Mo de Movimiento
Demasiado 'cool' para mí... Y eso si lo considero como pizzería… porque si lo tomo como restaurante no entiendo nada.
Demasiado cool para mí Mo de Movimiento. Soy tan anticuado, heterodoxo y poco comprometido que para mí ir a un restaurante no es un gesto político sino tan solo diversión, placer y buena comida.
Muy cool para mí. Y eso si lo considero como pizzería… porque si lo tomo como restaurante no entiendo nada. No hay carnes ni pescados, solo un plato de pollo asado y al josper. El resto, entradas (varias de ellas, italianas con productos españoles) y muchas pizzas muy normales. Nada está malo, nada apasiona.
Servilletas de papel, carta de vinos inexistente, servicio atento, pero muy lento, y una decoración que es el delirio de un arquitecto poseído por Mad Max. Sofás de terrazo con pies de ladrillos de obra, sillas de maderas de vertedero tan incómodas como parecen y toda clase de artesanía del desecho. Esto no es wabi sabi, es ecologismo pobre.
Me ha recordado a Comporta, la playa de moda en Portugal, ese lugar del que decía una de las Espíritu Santo, dueños originarios de la finca: “es el sitio donde los ricos jugamos a vivir como pobres”.
Por ejemplo, como el aire acondicionado es poco ecológico, en una tarde de julio como la de hoy, hace el mismo calor dentro que fuera.
Arrasará porque le va a gustar a muchísima gente. Es barato, políticamente correcto y obra de un genio comercial, el creador de las tapas siglo XXI, el artífice de Lateral. Es eso, pero puesto al día.
La burrata es de Valladolid, las manzanas ecológicas, el chocolate de comercio justo, el pollo de pastoreo (ya me contarán cómo se pastorea un pollo), y todo eso nos lo cuentan. A mí me importa solo que sea lo mejor. Prefiero cosmopolitismo a nacionalismo, km. 10.000 que Km. 0, porque además estas modas “tan modernas” son profundamente reaccionarias en un mundo global y gravemente perjudiciales para el octavo exportador mundial de productos agroalimentarios o sea, España. Si cunde este ejemplo “tan guay” entre nuestros compradores internacionales, será la ruina del sector.
La escalibada es agradable y con verduras bien asadas, así como las estupendas anchoas, pero ¿es posible que no esté buena una escalibada con anchoas?
Como casi solo hay pizzas y hortalizas, hemos pedido también salteado de verduras con huevo azul. Están agradables si a uno el salteado le gusta casi inexistente, porque se acuerdan de poner los productores en la carta, pero no del punto de cocción de las verduras, por lo que están casi crudas.
El pollo de pastoreo está bueno y el toque de josper lo llena de aromas ahumados. Esta bien de punto pero no me siento capaz de hacer una oda al pollo asado.
Todo lo contrario que la pizza, con los bordes completamente quemados. Lleva champiñones, jamón ibérico y una yema de huevo que sigo sin entender que pinta.
Postres al uso: tiramisú, helados (artesanales, por supuesto), tarta de queso, tarta de chocolate y crumble de manzana. ¿Alguna idea para hacerlo más banal y al uso? El crumble es en realidad manzana asada con algo de migas crujientes y, eso sí, un excelente helado de yogur.
La tarta de chocolate -ya saben, comercio justo, fundamental para que tenga buen sabor y elaboración- está agradable también. Cremosa, intensa y con poca cantidad de azúcar. Seguramente lo mejor de la comida, con la escalibada.
Y ya está. Casi. Resta recordar algo que parecía faltar: hay bebidas de kombucha ecológica y de naranja y limón, adivinen… ecológicas también, por supuesto. En resumen, que igual que en algún arte del siglo XX importaba más el manifiesto que la obra, aquí lo político, lo ecológico, lo sostenible, lo progresista pijo y la palabrería importan mucho más que la comida. Y no lo duden, mucha gente paga por esto.