Las supervivientes que lloran al escuchar a Rocío Carrasco
Cuatro mujeres que han sufrido las violencias que ha expuesto Rociíto relatan cómo se han sentido al escucharla. Todas coinciden: "Es mi testimonio".
Ana Bella no durmió nada tras la emisión del primer capítulo del documental de Rocío Carrasco. Temía que sus recuerdos se convirtiesen en pesadillas. Paula sintió que la hija de Rocío Jurado contaba a millones de personas su propio infierno. Alicia tampoco durmió. Dedicó las horas de sueño a reenviar los vídeos del programa —“tenéis que ver esto, es importantísimo”— a sus grupos de Whatsapp. Laura no dejó de llorar durante toda la emisión.
Son sólo cuatro de las miles de mujeres que en las últimas tres semanas se han sentido identificadas con el relato de Rocío Carrasco, que ha disparado un 61% las llamadas al 016 de mujeres pidiendo ayuda.
“Estamos reventadas de trabajo”, reconoce Ana Bella, cuya fundación para supervivientes de maltrato ha visto aumentar las llamadas casi al mismo nivel que el número institucional. Hace ya años que esta mujer de 48 años hizo pública su historia, que empezó cuando se armó de valor y huyó con sus cuatro hijos tras 11 años de maltrato. Escapó de las palizas. Del control. De la firma de contratos que, por ejemplo, le prohibían caminar a más de tres metros de su exmarido. De los gritos. Del “lo nuestro es amor o muerte”. Estos días se le “eriza la piel” al ver cuántas mujeres se ponen en contacto con ella y le cuentan “que su pareja se comporta como Antonio David, que ellas se sienten muy identificadas con lo que cuenta Rocío”.
Son cosas así las que le llevan a celebrar la confesión de Rocío Carrasco. “Me parece genial que la violencia contra las mujeres esté en prime time porque, tras el caso de Ana Orantes, muchas salían con la cara tapada y yo, por ejemplo, que era una mujer maltratada hasta el punto de que mi marido me pegase con la correa, no me sentía cercana a esas mujeres. No sabía que era una de ellas”, asevera.
Con la hija de Rocío Jurado “es diferente” porque “da un testimonio de una mujer que todavía no ha superado el maltrato psicológico y físico”. “Es ahí donde se identifican muchísimas mujeres que están en procesos judiciales eternos, con los hijos en contra…”, cuenta Bella, quien valora de forma especial que en prime time “se reconozca que la Justicia, en mayúsculas, no siempre hace justicia con las mujeres”.
Una violencia invisible
Laura, de 45 años, se “enganchó” desde el primer momento al programa al sentirse identificada con Rocío. “Empaticé, lloré, me vi reconocida”, cuenta esta mujer, que sufrió ocho años de maltrato psicológico por parte de su ex. Su calvario, como el de Rocío, se prolongó tras la separación. Emergieron otro tipo de ‘violencias’: juicios eternos, el cuestionamiento permanente, el maltrato económico...
El problema del maltrato psicológico, según Laura, es que “es invisible”. “Intenté denunciar el acoso y mi abogada y en comisaría me dijeron que era difícil demostrarlo si no hay lesiones físicas”, relata. Supuso un “doble dolor”: “La humillación de que no te crean y el desamparo en el que te ves”. “El hecho de que se dé visibilidad a esto es importante dado que el maltrato psicológico no deja huellas físicas, pero sí permanentes: de autoestima, en las relaciones con los demás, con tus creencias en ti misma...”, expone.
Laura ya ha acudido a siete juicios. Y le quedan más. “Es un no acabar”, lamenta. “No sólo es el desgaste económico, sino enfrentarte a esa persona, tener que verla y estar delante de un juez que es posible que no te crea”, sentencia. Entiende perfectamente que Rocío Carrasco no haya hablado antes: “Yo misma he sentido miedo y he temblado cuando he ido a poner mis denuncias a comisaría, cuando estoy delante de ese hombre”.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, mostró su apoyo a Rocío y a las víctimas en Sálvame. Ana Bella opina que el respaldo es “bienvenido”, pero lamenta la pregunta que le han hecho varias mujeres durante los últimos días: ”¿Dónde está la ministra para mi caso?”. “La realidad es que, si no tienes un brazo roto o un parte de lesiones, no vale de nada la denuncia y eso tiene que rectificarlo la administración”, asevera la superviviente. “El caso de Rocío”, sentencia Ana Bella, “ha puesto en evidencia las incongruencias del estado de Derecho. Es verdad que tenemos de las mejores leyes del mundo en igualdad, pero tienen que funcionar”.
La violencia vicaria y la Justicia
Otra de las violencias de las que se habla en el documental es la vicaria, en la que se utiliza a los hijos para hacer sufrir a la madre. Carrasco relata cómo, a pesar de tener la custodia de los niños, la cedió después de que Antonio David manipulase con mentiras a los dos menores hasta odiarla.“Si un hombre es capaz de maltratar a una mujer, manipularla, minimizarla, quitarle su voluntad… ¿cómo no va a hacerlo con unos menores?”, se pregunta Ana Bella.
Paula (nombre ficticio) lleva seis años luchando por recuperar a su hija menor. Al escuchar a Rocío sintió como “si alguien pusiese voz a todo lo que me ha pasado a mí”. A pesar de tener la custodia de sus dos hijas, no ha visto crecer a la pequeña porque “el padre la ha puesto en mi contra”. Como Rocío, Paula posee informes psicosociales y psicológicos que avalan su versión y que han sido apoyados por la Audiencia Provincial.
A esta mujer de 45 años, como a Rocío, también le han linchado. Pero no en televisión: “Vivo en un pueblo pequeño y he sido sometida a un juicio moral, por si no fuera ya suficiente el dolor de haber perdido a mi hija de la noche a la mañana. Me ven como la mala madre que fue infiel a un pobre marido santo cuando yo nunca le fui infiel. Hay incomprensión en tu trabajo, en tu barrio, en tu pueblo...”.
Y eso, asegura, “no empieza de la noche a la mañana”, sino que “vienes arrastrando mucho más”. Ella, por ejemplo, arrastraba un maltrato físico y psiológico tan brutal que lo menos malo era tener prohibido hablar con otra persona por la calle: “Me decía que tenía suerte de que me dejase salir de casa”. Se divorció y además se sintió castigada: “Me divorcié de un maltratador que me amenazaba con quitarme a los niños y la Justicia no me ha protegido”.
Su hija, cuya custodia es de Paula, sigue viviendo con el hombre que la maltrataba, que llegó a amenazarla con un cuchillo y a llamarla puta delante de las pequeñas. “Yo solo quiero que la saquen de ahí”, denuncia Paula. “He podido salvar a mi hija mayor y se me ha quedado mi hija en el camino y nadie la ha podido defender. Ni la Justicia ni nadie. Ha quedado desamparada a pesar de que yo todo lo tengo ganado judicialmente”, lamenta.
La importancia del prime time
El efecto Rociíto no sólo ha tenido lugar en mujeres de mediana edad o con hijos. Alicia, de 27 años, cuenta que cada vez que ve un capítulo llora y no duerme. Nunca había visto Telecinco y lo puso el primer día con un poco de recelo. Pero ahora, como el resto de las entrevistadas, tiene claro que era necesario. “Se me olvidó que estaba viendo Telecinco, lo que veía era el testimonio de una mujer maltratada. Un testimonio que también era mío”, asegura.
Aunque su historia pasó hace seis años, ahora lo ha revivido, lo ha repensado y ha reconectado con cosas que había preferido olvidar. Alicia también se intentó matar. “Sentí tanta empatía hacia ella... Y la vi tan valiente, que me hizo sentir que yo también lo había sido”.
Todas coinciden en que el testimonio de Rocío Carrasco ha sido un “altavoz” para miles de mujeres y lo ven de manera positiva. “Algunas víctimas no tienen acceso al móvil o al ordenador porque el maltratador no les deja y su única compañía es la tele”, señala Alicia, que desea que “se haga justicia”. “Ha sido una pequeña revolución que debe hacernos repensar a todos y a todas que ni una más”.
Ana Bella, por su parte, agradece varias veces “que la cadena se haya posicionado sin sentencia”: “No hay sentencia pero tampoco ha habido juicio, sino un sobreseimiento”. El hecho de que una cadena como Telecinco haya decidido prescindir de Antonio David como colaborador es, para ella, un mensaje para esas mujeres de que no están solas. “Seguro que Rocío Carrasco está mejor sin él, aunque no esté bien. Las mujeres deben saber que tienen recursos, que hay fundaciones, trabajadoras sociales… Sólo hace falta que sea más efectiva la respuesta judicial”, sentencia.
Y no duda en su mensaje: se puede salir y todo es mejor que sufrir toda una vida junto a un maltratador.