Miente, que algo queda
La política deja todas las semanas mentiras y medias verdades con las que ya nos hemos acostumbrado a convivir.
Sufrimos infección de Fake News: noticias que son puro engaño y, pese a ello, miles de personas dan por ciertas sin dedicar un sólo segundo a cuestionar su veracidad. No sólo eso: en demasiadas ocasiones, ese lector perezoso contribuye a propagar el virus retuiteando la 'información', compartiéndola en sus muros de Facebook o enviándola alegremente a sus grupos de WhatsApp. Uno de los mayores responsables de esa proliferación de bulos son los medios de comunicación. A veces actúan como correa de transmisión y no pocas son el mismo origen de la mentira.
Sin duda los medios tienen mucha responsabilidad en el éxito de las Fake News, pero no son los únicos. Apenas se requiere echar un somero vistazo a lo que se ha dicho en la última semana para concluir que la contaminación proviene de varios frentes y, lo que es peor, que estamos acostumbrados a convivir con ella.
Porque una Fake News de libro es Manual de resistencia, la autobiografía de Pedro Sánchez. Son poco más de 300 páginas de distorsión interesada de la realidad a mayor gloria del presidente del Gobierno. Más allá de la anécdota del colchón (reflejada en la primera página, cota en la que se han quedado la mayoría de los que critican o alaban sin un atisbo de rubor la totalidad del libro), el relato que ofrece Sánchez de sí mismo y de su gestión política es tan idílico, tan churchilliano, tan pagado de sí mismo, que incita a sospechar que muy poco de lo que se cuenta sucedió tal y como se relata. A lo sumo, es un compendio de medias verdades. En todo caso, sería injusto cebarse con el libro: las memorias de Aznar eran igual de torticeras e, incluso, más bochornosas por narcisistas. Manual de resistencia es una lectura recomendable siempre y cuando el lector sea consciente de que sus páginas contienen la verdad de Pedro Sánchez. Que no es, obviamente, toda la verdad.
Fake News también fueron las que propagaron los líderes independentistas las semanas previas y posteriores al 1-O. En noviembre de 2017 Carme Forcadell ya hizo su particular spoiler de la idea a la que se aferran con fuerza los principales encausados en el juicio del Procés: la Declaración Unilateral de Independencia no fue ni Declaración ni Unilateral ni de Independencia, sólo se trató de un acto simbólico. De una mentira.
Una idea similar ha defendido esta semana el exconseller de Independencia Jordi Turull, para quien la DUI no fue uno de los mayores desafíos sufridos por el Estado español en las últimas décadas, sino una simple "expresión de voluntad política". La semana del juicio del procés ha sido el de la negación de la realidad: todo fue una gran mentira. No hubo DUI, la Generalitat no organizó un referéndum el 1-O, no habilitó locales públicos, no se encargó ni de los sobres ni de las papeletas ni de las urnas ni controló el censo ni publicitó el referéndum, pese a que hay dos facturas de TV3 por valor de 220.000 euros que alguien deberá pagar por... publicitar el referéndum del 1-O. Todo fue un enorme bulo del que los líderes independentistas se valieron para torcer el cuello de la convivencia, la democracia y el Estado de Derecho.
Habrá que esperar un par de meses para saber si es una verdad, una mentira a secas o una mentira a medias, pero el órdago aprobado por unanimidad de la Ejecutiva de Ciudadanos de aplicar un cordón sanitario contra el PSOE parece a día de hoy una decisión apresurada por la campaña electoral que, una vez se conozcan los resultados y en función de la conveniencia del partido de Rivera, se podrá llevar el viento al grito de 'circulen, aquí no ha pasado nada'.
Las incoherencias de Albert Rivera hace tiempo que dejaron de ser materia de debate: las hay de sobra como para intuir que, si la necesidad aprieta, Ciudadanos cambiará de opinión sin demasiados problemas para lanzarse en brazos del PSOE. Su 'no' al PSOE podría ser igual de rotundo que el que dio ante la posibilidad de facilitar un Gobierno de Mariano Rajoy, en cuyo regazo se acunó poco después. Más allá del potencial Fake News —el tiempo dirá— del no apoyo: la jugada de rechazar de plano una posible alianza con el PSOE es, además de tremendamente arriesgada y muy difícil de entender, una contribución a la credibilidad del libro de Pedro Sánchez. Son varias las páginas en las que el líder del PSOE expresa su estupor ante el veloz tránsito de Rivera del centro derecha a la derecha: visto lo visto, esa sí es una verdad.
Y para verdad sin tacha, la de Vox, que ha pedido la identidad de los trabajadores que evalúan la violencia contra las mujeres en Andalucía. Ojalá, esta sí, fuera una gran mentira.