Las drogas no se dejan de un día para otro, como dice Miguel Bosé
“Las fuerzas que a uno le hacen tomar estas decisiones tan radicales solo vienen de dentro”, sentenció.
“Lo dejé todo el mismo día, al mismo tiempo, subiendo unas escaleras hacia un escenario”. Esta rotunda afirmación fue la que hizo Miguel Bosé cuando Jordi Évole le preguntó este domingo en la última emisión del programa Lo de Évole (laSexta) sobre su adicción a las drogas.
El cantante de temas como Morenamía confesó que consumía hasta dos gramos de cocaína diarios junto a otras sustancias estupefacientes y que mantuvo su consumo durante unos 20 años, desde aproximadamente el 1989 hasta 2014. “He llegado a consumir casi dos gramos diario, más fumar maría, éxtasis...”, detalló.
Este mensaje suscitó numerosas críticas en redes sociales, donde muchos espectadores advirtieron lo peligroso que era ese mensaje tanto para quienes consumen como para sus familias.
Para María Hurtado, coordinadora y psicóloga clínica de AGS-Psicólogos Madrid, las personas que tienen una adicción no la dejan de un día para otro.
“Cuando hablamos de adicción, nos referimos al consumo habitual de
uso de sustancias donde la persona adquiere una serie de hábitos cuya
consecuencia es adquirir un grado de dependencia donde la persona no es capaz de dejar de hacerlo por voluntad propia”, explica.
En esto coincide con Elena Presencio, directora general de la Asociación Proyecto Hombre, quien recuerda que “problemas que nos han llevado años de nuestra vida no se resuelven de un día para otro”. Sin embargo, señala que cada caso es un mundo y puede que alguien tome la decisión de dejar de consumir un día. “Lo que veo son los problemas de más de 18.000 personas que atendemos anualmente”, señala.
“La realidad es que se sale, pero se necesita apoyo, acompañamiento, ayuda. La persona es la que sale, pero acompañada por profesionales que desarrollan la competencia de las personas, evalúan el entorno y las circunstancias”, recalca Presencio.
Para la psicóloga, el mensaje de Bosé en el que dijo que “todo estaba en la mente” y que “las fuerzas que a uno le hacen tomar estas decisiones tan radicales solo vienen de dentro” son un modo de expresar la fuerza de voluntad, aunque advierte de la potencia de estos mensajes. “Cualquier persona famosa o conocida tiene un poder y una influencia sobre lo que dice, y supone un movimiento de masas”, detalla Hurtado.
“Nosotros como profesionales tenemos que enfocar de manera adecuada el tratamiento más efectivo, pero el 80% de dicha eficacia depende del paciente y de su motivación a querer abandonar el consumo, por eso es muy importante
medir esta variable ya que si la persona viene forzada o sin conciencia
de que tiene un problema, es muy complicado poder ayudarle”, explica la psicóloga.
En esto coincide Presencio, quien recalca que si alguien ingresa en el programa sin una motivación no consigue salir. “Puede ser porque vaya a perder el trabajo, porque la familia le dé un ultimátum o incluso penal, es legítima pero tiene que haberla”, señala.
Lo primero que hay que hacer para establecer un tratamiento es, tal y como señala Hurtado, “medir el grado de tolerancia y dependencia” para determinar “la gravedad y la necesidad de un tratamiento”.
En el caso de Bosé, con un consumo prolongado de más de 20 años, Hurtado apunta a que “lo normal es que sea un grado de adicción elevado”. “Si hablamos de tanto tiempo, lo normal es que requiera pasar primero por una fase de desintoxicación con un ingreso para poder superar los
síntomas del síndrome de abstinencia”, añade.
Tal y como explica, lo siguiente sería pasar a la “fase de deshabituación donde hay que ayudar al paciente a reestructurar su vida con nuevos hábitos contrarios a los que llevaba realizando en un pasado”.
En este sentido, Presencio explica que el perfil de consumidor de droga ha cambiado y ya no es el prototipo que se tenía en los 80 con grandes problemas estructurales, sino que se trata de gente que consume “principalmente alcohol y cocaína” y que, en muchos casos, tienen trabajo y están dentro de la sociedad.
“Para ellos tenemos programas que duran meses o años y que mantienen su vida dentro de la estructuración que pueden tener y tratan de poner en orden su autonomía y su vida ,porque las adicciones lo que consiguen es que tomen las riendas”, agrega.
“En un momento afecta a todas las áreas de tu vida: la familiar, la laboral, el ocio y el tiempo libre, la relación con otras personas...”, recuerda. Presencio señala que esta fase suele ser ambulatoria, mediante terapias grupales o entrevistas personales, pero en caso de que las personas no tengan casa se puede optar porque sea residencial.
El proceso de desintoxicación y la deshabituación, tal y como señalan en la Clínica Galatea, suelen durar unos dos meses de media. De hecho, indican que muchas terapias de la fase intensiva de la deshabituación “realizan 16 sesiones grupales a razón de 4 por semana”. Por lo que parece impensable pasar por eso sin ayuda especializada y tampoco sin un grupo de apoyo.
Una vez llegados a este punto, Hurtado recuerda que “pueden existir recaídas”. “No es tan importante que ocurran sino que la persona aprenda de ellas, se analice qué factores la han producido y que se vuelva a levantar, para que los episodios de no consumo sean cada vez más prolongados hasta que existiera una abstinencia completa”, detalla.
Presencio apunta también a la fase de “reinserción” en la que las personas que no tengan trabajo, lo buscan o establecer nuevas relaciones sociales.
A pesar de asegurar que ya no consume, Bosé sí que admitió que estas influían en su creatividad e incluso habló positivamente de ellas. “Las drogas son unos estados que utilizados bien dan mucho conocimiento y te dan puntualmente unas visiones de cosas que son interesantes, revolucionarias, incluso. Cuando pasan a ser un consumo habitual, pierden ese sentido”, explicó en su entrevista con Évole.
Para Hurtado estas afirmaciones no van asociadas a un “control” ni a una no dependencia de las sustancias. “El asociar el consumo a esa área no limita o no supone que haya un control, lo que conlleva es que ese ámbito potencie y se le dedique más tiempo, abandonando otras cosas de su vida igual de importantes como la familia o el trabajo”, detalla.
Para Presencio, no hay que generar alarma social al respecto porque “no todo el que tiene un consumo va a ser una persona con problemas de adicciones, porque no sería real”. Lo que sí admite es que una de las expresiones que más escucha durante el tratamiento es “yo controlo” o “yo controlaba”. “Esa pérdida de control es un proceso habitual”, señala.
De hecho, Hurtado explica que aunque el consumo se dé en un área determinada no quiere decir que no se pueda desarrollar en otras. “La adicción es como las fichas de un dominó, que se desarrolle o se dé ahí no significa que no pueda ocurrir en otros momentos”, apunta.
“Hay que analizar dónde se produce el consumo, cuáles son los factores de riesgo y cuáles los de protección, qué personas, situaciones, actividades o estados emocionales son las que facilitan o previenen el consumo”, detalla la psicóloga.
Este análisis se daría en lo que los expertos llaman la “prevención de recaídas” y consiste en que la persona identifique lo que “le beneficia o le perjudica”.
Para Presencio la recaída no es tan importante como prestar atención a las sustancias: “Se camuflan en el paisaje y no le prestamos la atención debida, empiezan a formar parte de nuestra vida y se convierten en una adicción, y eso afecta tanto a nivel personal como a todo nuestro círculo”.
La especialista explica que “la percepción del riesgo es muy baja”. “Las drogas tienen consecuencias en tu vida y, sobre todo, en los jóvenes y su desarrollo”, avisa.
A las adicciones no se les dice adiós al subir a un escenario. Tal y como dice Hurtado, “nunca hay que perder de vista que es algo que va a estar toda la vida. Lo importante es cómo la persona maneje su vida para conseguir evitar
volver a recaer”.