Mi doble mastectomía fue arriesgada y aterradora, pero también la mejor decisión de mi vida
Quienes se oponen a nosotros se hacen oír tanto y son tan influyentes que a veces doy gracias simplemente por el hecho de mantener mis derechos.
Soy una de esas personas con género indefinido de las que te advierten los periódicos de derechas. Soy transexual de género no binario, lo que quiere decir básicamente que no me identifico con el género con el que me criaron y que no creo que el género tenga solamente dos opciones.
Me he sentido así toda mi vida, pero no siempre he tenido el vocabulario para explicarlo. Por pretencioso que pueda sonar, intento vivir según el mantra de Sherlock Holmes: “Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”. No puedo explicar por qué existimos las personas como yo, solo sé que existimos, que siempre hemos existido y que seguiremos existiendo.
Ese es el motivo por el que hace un año me sometí a una cirugía para reafirmar mi identidad de género. Más técnicamente, una doble mastectomía con reconstrucción de los pezones para darle a mi pecho una apariencia más “masculina” en línea con mi identidad. Aunque algunas personas lo ven como un cambio drástico, para mí fue como empezar a sentirme en casa. La pubertad fue un proceso cruel que me alienó de mi cuerpo y lo cambió de formas que me resultaban completamente erróneas. Aunque al principio fue un poco dramático verme las nuevas cicatrices en el pecho, sentí que volvía a conectar con una parte de mi interior que pensaba que había perdido. Operarme fue caro, aterrador y arriesgado, pero fue la mejor decisión de mi vida.
Yo he tenido la gran suerte de que mis padres han podido ayudarme económicamente con la operación. Antes de esto, ya llevaba cuatro años esperando una cita en la clínica de cambio de género y otros dos años esperando la cirugía.
La idea de tener que esperar hasta los 30 años para poder vivir en un cuerpo con el que me sintiera identificado era insoportable. Ahora, cada vez que veo las cicatrices en el espejo, recuerdo que fui yo quien tomó la decisión de escuchar mi voz interior y priorizar mi felicidad por encima de la incomodidad de los demás.
Para muchas personas trans, pagar la operación no es una opción.
Aunque la visibilidad que estamos teniendo últimamente las personas trans es algo positivo, los debates que se generan también sacan a la luz mentalidades e ideologías perturbadoras. Lo cierto es que las voces que se oponen a nosotros se hacen oír tanto y son tan influyentes que a veces doy gracias simplemente por el hecho de mantener mis derechos.
Todavía no logro entender por qué yo y mi nuevo torso sin tetas somos algo tan horrible como para que algunas personas sientan la necesidad de debatir si merezco existir o no. Incluso cuando escribo esto, tengo un nudo en el estómago porque no sé qué nuevos abusos sufriré a raíz de esta publicación. Me han llamado ilusa y traidora a mi género más veces de las que puedo contar.
Además de un proceso más justo y amable de identificación, lo que la comunidad trans necesita es un sistema sanitario que no se desentienda de nosotros a cada paso. La lista de espera para las cirugías de reasignación de género o para el tratamiento hormonal puede ser de años.
Y el coronavirus ha retrasado aún más todos estos procesos. Médica, social y burocráticamente, el proceso de cambio de sexo se alarga durante años, aparte de lo que tardes en tomar la decisión.
Por pura coincidencia, un cineasta se puso en contacto conmigo unos días antes de mi operación para saber si estaba interesado en participar en un programa sobre drag kings. Le dije que no iba a estar durante un tiempo, le hablé de mi transición y decidimos que sería interesante hacer un documental sobre este periodo tan importante de mi vida. Pensé que a lo mejor a alguien le podía resultar útil documentar mi realidad, dada la desinformación que existe sobre la transexualidad y lo que implica una transición.
La mía es solo una experiencia entre muchas, pero conozco una verdad universal, y es que ser trans implica ser consciente de ti mismo, ser brutalmente honesto y perseguir la autenticidad con valentía en la cara de quienes se incomodan con tu existencia. Las personas trans son la clase de compañeros que quieres en tu equipo.
Este post fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.