Más de cuarenta días de búsqueda de Anna y Olivia
Los equipos de rescate encontraron el jueves en el mar el cuerpo sin vida de la mayor de las niñas de Tenerife secuestradas por su padre. Las pruebas forenses han confirmado su identidad.
El buque oceanográfico ‘Ángeles Alvariño’ ha encontrado este jueves el cuerpo sin vida de Olivia, la niña de seis años que hace más de cuarenta días desapareció en la isla de Tenerife junto a su hermana Anna, de tan sólo un año, y su padre, Tomás Gimeno.
El cuerpo ha sido encontrado este mediodía por el robot submarino de rastreo del ‘Ángeles Alvariño’ a unos 1.000 metros de profundidad, a unas tres millas de la costa de Santa Cruz. Se encontraba dentro de una bolsa de deportes amarrada a un ancla. Junto a ellas se halló otra bolsa también lastrada por el ancla, aunque vacía. La prueba de la huella dactilar ha confirmado este viernes que el cadáver rescatado a mil metros de profundidad es el de Olivia.
La desaparición de Anna y Olivia se produjo el martes 27 de abril. Tomás Gimeno recogió a sus hijas a las cinco de la tarde, tal y como había pactado con Beatriz, madre de las niñas. Aunque debía entregarlas a las nueve de la noche, nunca llegó a hacerlo. A partir de entonces se suceden una serie de llamadas en las que Gimeno advierte a Beatriz de que no las volverá a ver nunca más. También envía mensajes de despedida a su padre y a amigos.
Beatriz y el padre de Tomás denuncian los hechos ante la Guardia Civil y la tarde del miércoles aparece una embarcación propiedad de Gimeno a la deriva y vacía frente al Puertito de Güímar. Al día siguiente, con la primera luz del día se despliega un amplio dispositivo de búsqueda que halla flotando en el mar una silla de coche para bebés que pertenece a Anna, la menor de las niñas.
Una cronología de terror
Las cámaras del Puerto Deportivo Marina Tenerife captan a Tomás Gimeno el día de la desaparición. Según las imágenes, llega al muelle con su coche a las nueve y media. Da varios viajes entre su vehículo y la lancha para llevar bolsos, maletas y ropa. Poco antes de las diez sale a navegar y regresa a las once y media. Compra un cargador en una gasolinera cercana, carga la batería en la garita del vigilante del muelle deportivo y a las doce y media zarpa por última vez.
Como consecuencia de la desaparición, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar incoa diligencias previas por la presunta comisión de un delito de secuestro y declara la investigación bajo secreto de sumario. La Guardia Civil también encuentra restos de sangre en el baño de Tomás Gimeno. Finalmente se comprueba que son de él.
La investigación llevó aparejado varios registros en la finca propiedad de Gimeno, situada en Igueste de Candelaria, donde nunca se encontró nada relevante. Tampoco en la lancha y en el coche. Incluso se llegó a usar perros de la Guardia Civil especializados en la búsqueda de restos biológicos.
Desde que se produjo la desaparición de las niñas, la Guardia Civil siempre ha barajado numerosas hipótesis, entre ellas que pudiese haber huido con la ayuda de terceras personas o que los cuerpos pudieran haber sido arrojados desde la lancha y estar en el fondo del mar.
Esta línea de investigación condujo a que la Guardia Civil solicitase la colaboración del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que dispuso el buque ‘Ángeles Alvariño’, dotado de un radar de barrido lateral y un robot submarino, que han sido vitales para el hallazgo, primero, de una botella de aire comprimido y una funda nórdica de Tomás Gimeno, y en el día de hoy, para encontrar en esa misma zona el cuerpo sin vida de Olivia.
Pese a todo, las diligencias siguen declaradas secretas por el Juzgado de Instrucción Número 3 de Güímar y, en este momento, se desconoce el paradero del padre de las niñas y de su hija Anna, por lo que el buque oceanográfico sigue rastreando la zona en la que se perdió por última vez el rastro del teléfono móvil de Tomás.