judicialmente y se encarcela a activistas, a músicos, etc. Como han hecho en el rap con la canción Los borbones son unos ladrones. Es un gesto muy bonito y me gustaría que se repitiera. Y también que lo hicieran otros de la industria de la música, pero eso es más difícil. No creo que los programadores de macrofestivales y la gente de las plataformas se vayan a mojar. No tienen esos intereses, pero los músicos sí.
¿Es porque en el rap hay menos egos y más colaboraciones que en el indie?
Lo que ha pasado en el rap es bastante inusual porque es una escena con bastantes egos. Un amigo mío, Fran (alías Arma X), que es uno de mis raperos favoritos y muy estalinista (risas), me dijo: "Mi primer enemigo es mi compañero". Y le contesté que eso no podía ser, porque pensaba que había más colaboración. Sin embargo, me di cuenta de que no, por eso me ha gustado tanto el gesto.
En el indie ocurre lo mismo, no hay cooperación. Igual tiene que pasar eso, algo grave [como las condenas de Valtonyc y Pablo Hasel] para que nos unamos. Pero desde luego, la música no tiene una tradición asociacionista. Tenemos que empezar ahora a fomentarla y pensar en esa clave. Aunque hay por medio muchos egos y es difícil.
Si censurasen alguna de tus canciones, ¿cómo reaccionarías?
Nunca lo he pensado, pero sí lo he hecho como un pensamiento colectivo. Con lo que está pasando, que hoy es Valtonyc, o Hasel, o Evaristo... Pero puede ser cualquiera, hasta Amenábar. Lo que tenemos que hacer es prepararnos para que no ocurra y que se revierta la situación, que la música ejerza como contrapoder y se permita que juzgue al poder. No lo que está pasando ahora, que el poder está juzgando a los músicos e intentando disuadirlos, hasta el punto de llevar a la gente a exiliarse o a tener que entrar en la cárcel para conseguir todo lo contrario. Además de fascistas son unos inútiles.
Con respecto al título de tu disco, ¿tiene España tintes violetas ahora mismo?
Sí. Cuando le puse el nombre hice un guiño a Violeta Parra, pero también dudé mucho. Tenía un título provisional que era El Álbum Violeta, como El Álbum Blanco de Los Beatles, pero no quería que pareciera un disco feminista. Me queda un largo trecho para poder decir eso (risas).
El 8-M y las movilizaciones son movimientos increíbles por parte de las mujeres y además con conciencia de clase. Hacía tiempo que la izquierda se preguntaba por qué había perdido la calle, cómo podía recuperarla... Y de repente viene el feminismo y las calles se llenan de gente, además muy joven. Vi mujeres de todas las edades, pero en Xixón (Gijón, Asturias), que es donde lo viví, había chicas muy jóvenes a las que seguramente el 15-M les pillaría muy pequeñas. Posiblemente era su primera experiencia política. Hacía tiempo que no sentía algo tan ilusionante y, si hay un eje movilizador ahora mismo, ese es el feminismo y tenemos que tomar nota de ello, los hombres principalmente.
¿Crees que sería posible otro 15-M o ya ha dado de sí todo lo que tenía que dar?
Parece que sí. Hay un manifiesto circunscrito a Madrid en el que se habla de una ola que se movía por debajo (movilizaciones feministas, de pensionistas, contra la precariedad...) y que puede llevarnos a algo parecido al 15-M. Además, como ahora mismo ya existen formaciones políticas que tienen representación en el Parlamento y nos enfrentamos a retos municipalistas podría canalizarse de forma más natural: entre la política institucional y poder popular. Eso me hace ser optimista, es lo único. Cuando pasen las municipales ya volveré al pesimismo si gana Ciudadanos (risas).
¿Cómo ves la situación actual? ¿Hay esperanza en la política española?
La política española me interesa más bien poco. Sobre todo el concepto de española. Hay una élite de la izquierda instalada en Madrid, en el centro además, que está un poco pagada de sí misma y encima muy metida en sus peleas intestinas. En esa no creo, sí que creo en los municipalismos, en reivindicar, en los derechos básicos como la autodeterminación, que se ha puesto en duda incluso por esa izquierda de Madrid. Por eso no confío en esa política, pero sí en asociaciones asamblearias como la CUP, como Anticapitalistas —de la que formo parte—, como Bildu o como algunas apuestas municipalistas.
Y, ¿de dónde viene la canción de Desborde? ¿También de la calle?
Ese tema tiene muchísimos años. Jorge de Los Ilegales, que es amiguete mío y compañero, un día en una entrevista respondía una pregunta sobre Oviedo, su ciudad natal, y decía que se imaginaba un Oviedo subacuático o algo así. No sé cómo decía exactamente su respuesta, pero me quedó. Quería una canción que hablase de eso como algo transformador, profundo. Después de esos años, decidí que fuese Madrid la ciudad que se desbordara y que presentase columnas de distintos puntos del Estado que revirtieran un poco la situación.
A mí me llama la atención el concepto de desborde, incluso es uno de los mecanismos de votación que ha elegido Echenique para las primarias de Podemos, una corrección que favorece las mayorías. Quería hablar de otro tipo de desborde, más ciudadano, que proyecta algo que me gustaría que ocurriera, pero que no creo que pase.
¿Cómo llevas que los medios hablen tanto de tu vida personal y de tu relación con Andrea Levy?
Tampoco hablan tanto, no soy tan importante como para que pregunten sobre eso. Aún así cuando hay una pregunta incómoda, la esquivo fácilmente.
¿Y lo de si la ideología es importante para llevarse bien con alguien?
Eso sí me lo preguntan (risas), pero me he dado cuenta de que en la izquierda vivíamos en nuestra burbuja de militancia y pensábamos que los buenos éramos los que estábamos allí, los que teníamos razón, y los de fuera eran unos gilipollas. Y no es así. Hay gente en la izquierda que es bastante miserable y gente en la derecha que es bastante generosa y maja. Al final discuto más de política con gente de izquierdas que con gente de derechas. Si hay algo que nos diferencia a unos y a otros es que en la izquierda partimos de la máxima de que lo personal es político y en la derecha saben compartimentarlo. Son dos formas de ver la vida.
Si tuvieras que dedicarle una canción tuya a Rajoy, ahora que no es presidente, ¿cuál sería?
Maldigo del alto cielo [una versión de Violeta Parra incluida en su último disco] porque maldecirá (risas).
Antes me preguntaban si ver a Rajoy llorar al salir del Parlamento me produciría ternura, y no sé ni si lo hizo y ni si me la provocaría. Pero sí que cuando en el programa de Jordi Évole [Salvados, en laSexta] dijo que los desahucios eran cosa del pasado con una chulería impresionante, me hizo llorar. Fue rabia. Por Rajoy no siento ninguna pena y no puedo más que maldecirlo.
¿Crees que la industria musical está politizada?
Sí, claro. Al final se basa en convertir la música en un producto que se consume, y no como antes, que se escuchaba. Se basa en el capitalismo y cuanto más salvaje sea, mejor. De hecho, antes se le llamaba industria discográfica porque pivotaba en torno a la venta de productos físicos, pero ahora no hay tanto soporte físico y el terreno es otro. Antes el poder lo tenían las compañías multinacionales y los grandes grupos de comunicación. Ahora todo se basa en internet, en Spotify, YouTube, Apple y son ellos los que definen las estrategias de marketing. Es un capitalismo sin cara. Hablar con Spotify es como pedirle audiencia al Vaticano.
Dado el dominio de las grandes plataformas, ¿hasta dónde llega el concepto de indie en la música? ¿Sigue teniendo sentido?
Hace tiempo que no tiene mucho sentido, por la parte etimológica. Ahora es una forma de etiquetar a un sonido, pero me acuerdo que cuando empezó fue como respuesta a la industria musical de los 80, que estaba en su punto álgido con Michael Jackson y demás. Entonces se crearon una serie de sellos discográficos que planteaban una alternativa a ese mercado mainstream, por eso es música alternativa. Dejó de serlo cuando el mercado vio que en estos grupos había un nicho y los empezó a fichar. Indie hoy en día no significa mucho, algo puramente esteticista.
¿Qué piensas de los talents musicales como Operación Triunfo oFactor X?
La verdad que no estoy muy puesto en ese tema, pero hay dos cosas que me joden un poco: la soberbia de la gente que dice "eso no es música de verdad", "eso es una mierda", "la música de verdad es otra cosa", esa superioridad intelectual-cultural me tira para atrás; por otro lado, es verdad que me da vergüenza cómo han utilizado algunos partidos de la izquierda la polémica de Operación Triunfo, de que había alguien trans y demás [refiriéndose al beso de Marina y su novio transexual en una de las galas del programa] y que era un espacio en la televisión que reflejaba la diversidad LGTBI. En realidad creo que fue apuntarse a una batalla cultura de una forma poco sincera.