Miguel Ángel Muñoz: "Yo entiendo la terapia como el gimnasio de mis emociones"
Entrevista con el actor de 'UPA Next' y 'Bosé', además de director de '100 días con la Tata'.
Miguel Ángel Muñoz (Madrid, 1983) pasó el confinamiento junto a su Tata, que aunque muchos piensen que es su abuela no lo es. Luisa Cantero es en realidad hermana de su bisabuela y fue la persona que lo cuidó de pequeño. Con la irrupción de la pandemia cambiaron las tornas y fue él quien pasó a cuidarla ella. Para animarla y entretenerla crearon Cuarentata, una cita en las redes sociales que terminó convirtiéndose en viral.
Todo comenzó con un vídeo para animar a los españoles a quedarse en casa, pero la Tata, que entonces tenía 95 años, acabó conquistando en una cita virtual diaria a personas de todo el mundo por su naturalidad y su manera de ver la vida. También por su buena química con Muñoz, quien cada día se devanaba los sesos por sorprenderla con algo. Su convivencia quedó reflejada en la película documental 100 días con la Tata, disponible en Filmin y en Netflix.
En la cinta (sin hacer spoiler), el intérprete debe afrontar el retomar su vida y el volver a trabajar tras ese parón debido al coronavirus. A día de hoy no le faltan los proyectos y se le acumulan los estrenos, desde UPA Next —proyecto que, según recalca, no es un reencuentro ni un volver a hacer lo mismo— hasta Bosé, por citar solo un par.
Tienes varios proyectos en marcha pero comienzo preguntándote por el que tiene mordiéndose las uñas a muchos de tus seguidores, UPA Next. ¿Qué sientes al retomar el personaje de Tito Rober y cuál será su lugar en esta nueva entrega?
Estoy muy contento. Me costó mucho aceptar la propuesta porque le tengo mucho cariño y, sobre todo, mucho respeto a lo que hicimos, que posiblemente ha sido de los mayores éxitos que ha habido en la televisión de nuestro país. Volver a retomar un proyecto que fue tan exitoso, para mí era muy complicado.
Tras muchas conversaciones y decirles que para mí nunca sería esto ni un retorno ni que vuelve, como aparece en todos los lados, para mí es algo nuevo y diferente y así lo refleja el guión: vengo de Miami para montar un musical con unos chicos nuevos con mucho talento que permanecerán en aquella escuela en la que estuvimos nosotros. Estoy encantado con las tramas y muy feliz con todos los chicos jóvenes, que vienen con muchas ganas, que son muy talentosos. Sentirme un poco padrino de una nueva generación que canta, que baila y que va a hacer un proyecto muy interesante es muy emocionante.
¿Cómo ha sido el reencuentro con excompañeros como Mónica Cruz y Beatriz Luengo? ¿Manteníais el contacto?
Es que no es reencuentro, para mí es un proyecto nuevo, diferente y distinto en el que trabajo con Mónica y Beatriz, con las que no te digo que hablo todas las semanas pero nunca he perdido el contacto. Al igual que con Pablo acabo de hacer una película [En otro lugar] y también llevábamos años sin trabajar juntos pero no de perder el contacto. Reencuentro suena a que volvemos a hacer lo mismo que hace 20 años, y no tiene nada que ver.
Te acabas de poner en la piel de Julio Iglesias para Bosé, que eso debe ser todo un reto. ¿Qué fue lo más difícil para ti? ¿La caracterización, el gesticular, la voz...?
Te diría lo primero que ha sido una grandísima noticia e ilusión, y hasta ahora es el personaje con el que mejor me lo he pasado, porque Julio es tremendamente divertido, carismático y así se refleja en esta serie, donde sale a la palestra lo más icónico de él. En cuanto a caracterización, hay una convención dentro de la serie, que no hay caracterizaciones superespecíficas ni concretas. En este caso sí utilizamos una prótesis dental, porque su sonrisa es muy característica, pero se trataba sobre todo de robar su esencia, su energía, su manera de moverse... y eso ha sido muy, muy divertido.
Por supuesto, están también su vocabulario y su manera de expresarse, pero no se podía tratar de imitar. Es un personaje tremendamente imitado y caricaturizado; en este caso lo que prima es la historia y en cuanto entras en la convención de que ese actor que hay ahí le interpreta, que en este caso soy yo, pues ya está. Ves a Julio pero a través de mí como actor.
Tengo muchísimas ganas de que el trabajo se estrene. Dentro de muy poco se estrena también la comedia romántica Daddy daugther trip, que rodé a las órdenes de Rob Schneider en Arizona, y estoy con muchas ganas de que vea la luz porque llevaba un tiempo sin trabajar en Estados Unidos y en inglés. Aparte, sigo también de gira con la obra El síndrome del copiloto.
No te faltan proyectos...
La verdad es que no, estoy en un momento muy bueno y muy agradecido a la vida. Después de haber pasado una pandemia y demás, de repente, no solo por el documental 100 días con la Tata y todas las alegrías que eso me ha dado, ha sido un no parar de trabajar desde entonces.
Ahora eres también imagen de Wabi. ¿Dónde te gusta escaparte en esos momentos de ‘cojo el coche y desaparezco’?
Cojo un coche y me voy donde quiera. A mí me encanta conducir y de repente tener libertad y de un momento para otro poder decidir irme de viaje. Cuando no tienes coche o de repente quieres hacer algo muy exprés, una aplicación como la de Wabi, que puedes escoger el tipo de coche que te dé la gana, en cualquier momento, por el tiempo que tú quieras, sin permanencia... lo tiene todo. Lo digo en los vídeos y lo digo de verdad, es un win-win. Si quieres hacer un viaje, en mi caso que puedo decidir con muy poca antelación por mis planes de rodaje, al final tomar un contrato de alquiler al uso siempre se te va más caro.
Dicen que al volante sale la verdadera personalidad... ¿cómo eres conduciendo?
Tengo que decir que para mí estupendo, pero si tengo prisa, para los que van conmigo seguro que no tanto. Todos los que conducimos desde hace muchos años nos creemos que somos los mejores conductores del mundo, pero creo que nadie lo es. Estoy muy contento porque hace nada revisé mis puntos y los tenía todos.
Es cierto que es uno de los lugares más estresantes, sin embargo para mí es de los lugares donde más cómodo me siento. Me encanta conducir, también viajo mucho y en todos los países donde he vivido siempre he utilizado coche, no me importan las distancias largas... para mí es desconectar. Si estoy en un atasco o me hacen una pirula, ahí puede ser que pierda los nervios, pero nada demasiado grave.
Algún paseíllo le habrás dado a la Tata. ¿Cómo está, cómo se encuentra?
Está estupendamente. Todas las semanas intentamos sacar un tiempo por lo menos para irnos a comer a uno de sus sitios favoritos, a Casa Labra, a Casa Mingo, y encantada. Hacer cosas juntos nos divierte y conducir y llevarla de copiloto a ella también. No nos vamos demasiado lejos porque ya tenemos una edad que no estamos para demasiados trotes, pero en vez de coger y que nos lleven, me gusta ser el piloto y llevarla a ella.
¿Es consciente de lo querida que es y del hit mundial que está siendo el documental?
Sí y no. Ella es muy humilde y no puede no ser consciente porque le leemos todas las cosas que le dicen en su cuenta de soylatatareal y en internet, lo que van diciendo los medios nacionales e internacionales... pero no le da importancia. Ella es feliz con muy poco, pero sí es cierto que las muestras inmensas de cariño que recibe cada día le hacen ilusión. Sin embargo, sí que soy mucho más consciente de lo extraordinario que ha sido el éxito de la película y lo lejos que está llegando, pero aunque se lo explique le cuesta algo entenderlo. Es tan, tan humilde que piensa que no ha hecho nada extraordinario y yo le digo que sí lo ha hecho y que ella es extraordinaria.
¿Qué enseñanza te llevas de vuestro tiempo conviviendo?
En la película hablo de muchas, que fui descubriendo en la sala de montaje. Lo importante que es el amor en la vida para subsistir, para vivir con alegría y con dignidad. Cómo hay que envejecer; creo que ella es un ejemplo extraordinario en cuanto al talante que hay que tener para aceptar la vejez y la falta de independencia. Y luego, en lo que estoy sobre todo, que también es uno de los temas principales, el poder ser feliz haciendo menos. Hago demasiadas cosas y tengo demasiados inputs de adrenalina por mi profesión, por empezar tan niño en esto, que hacen que busque la felicidad en cosas muy grandes. Y gracias a ella veo que está en las cosas pequeñas, aunque reconozco que me cuesta mucho todavía.
Se ve en pantalla que eres un culo inquieto de manual...
Así es. No paro quieto un segundo.
También se ve mucho lo sacrificado que es el papel del cuidador y lo que desgasta. De hecho, a medida que logras que ella remonte, te vas deteriorando tú... ¿te costó darte cuenta de la necesidad de cuidarte a ti mismo?
Cuando este proyecto decidí que iba a ser una película documental y no solamente hablar de lo que yo quería, que era sobre todo el miedo a la muerte, que es el proyecto en el que llevaba trabajando 12 años, ahí es donde me doy cuenta de que lo que nos ha surgido es tan extraordinario que no lo puedo ficcionar y decido contarlo. Efectivamente, a mí me pasó una factura brutal y lo cuento a corazón abierto e incluso mostrando mis sesiones de terapia.
Cuando la mente no puede más o no sabe lo que te está pasando, el cuerpo es el que actúa, y en mi caso vino con dos hernias discales cervicales de las cuales me sigo recuperando. No es que fuera por la pandemia, pero un estado de estrés tan elevado hace que el cuerpo, si tú no paras, te pare. En eso sigo, en intentar cuidarme lo máximo posible para poder cuidar a mi Tata y a la gente que quiero de la mejor manera. Pero como digo en la película, uno tiene que cuidarse primero para poder cuidar al resto, porque si no la balanza se desequilibra y cuando uno pone todo en su familia, en su pareja, en sus amigos, y se olvida de sí mismo, al final tampoco funciona.
Sobre la película, Octavio Salazar, uno de nuestros blogueros, escribió sobre ti que se necesitan “revoluciones masculinas” y que verte da “una lección a los varones”. ¿Nos abre un poco los ojos el hecho de ver como cuidador a un chico y joven?
Yo es que lo hago con toda la naturalidad del mundo pero es algo que no paran de decirme desde que se empezó a ver la película. Me alegro, me alegro muchísimo. No la hice con la intención de dar una lección sobre nada, ni de hablar de todos estos temas importantes a propósito. Han surgido dentro de la sala de montaje por la relación que tenemos. Pero efectivamente, no es habitual ver a un hombre que cuide, y que cuide de una mujer, creo que es algo cultural y que está bien que tengamos contenido accesible e inspirador respecto a esos temas.
No solamente respecto al cuidado; creo que una cosa muy importante que se ve en la película es lo bien que me lo paso con mi Tata. Es tremendamente divertida, para mí estar con ella es un planazo. No es solamente cuidar un hombre a una mujer, sino que una persona joven, 60 años menor que la otra, que una de sus prioridades en la vida sea pasar tiempo con ella porque realmente le hace bien. Me hace mucho bien en la justa medida, como hablábamos antes.
Enseñas directamente una sesión tuya en terapia.¿Cuándo empezaste a acudir y por qué diste ese paso? ¿Por gestión de la fama o qué te impulsó a empezar?
Para mí, en la película si hay algo de lo que quería hablar cuando concebí este proyecto, que en principio iba a ser para mí, tenía que ver con la muerte y la terapia. La terapia es muy importante para mí, hará 15 o 16 años que la hago regularmente, prácticamente todas las semanas. Normalmente la entendemos como problema-búsqueda de solución, yo entiendo la terapia como el gimnasio de mis emociones, del alma, el poder cuidarme por dentro al igual que intento cuidarme por fuera. La sociedad nos invita a que nos cuidemos de una manera exterior y la terapia nos ayuda a cuidarnos de una manera interior.
La primera vez que apareció en mi vida fue en una manera fortuita, cuando entré por primera vez en el estudio de Juan Carlos Corazza, donde en la manera que tiene de enseñar hay mucho autoanálisis y mucha búsqueda de uno mismo para poder ofrecer lo mejor, e incluso lo peor de cada uno a los personajes que interpretamos. Ahí abrí una puertecita. Tuve la oportunidad de conocer a Claudio Naranjo y hacer el protoanálisis y el SAT con él en Argentina hace ya un montón de años y esa búsqueda personal no ha cesado desde entonces. Todas las semanas necesito ir a ver a mi terapeuta y, cuando estoy en un momento más complicado, también.
Decidí mostrarla en la película porque creo que es importante ver que solos no podemos con todo y a veces necesitamos ayuda, igual que para estar bien físicamente, también para cuidarnos la mente.
Sobre la apariencia física, mucho se ha hablado de la tiranía para las actrices, ¿los hombres la sentís también o no en la misma medida?
La sociedad, desgraciadamente, a nivel estético ha sido y es todavía más cruel con la mujer que con los hombres. Yo particularmente nunca he sentido esa presión, también es cierto que tengo suerte en cuanto a genética y en cuanto a hiperactividad que, en esta vida frenética que llevo, el cuerpo me ha acompañado y no he tenido que hacer ningún esfuerzo extraordinario para ningún trabajo y tampoco para sentirme valorado o querido de cara a los ojos exteriores. Sí creo que es algo que la sociedad nos invita a ponerle demasiada atención y, volviendo al tema de antes, creo que es muy importante ponérsela a cómo estamos por dentro. De esta manera podremos mirarnos a nosotros con más compasión y también al mundo que nos rodea. Esa presión, cuando uno se siente bien con uno mismo, mengua un poco.
¿Cómo es tu relación con las redes sociales?
Tengo mucha suerte y no me he encontrado con apenas haters. Es cierto que también intento utilizarlas de la forma más positiva posible. Hay gente que le divierte seguir lo que hago en lo profesional y lo que a mí me apetezca compartir personal, intento que se lleven una sonrisa o algo positivo. Intento no utilizarlas para quejarme o para exponer mis ideas más controvertidas. Mis comentarios los comparto más en privado o los guardo para mí porque muchas veces no me siento con información suficiente como para sentar cátedra por nada.
Desde que pasé por la aventura MasterChef el público me conoció más a mí que a mis personajes y en general siento que caigo bien, querido, y es agradable. Pero si en algún momento veo algo que no me divierte, una falta de respeto hacia alguien o un comentario fuera de sí, lo que hago es que silencio o bloqueo.
Hace poco le contabas a Mariola Cubells tu sueño de ser el Zorro. ¿Te queda alguno más por cumplir?
¡Un montón, personales y profesionales! Lo que pasa es que muchas veces ambos no dependen de uno, pero sobre todo los profesionales. Me di cuenta hace muchos años de que la suerte es un factor muy, muy, muy importante en la carrera profesional y no los tengo como objetivos que luego se conviertan en una expectativa y en una posible frustración. Pero me encantaría hacer mil personajes que no he hecho, un musical, ir a Broadway, hacer un personaje tan interesante como el que hizo Javier [Bardem] en Antes de que anochezca...
A nivel personal me encantaría correr mínimo otras tres o cuatro maratones más, escalar un glaciar —otro pero más alto, que me he quedado en 5.350 metros—, montar en globo, pilotar aviones... La vida se me queda corta para todos los planes que tengo, pero una de las cosas en las que trabajo en terapia, y que cada vez que veo 100 días con la Tata me lo recuerdo, es que la felicidad no está en cumplir esos retos sino en disfrutar de las cosas pequeñas cada día.
Cada día intento ser feliz, pero luego tengo mis zanahorias a lo largo del año a ver si las consigo coger. Pero eso no hace que a final de año no diga ‘he hecho dos obras de teatro, tres películas, he presentado los Platino... he sido más feliz’. En el de la pandemia no hice nada a nivel profesional y el mero hecho de poder estar con una de las personas más importantes de mi vida y el cuidarnos juntos, pues creo que ha sido el mejor y no cumplí ningún reto ni personal ni profesional.