Máximo Huerta: "Hijo mío, ¿te hace falta una pandemia para saber dónde coño está tu ideología o tu familia?"
Escritor con libro nuevo, 'Con el amor bastaba', y presentador sin programa: el exministro de Cultura habla de literatura, tele y alegrías.
Sobrevive a la cuarentena dibujando, escribiendo, comiendo y leyendo. En estos dos meses de encierro, Máximo Huerta (Utiel, 1971) ha tenido que tragarse un gran sapo —el cierre “no elegante” de su programa A partir de Hoy, en TVE— casi al mismo tiempo que daba a luz su octavo libro, Con el amor bastaba (Planeta). Se reconoce un melancólico “pero siempre desde la sonrisa” y no duda en definirse como un “valiente”.
En la entrevista ríe a carcajadas hasta cinco veces. Sólo le falta, como al protagonista de su novela, tener alas y echar a volar.
Hoy mismo has escrito en Twitter: “Ha nacido hoy. Es niño y se llama Elio Ícaro. Sus padres están felices. Os dan las gracias”.
Sí, ya tenía ganas de que saliera el libro. Joder, es que el lanzamiento estaba previsto para la semana anterior a la explosión de la pandemia. Lo frenaron a tiempo porque, si no, se hubiera quedado muerto en las librerías. Como madre y padre de este niño puedo afirmar que ha sido un parto largo, sí. Pero como es un niño deseado estoy contento.
Y ahora, ¿cómo esperas que crezca?
Que lo haga muy bien y muy querido. Es un libro de un periodo de entreguerras. Lo empecé a escribir cuando dimití como ministro de Cultura y Deportes y acaba en una pandemia, entre una guerra personal y una situación global terrible. Para mí esta novela es un paréntesis de felicidad, un refugio.
Hablas de guerras. ¿Cuál es la batalla en la que más te han herido?
Las batallas que me cuestan más son las del amor. Las otras, como no las generas tú… El olvido tiene algo terapéutico y es sanísimo, no soy rencoroso ni hago duelos muy largos. Soy un tipo prudente que incluso consigue reírse de las situaciones graves. Eso es ADN de mi madre y de mi abuela, la ironía como método de salvación al estilo Gila. Porque muchas veces la ironía nace de la tristeza.
Pero a olvidar se aprende...
Estamos tan acostumbrados a creer que lo merecemos todo... Cuando estás bueno, cuando estás bien, cuando estás sano, cuando tienes un trabajo muy bien pagado y tú crees que te lo mereces porque eres tú. Las hostias y los tropezones y tormentas crees que no te las mereces, pero son de las que más se aprende. De lo bueno nunca se sacan enseñanzas porque todos somos tan vanidosos que creemos que lo merecemos. Se aprende del tropezón, a decir ‘mira, no me pongo más estos zapatos’.
A ti la vida no te ha tratado mal.
No, no, en absoluto. Afortunadamente he trabajado en un montón de cosas que el pequeño Maxi del pueblo, con un padre camionero y de la UGT, hubiera soñado con hacer. Dirigí prensa local, he presentado informativos, magazines, he escrito ocho novelas, he sido ministro, por muy poco que durase en el cargo. Oye, pues orgulloso del camino, de los aciertos y de los errores. Creo que la vida me ha tratado bien y lo último que haré será quejarme. Ahora queda hasta feo quejarse.
Pese a que nos quejemos siempre de todo….
Nos gusta ser víctimas porque necesitamos cariño y lo buscamos. Todos necesitamos cariño, el abrazo de un familiar, una tarde de cañas con amigos, que nos hagan caso. Seguramente cuando alguien está feliz y bien no le hacen tanto caso. No soy de esos.
¿Te basta el amor?
Más allá de la casa, el trabajo, la alimentación, y la salud… [Ríe] Con el amor bastaba es un título casi profético, aunque el original era El vuelo de Ícaro, aludiendo al mito. La parte fundamental de la novela son los padres que, con la mejor de las intenciones, intentan hacerlo siempre bien pero al mismo tiempo pueden fastidiarle la vida a los demás con la sobreprotección. Creo que en estos días con el amor nos basta porque hemos recuperado el habla. Todos tenemos ganas de ver a nuestros amigos, a nuestra madre… Creo que eso resume el título del libro. Cuando ahora preguntas a la gente qué hará después de la pandemia nadie te dice ir a Tahití, sino ver a tus familiares, a los amigos.
No sólo ver, sino abrazar.
Exacto, el contacto. No soy de los que necesitan una pandemia para valorar lo que tengo. Es que ahora hay una épica del ‘ahora sé a quiénes quiero’, ‘ahora sé las cosas importantes’... Hijo mío, ¿te hace falta una pandemia para saber dónde coño está tu ideología, tu familia o tu grupo de amigos? ¿En serio necesitas una pandemia, eres tan simple? Sí es cierto que haces una mirada más limpia, libre de filtros. Todos nos vamos a tener que graduar la vista de cara a la nueva etapa: hemos dejado de lado el procés, el lenguaje inclusivo... y nos hemos dado cuenta de que el tema gordo era la salud, el abrazo. Yo diferencio muy bien lo urgente de lo importante y ahora lo que a todos que nos urge es ese abrazo, obviamente.
Una de las figuras más poderosas en la novela es la del hermano de Ícaro
Yo no tengo hermanos, pero siempre me ha fascinado cómo pueden pasar de odiarse a quererse, a incluso dormir en la misma habitación y no hablarse pero, al mismo tiempo, ser el mayor confidente y el mejor apoyo. Esa evolución de los hermanos me parece muy interesante. Yo de pequeño dormía en una litera, que es lo más absurdo que han hecho mis padres porque era hijo único, pero siempre he tenido un hermano invisible. La figura del hermano en la novela es el de la evolución desde casi la invisibilidad a ser su gran apoyo.
¿Por qué optaste por la fábula en vez de por una narración más al uso?
Me da alas. Esta novela está escrita como si alguien te la fuera a leer. Todo lo que no tuviera ritmo oral lo he eliminado, aspiro a que sea una novela que alguien te la pueda leer en voz alta, como las mejores leyendas que alguien te cuenta. Con las nuevas tecnologías hemos perdido la palabra.
En realidad ‘Con el amor bastaba’ es una novela de educación emocional pero también sentimental.
Y de cómo miramos al diferente: en esta sociedad miramos mal al que se viste o se peina diferente, al que se comporta de forma distinta, incluso al que tiene otro acento. Es un elogio de la diferencia y de la reafirmación de la diferencia. Y de la educación sentimental, de cómo crecemos, a trompicones, saltando charcos, atravesando tormentas, de cómo somos de torpes en esa primera educación emocional en todos los sentidos: hacia tu hermano, hacia tu primer amor…
En un momento de la novela se dice que “todos somos raros”. ¿Cómo de raro es Máximo Huerta?
A veces uno se da cuenta de sus rarezas porque se las dicen los demás. Seguramente mi exotismo está en que lo mismo presento tele que escribo un libro o acepto encargos como el del ministerio. Que soy, tal vez, una persona con exceso de ilusión. En la vida el secreto está en ser un poco sinvergüenza y disfrutarlo. Hay que ser un poquito descarado para sobrevivir.
Visto lo visto, nadie podrá negar que has sido un valiente.
Sí, siempre. Dejé una plaza fija en Canal 9 para irme a Telecinco, dejé Informativos para irme a Ana Rosa y arriesgarme. Fue una cosa que al principio hice fatal, era espantoso, entiendo las críticas que hicieron y esa imagen me pesó durante un tiempo. Luego ya seguí creciendo. Hay que ser valiente para avanzar y para asumir las críticas.
Para aceptar ser ministro de Cultura hay que ser mucho más que un valiente.
Tengo un amigo que me dice ‘nunca sé dónde vas a aparecer cuando te vas’.
No se sabe si eres novelista, ministro, presentador, optimista, pesimista…
Soy melancólico. El futuro no existe y el presente es incierto, ahora más que nunca. Lo único que tenemos es el pasado, las fotos que tienes guardadas, los recuerdos de tu abuela, un primer amor, el viaje que hiciste… Somos por nuestro pasado. Mi mirada es siempre melancólica, pero desde la sonrisa, nunca desde la tristeza. Eso jamás. Todo eso que has dicho que soy creo que, con el tiempo, remará a mi favor, que habrá un momento en el que alguien diga ‘este tipo arriesgó’. Lo que en algún momento de mi vida ha sido una crítica feroz ahora, con 49 años y medio, me ha hecho mejor. A pesar de las hostias.
¿Qué quieres ser de mayor?
Quiero continuar escribiendo. Mi origen como periodista viene del afán de contar historias. Escribir es lo que más hago. Aunque durante mucho tiempo he estado en la tele, que es de masas, muy ruidosa, muy escandalosa, a lo que más horas dedico es a escribir.
La semana pasada te comunicaron el cierre de A partir de hoy, el magazine de TVE que presentabas y que se estrenó no hace ni un año.
El programa era la mezcla perfecta de gafapastismo y mainstream. Eso en La 1 era oro. Un programa en el que estaba Gemma Nierga, Olga Viza, Marta Fernández, que sabe de todo, al que iba Almudena Grandes, en el que Pepe Sacristán te recitaba a Delibes a la misma hora en la que otras cadenas estaban con sus islas de las tentaciones y sus sucesos. Se han perdido un puto oasis.
¿El problema es que se gritaba poco?
Si ese era el problema, aplaudo. El problema es que han reestructurado la mañana enterita. A mí me han comunicado la cancelación del programa por videollamada, no sé si es muy elegante. Enric Hernández y Rosa María Mateo están ahora a lo Iván Redondo y Sánchez, cambiando un poco todo su gabinete. No sé qué quieren hacer, pero algo querrán cuando han fumigado. Donde hay patrón no manda marinero, yo asumo con deportividad todo, aunque me jode por el equipo, que se fue con un ERTE de dos meses y mira ahora. Me jode porque son treinta y tantas familias que pensaban que volverían. Me pregunto si quitar un programa en medio de un pandemia es muy elegante.
¿Y qué te respondes?
No es elegante. No es el momento. Puedes esperar y fingir que lo cambias en verano porque vas a poner otra cosa en septiembre y ya está. Incluso das la oportunidad a que el programa se despida.
¿Eres más de aplaudir o de cacerolas?
Soy de aplaudir y de estar orgulloso de mi sanidad pública. Esto que está sucediendo se habría solucionado con una intervención de todos los políticos hace ya tiempo para decir que esto va de salud y que los muertos no tienen carné, carecen de ideología. Este guerracivilismo de aplauso contra cacerola, alimentado por los políticos y algunos medios, es injusto y muy torpe porque se olvidan de que los muertos no tienen carnet.
Muchos de los que gritan reclaman Libertad...
La libertad tiene una manga muy ancha. No te puedes quejar del 8-M y luego hacer concentraciones tú. Todo no cabe en un mismo barco. Hace falta un poquito de prudencia y otro poquito de buscar el significado de la palabra Libertad en el diccionario.