Miguel Ángel Blanco, explicado al 60% de jóvenes que no sabe quién fue ni qué representó su asesinato
Se cumplen 25 años del secuestro y asesinato del concejal del PP en Ermua.
El 12 de julio de 1997, dos disparos resonaron por toda España. Eran las 16:00 horas de un caluroso sábado de verano y el país aguantaba la respiración esperando que la cordura se impusiera al sinsentido. Pero ETA cumplió su amenaza y asesinó a Miguel Ángel Blanco dos días después de secuestrarle, provocando una oleada de indignación, ira y tristeza que marcó a toda una generación.
Hoy, 25 años después de aquel terrible asesinato, un 60% de los jóvenes no saben quién es Miguel Ángel Blanco y qué supuso su ejecución. Un signo de los tiempos fruto del fin del terrorismo de ETA, que anunció su final en 2011. Porque si, según el CIS, en 1997 era el principal problema para el 37% de los españoles, llegando a convertirse en la máxima preocupación para el 80% en el año 2000, hoy no lo es para nadie.
Pero el fin del terror no justifica la desmemoria. 25 años después, recordamos quién fue Miguel Ángel Blanco y cómo impactó en la sociedad su cruel asesinato.
QUIÉN FUE MIGUEL ÁNGEL BLANCO
Cuando el nombre de Miguel Ángel Blanco saltó trágicamente a la actualidad nacional e internacional, era un joven de 29 años que llevaba un par de años siendo concejal del PP en el Ayuntamiento de Ermua (Vizcaya), desde las elecciones de 1995.
Hijo de Miguel y Consuelo, ambos de Ourense, de joven trabajó de albañil con su padre. Después se licenció en Económicas y trabajaba en la consultoría Eman Consulting en Eibar, a donde viajaba cada día en tren desde Ermua, su localidad natal.
Aquí le podemos ver en el Ayuntamiento de Ermua ejerciendo su labor como concejal del PP en marzo de 1996.
CÓMO FUE SECUESTRADO
Tras varios días siguiéndole, tres miembros de ETA abordan a Miguel Ángel Blanco cuando salía de la estación de tren de Eibar camino de su trabajo.
Acababa de comer con sus padres en Ermua, a unos tres kilómetros de allí, y se dirigía, puntual, como habitualmente, a proseguir su jornada laboral.
Los etarras tenían previsto secuestrarle el día anterior, pero Blanco había acudido a su trabajo en el coche de su padre en lugar de tomar el tren como de costumbre.
Al día siguiente, sin embargo, no fue así y los etarras pudieron, a punta de pistola, llevárselo por la fuerza. Fue Irantzu Gallastegi, alias Amaia, quien lo abordó y se lo llevó a un coche situado en la calle Ardanza, muy cerca de la estación.
Dentro les esperaban Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, y José Luis Geresta Mujika, alias Oker, componentes del llamado comando Donosti.
Eran las 15:30 horas del jueves 10 de julio.
QUÉ PEDÍA ETA
La puntualidad habitual de Blanco provocó sospechas en los compañeros de trabajo del concejal cuando no lo vieron aparecer. Además, ese día Miguel Ángel tenía una cita con un cliente.
Media hora después de su secuestro, una llamada anónima grita esto a una de las secretarias del entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja: ″¡Hijos de puta, lo de Ortega Lara lo vais a pagar. ¡Gora Euskadi Askatuta!”.
Pocos minutos después, el diario Egin publica un comunicado de ETA anunciando el secuestro de Blanco y las exigencias de los terroristas a cambio de su liberación: acercar a los centenares de presos etarras a las cárceles vascas. En caso contrario, a las 16:00 horas del sábado 12 de julio acabarían con su vida.
Sobre las 18:00 horas, los responsables de este periódico llamaron a la Ertzaintza y al PP en Bilbao, comunicándoles el secuestro.
El Gobierno, entonces presidido por José María Aznar, se negó a aceptar lo que calificaron como un “chantaje” para obligarles a cambiar de política penitenciaria.
CÓMO FUE ASESINADO
Todavía hoy, 25 años después de su secuestro y posterior asesinato, nada se sabe de dónde escondieron los etarras a Miguel Ángel Blanco.
Según se ha podido saber de la investigación judicial del caso, los etarras buscaron una lonja para esconderse con Blanco durante un par de días, pero las gestiones de la persona a la que se lo pidieron no dieron resultado, por lo que encontraron un lugar alternativo todavía desconocido.
Sí se conoce, por escuchas policiales al comando Donosti, que horas antes de ser asesinado el concejal pensaba que se lo llevaban para cambiar de secuestradores, no para que lo mataran.
Tras sacarle de donde lo tuvieran escondido, metieron a Miguel Ángel, encapuchado y maniatado con un cable, en el maletero de un coche. De allí se lo llevaron a un descampado a las afueras de Lasarte, localidad cercana a San Sebastián y a unos 45 kilómetros de Eibar, donde fue secuestrado.
Según diversas informaciones, fueron Txapote y Geresta Mújica quienes le sacaron del vehículo mientras Gallasgtegi se quedaba al volante.
Tras caminar unos metros, Geresta Mújica obligó a arrodillarse a Blanco mientras Txapote se situaba tras él y le pegaba dos tiros.
Eran las 16:00 horas del 12 de julio de 1997.
Cuarenta minutos más tarde, dos senderistas que paseaban con su perro se encontraron al concejal del PP agonizando en el suelo.
Fue trasladado al hospital Nuestra Señora de Aranzazu de San Sebastián, donde ingresa a las 17:30 horas todavía vivo, sí, pero en una situación de “extrema gravedad”.
La noticia salta a los informativos de todo el país y también a Ermua, donde su alcalde, Carlos Totorika, se dirige a la multitud que aguardaba frente al Ayuntamiento noticias del concejal.
“Nos han confirmado que Miguel Ángel ha sido asesinado”, dijo. Al grito de dolor de los presentes se añadió el de ”¡Asesinos!” e ”¡Hijos de puta!”.
Aunque Blanco todavía seguía con vida, su situación era tan crítica que apenas logró sobrevivir unas horas.
Sobre las 5 de la madrugada del domingo 13 de julio, Miguel Ángel Blanco fallecía fruto de las gravísimas lesiones cerebrales que había sufrido.
QUÉ SUPUSO SU ASESINATO
El dolor por la muerte de Miguel Ángel Blanco recorrió toda España. Aquel latigazo no sólo fue de pena, sino también de rabia, ira e indignación.
Desde el primer momento en que fue secuestrado, se sucedieron en todo el país manifestaciones exigiendo su liberación.
La misma tarde del secuestro, Ermua, su pueblo, se echó a la calle. Una localidad de apenas 16.000 habitantes prácticamente entera se volcó con su vecino y con su familia.
La movilización ciudadana fue histórica. Horas antes del asesinato, más de medio millón de personas se manifestaron en Bilbao para pedir a ETA que liberase a Miguel Ángel. Aquella manifestación la encabezó el entonces presidente, José María Aznar, acompañado del lehendakari José Antonio Ardanza, y demás líderes de partidos vascos. No se había visto nada igual hasta entonces en la capital vizcaína.
Tras el atentado, la indignación y la rabia fueron a más. Dos días después del asesinato, en Madrid se echaron a la calle más de millón y medio de personas y en Barcelona hicieron lo mismo un millón de manifestantes.
España decía basta ya al terrorismo. Al día siguiente de aquellas masivas movilizaciones se sumaron 500.000 en Sevilla y 300.000 en Zaragoza.
La ciudadanía respondía así al hartazgo a la violencia terrorista, que veía cómo apenas nueve días después de la liberación del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, secuestrado por ETA durante 532 días, se producía la agónica cuenta atrás de la vida de Miguel Ángel Blanco.
Fue lo que más tarde se conoció como el espíritu de Ermua, una reacción social sin precedentes contra ETA.
Aquel fue el tercer secuestro acabado en asesinato por parte de ETA, el 77 de toda su historia. Y también fue el último.
ETA siguió matando. Con bombas, con más tiros en la nuca. Miguel Ángel Blanco fue la víctima número 778 de las 854 de la banda. Todavía quedaba mucha sangre por derramar. Pero aquel asesinato a sangre fría fue un claro antes y después en la sociedad española y en la sociedad vasca, que se prometió que aquellas terribles 48 horas no caerían en el olvido.