Màxim Huerta: "Es más difícil escribir sobre sexo que practicarlo"
'Firmamento', su nuevo libro, nació de la inspiración de Formentor.
Fueron muchas las grandes estrellas que contemplaron el Firmamento (Espasa) de Màxim Huerta en Formentor (Mallorca) en el pasado. El escritor ha llevado a los personajes de su nueva novela hasta el hotel Royal Hideaway, el mismo en el que Grace Kelly y Rainiero de Mónaco pasaron su luna de miel, y el rincón en el que Vargas Llosa terminó Pantaleón y las visitadoras.
El espíritu y el glamour de los años treinta aplasta todos los sentidos en este escondrijo de la bahía de Formentor, que también es capaz de evocarnos hasta alguna década más atrás, con una elegancia que recuerda incluso al estilo del Titanic. "Un verdadero hombre hace su suerte. Siempre llevo todo cuanto necesito. Aire en mis pulmones y unas hojas de papel en blanco", decía Leonardo DiCaprio en el transatlántico de James Cameron. En el Royal Hideaway de Formentor, Màxim Huerta se encontró también con todo lo que necesitaba: la inspiración y los tres elementos curativos que le obsesionaban y que dieron vida a Firmamento, al convertirse en el eje central de la novela: mar, sudor y lágrimas.
Como Hemingway, al que el valenciano suele recurrir y al que ya evocaba con el título de su anterior novela (La parte escondida del iceberg), Màxim Huerta intenta mostrar muy poco para que el lector imagine el resto. Aunque el periodista se presta a contestar a algunas de sus propias palabras, citas extraídas de Firmamento.
Cuando escribes una novela, ¿sabes qué parte "está basada en hechos reales o en cantinelas que nos cuentan sobre infancias parecidas"?
Me gusta la ficción porque me parece que la mentira es muy atractiva. Empezamos a mentir en la infancia y todos construimos ficción desde nuestras propias mentiras. Sí que hay un momento en el que tus recuerdos van cambiando tanto que ya no sabes si son la verdad o lo que recuerdas de lo que fue. La memoria se va borrando con el tiempo, incluso cambiando de color.
"Un escritor agudiza los sentidos y tiene que saber ver y no sólo mirar". ¿De verdad todo acaba en una novela?
Las armas que tienes para construir una novela son los cinco sentidos: escuchar una frase que te viene perfecta, oler un aroma de alguien cuando entra o cualquier cosa que tocas. Los cinco sentidos te sirven como memoria fotográfica para construir novelas. Todo lo que voy viendo, incluso lo que viví de pequeño, me sirve para construir personajes. Soy un poco May Shelley con Frankenstein. Voy construyendo personajes con mezcla de algo de una tía, algo de un vecino en un ascensor o de la mera observación en una cafetería.
Luego, ¿tú también prefieres "escribir sobre algo que conoces y controlas y no arriesgar como Stephen King"?
Cuando empiezo a escribir la novela ya he gastado unas cuantas libretas y he llenado unas cuantas carpetas de notas. Me gusta escribir una historia sabiendo cómo son los personajes, a qué huelen, de dónde vienen... Soy incapaz de empezar una novela sin saber cómo acabará. De hecho, Firmamento es casi circular, acaba casi por el principio. No dejo nada al azar, no empiezo a escribir a ver a dónde me lleva.
¿Que pasaría si alguien se viera tan reflejado en tu novela como Ana en la de Mario (los únicos personajes de Firmamento)?
Eso me da un poco de miedo. Lo que pasa en esta novela me daría miedo que me pasara a mí, que de pronto alguien dijera "oye, te has inspirado en mí". Pero sí que es cierto que todo lo que he ido observando ha acabado en alguna novela. Sí que hay alguna amiga que me ha ayudado a montar el inicio de esta, con lo cual puede que alguien se vea reflejado.
¿Así que podemos decir que "los personajes un día se parecen a tus amigos y tus parejas y eso lo hace imposible"?
He imaginado como sería un escritor obsesivo con sus novelas. En mi caso aún no me ha pasado.
¿Qué te pasa con el amor y el recuerdo que recurres tanto a ellos en tus obras?
Me obsesiona. Me gusta el amor como materia y me interesa mucho el paso del tiempo y la memoria como temas principales. Los grandes temas de las grandes novelas siempre han sido esos, y el amor en todas sus variantes. Me gusta también en la música. El paso del tiempo y la memoria me generan muchas preguntas y me obliga a escribir.
¿Eres ya un experto en amor o desamor?
No, de hecho me iría mejor en el amor si hiciera caso a mis novelas (ríe). No soy un experto en nada, soy alguien muy curioso e inseguro y me gusta seguir probándome, tener retos a cada página. No hay nada más excitante que empezar una novela y una página en blanco, me parece hasta sensual.
¿Es más fácil escribir con esa intensidad o hacer televisión?
Aparecí en televisión hace unos días en una entrevista y estaba muy nervioso, porque las cosas que me generan respeto me ponen nervioso. Mi obsesión es intentar relajarme.
Pero has trabajado mucho tiempo en el medio...
Sí, pero soy un gran actor fingiendo naturalidad. Sé que todos somos unos mentirosos, la mentira habla mucho de nosotros, y sé disimular los nervios. Los años de televisión me ayudaron a sonreír y a disimular los nervios. Me imponía, me generaba mucho pudor, me daba vértigo, me quitaba el sueño. Tomaba un montón de pastillas para dormir.
¿Escribir ha sido terapéutico?
Escribir me relaja. Desde pequeño he inventado mundos o los he leído. Crearme mi mundo inventando historias o leyéndolas me relaja mucho.
Entre tanta novela erótica, vampiros para adolescentes y reinas suecas del misterio... ¿"Ya no se lleva el amor en el mundo editorial"?
El amor se mira por encima del hombro, como si fuera un tema menor, cuando es lo más importante de la vida, ya sea familiar, de amigos o de pareja. Es cierto que hay mucha novela de misterio y policíaca pero a mí no me sale, me salen novelas costumbristas o literarias.
¿Por qué lo miramos por encima del hombro?
Porque parece algo menor, a todo el mundo le da vergüenza hablar de amor, de sexo y de relaciones personales, cuando es lo más importante de la vida. No sé por qué, ya que a todos cuando nos preguntan nuestro canción favorita siempre es de amor o un bolerazo, pero luego nos da pudor hablar de amor y decir te quiero. Por eso los personajes de esta novela están tan llenos de heridas.
Este tipo de relaciones que construyes en tus novelas, ¿son el tipo de relaciones que estamos viviendo hoy en día? ¿Ya no se lleva conocerse en las verbenas?
Esta novela es la más actual porque habla de una mentira. Vivimos en una sociedad en la que es muy difícil conocer a alguien de verdad porque hay demasiada ficción en las relaciones, todo el mundo aparenta ser feliz hasta en las redes sociales y es una novela que habla de las vidas que nos inventamos, de las mentiras que nos montamos incluso a la hora de ligar en las aplicaciones. Nos estamos robotizando en el amor. Es mucho más gratificante olerse, mirarse y tocarse en una verbena o en una barra de bar. Es más verdadero y la verdad es mucho más sexual.
Leer tus novelas, muchas veces, significa pensar en las relaciones de nuestros abuelos (muchos de ellos se conocieron en las verbenas), más fuertes que las de ahora.
Duraban más porque estaban acostumbrados a reconstruirlas. Cuando había alguna grieta la cicatrizaban. Ahora hay más consumo rápido.
¿Ellos eran más felices?
Sí, prestaban atención a las pequeñas cosas, que es lo que hace más feliz. La obsesión por aparentar felicidad crea demasiada infelicidad.
"Las formas más adecuadas de atender a tus neuras es darles de comer". ¿Vivimos en una sociedad enferma por la soledad, por aparentar, por el postureo?
Esta novela habla de la mentira, por eso el escritor es un negro, escribe para otros. Es una novela de todas las mentiras que nos rodean. Ahora le llamamos postureo. Creo que eso nos hace infelices, porque intentar aparentar todo el rato te crea infelicidad: menos edad, más delgado, más feliz, mejores amistades... No genera ni tranquilidad.
¿Existe la figura del negro en el mundo editorial de España?
Existe en la literatura, también en la pintura. Hay gente que la necesita, yo no. Me gusta disfrutar de lo que escribo.
¿Por qué crees que se recurre a ella?
Creo que es un ejercicio de vanidad, gente que necesita tenerlo o que es perezosa y no quiere acabar. Me parece un ejercicio excesivo de mentira. Me interesaba como personaje por eso.
Aparecen también en la novela "muchas noches de sexo y pocos amaneceres de amor".
Porque hay demasiado consumo rápido de amor. A mí me excita mucho más amanecer, no sólo una noche de amor. No quiero acostarme contigo, quiero amanecer contigo. Es mucho más interesante.
Has escrito más escenas sexuales que nunca. ¿Te ha dado pudor?
Cierto, no había escrito escenas tan sexuales hasta Firmamento. Es más difícil escribir sobre sexo que practicarlo (ríe). Porque el sexo escrito puede parecer muy burdo o muy ridículo, y encontrar la línea en la que sea sexo de verdad y tenga piel es lo que más me ha costado. Le dije a mi madre por teléfono "oye, esta novela es muy carnal" y me dijo "Max, que ya somos mayores, ¿eh?". Fue un bofetón, me encantó.
¿Cuál es el eje central de Firmamento?
Hay una obsesión en esta novela que me interesaba retratar. Casi todo lo que cura es agua salada: el mar, las lágrimas y el sudor. Y quería que lo hubiesen en este libro. Ese es el eje, y los capítulos están construidos como si fueran olas por eso, cada uno con una velocidad.
¿Alguna vez has tenido miedo a parecer cursi al escribir sobre este tipo de temas?
No. Ni leyendo tampoco me he encontrado con nada cursi, porque cuando algo no me gusta, lo tacho. Hay muchos libros que leer.
¿Y a ser catalogado despectivamente como 'un escritor de la tele'?
No, a estas alturas no. Con 47 años, siete novelas y un montón de traducciones, no. Trabajé en prensa, en radio y en tele, y todos los escritores han sido antes periodistas. Desde Hemingway a Larra. Los dos utilizamos la palabra. Tienes que contar una historia al final, no me parece negativo. No tengo ese prejuicio ni ese miedo.
¿Qué necesitas para escribir?
Una historia y tranquilidad. Encontrarme vacío de la novela anterior y dejarme sorprender, mirar mucho y encontrar la nueva idea. Relajarme y saber qué quiero contar.
Pero esta novela coincidió en el tiempo, al escribirla, con La parte escondida del iceberg...
Necesitaba vomitar La parte escondida del iceberg. Era autoficción, necesitaba desatascar una historia de amor que se había quedado ahí, relatar parte de la infancia, hablar del frío en una relación y en una infancia. Paré esta, escribí 'el iceberg' y retomé Firmamento.
¿Se vive bien de escribir?
Me gusta escribir.
¿Aunque sea doloroso?
En algunas novelas es doloroso, angustiante y te genera vértigo, pero todo eso es excitante.
¿Y lo es más con un estilo intimista, como el tuyo?
Con esta novela he disfrutado. Claro que sufres escribiendo, pero paro y sé separar ficción de realidad. Bajo al bar a tomar café, tomo cañas con los amigos y paseo a mi perra. Pero sí que necesito joderme con los personajes, para que sea más de verdad.
Entonces, ¿tú tampoco concibes "un libro que te guste y no te desangre"?
Exacto. No me gustan las novelas de las que sales indemne. Te tiene que quedar alguna pregunta. Me gustan las novelas de personajes, por eso parece más intimista.
¿Y no había nada más íntimo que este rincón en Formentor?
Llegué aquí con una amiga que me había invitado porque acababa de romper una relación, y de repente me encontré con que la cama entera era para mí, y en lugar de ponerme en un lado me puse en el centro. Perdí un amor y gané una novela. Me fascinó el lugar porque mezclaba un lugar escondido, perfecto para personas que querían huir y que reunía esos tres ingredientes curativos: mar, llanto y sudor. Tiene algo mágico que mezcla misterio y decadencia. Al entrar notas como si entraras en una película de los años treinta, te apetece caminar de otra manera, coger la copa de otra manera... Aquí ha estado Churchill, Chaplin, Grace Kelly, Vargas Llosa... Si ha inspirado a tantos, ¿por qué no a mí?