Las maravillas que hemos perdido por construir encima

Las maravillas que hemos perdido por construir encima

El yacimiento de Cercadilla en Córdoba es solo uno de los ejemplos de mala gestión del patrimonio, aunque los expertos señalan que no volvería a ocurrir.

Vista aérea en 1991 y en 2021 del palacio Maximiano Hercúleo del yacimiento de Cercadilla en Córdoba.YouTube/Junta de Andalucía/Google Maps

El AVE desde Málaga con destino Madrid para en Córdoba. Una parada más que pasa desapercibida, cinco minutos de espera del trayecto. Sin embargo, si se atisba por la ventanilla de uno de los vagones se ve ver un cartel en color rojo en el que se lee “Yacimiento arqueológico de Cercadilla”.

Tras vislumbrar la señal, es más difícil encontrar desde el andén o el tren algún reducto de este yacimiento. Solo si el vagón coincide con ellas se ven un par de murallas, algunas piedras y un par de barandillas que dan prácticamente a la estación. Las ruinas se precipitan sobre la estructura de la estación de Adif.

Bajo los raíles, una joya histórica, el Palacio de Maximiano Hercúleo, una de los pocas construcciones de este tipo de la época del bajo Imperio Romano. Prácticamente único en el mundo y sello de la importancia que tuvo Corduba, la ciudad romana que fue fundada entre los años 169 a.C. y 152 a.C por el general Claudio Marcelo.

En contraposición a este ejemplo se encuentran Mérida y su imponente Teatro Romano, la antigua ciudad romana de Itálica, las ruinas de Ampuriabrava o, por supuesto, edificios monumentales como la Alhambra de Granada. Todo ello muestra de la riqueza patrimonial de España, que tiene más de 20.000 años de historia y poco tiene que envidiar a otros países a los que se viaja a ver restos arqueológicos similares. Pero, aunque parezca increíble, gran parte de estos hallazgos siguen bajo tierra o directamente se han desechado.

Para los arqueólogos, lo que sucedió en la ciudad andaluza fue un desastre que hoy en día no sería posible. Principalmente, por los cambios que ha vivido la sociedad.

Con otra voluntad y otro tipo de sensibilidad, lo que pasó en Córdoba se habría integrado y se habría hecho confluir un palacio imperial romano, que no hay tantos, y una estructura tan singular como una estación de AVE. Pero dependemos de nuestros políticos y ellos de la sensibilidad de la sociedad”, explica Franciso Ramos, Doctor en Arqueología y Director de Proyectos de Patrimonio Inteligente.

Para Carlos Caballero, portavoz de la Plataforma de Profesionales de la Arqueología, fue ejemplo de una clara falta de sensibilidad y no de ningún conflicto político. “Primaron otros intereses, había urgencia por llevar el AVE a Sevilla para la Expo de 1992 y tenía que estar terminado para entonces sí o sí”, explica.

  Imágenes del yacimiento de Cercadilla (Córdoba).Junta de Andalucía/YouTube

“Tampoco había la cultura que hay ahora. Se habla mucho del color político de los gobernantes o si hay partidos más sensibles o menos. Aquí estaban todas las administraciones representadas, todos los colores políticos. El propio alcalde de Córdoba de IU insistió en que era imprescindible hacer la estación independientemente del yacimiento”, señala.

Caballero recuerda que no solo se perdió el yacimiento del palacio en sí, sino que también se sacó un pórtico que, 30 años después se guarda en algún almacén municipal. “Se desmontó parte del Palacio romano, un pórtico como de 40 metros, y en trozos se almacenó en un almacén municipal con intención de musealizarlo en algún sitio después. Eso no ha pasado nunca Lo único que han hecho ha sido trasladarlo de un almacén municipal a otro. No parece que tenga mejor destino”, explica.

  Recreación de la Junta de Andalucía del Palacio de Maximiliano Hercúleo.Junta de Andalucía/YouTube

Para él tampoco sería posible que este desastre, que cumple 30 años este 2021, se volviera a repetir. “La sensibilidad ha cambiado y la legislación también. Creo que la sociedad ve este tipo de cosas de otra manera y hay mayor movilización social ante este tipo de cosas. Y más de estas dimensiones y con esta importancia, que el palacio era único y prácticamente no hay ninguno igual en el Imperio Romano”, señala.

Caballero plantea que “era necesario tener un episodio así para que la sensibilidad cambiase”. “A veces pasa, tenemos que hacer un desastre para darnos cuenta del desastre que hemos hecho. No hay que hacer cosas a conciencia para que la sociedad se dé cuenta, sino que de forma natural que se cree una sensibilidad”, explica.

Por desgracia, el caso de Córdoba no es el único. El Teatro Romano de Málaga se encontraba bajo la llamada Casa de la Cultura desde 1953 hasta 1994 incluso manteniendo algunos de los sillares visibles. A pesar de que, tal y como recoge Málaga Hoy, el historiador Víctor Heredia denunciase que “su descubrimiento fue silenciado”.

  Imágenes del Teatro Romano de Málaga en 1992.Canal Sur

Lo mismo sucedió con la Gran Vía de Murcia, construida en 1953, que se llevó por delante los Baños Árabes de la calle Madre de Dios. “Para poder abrirla se perdieron unos baños árabes del siglo XII o XIII. De la noche a la mañana se lo llevaron para delante. Como las instituciones tenían tanto poder en ese momento, el lado visible tiró por la carretera de enmedio y se lo llevó por delante”, cuenta Ramos. Además, en esta zona se han instalado contenedores soterrados que también han dejado ver restos de los siglos VII y XIII.

Sin embargo, no siempre este tipo de intervenciones están exentas de sanciones. Una villa romana y una necrópolis tartesa y romana del siglo IX a.C situadas en el yacimiento de Ategua, en Córdoba, donde se cree que Julio César fue nombrado emperador, fueron destruidas por el agricultor propietario del terreno en 2015. La Junta de Andalucía intervino en esta zona, declarada como protegida, para sancionar a los propietarios, que no obtuvo las autorizaciones necesarias para trabajar la tierra.

Aunque en líneas generales, los expertos coinciden en que la percepción de la sociedad ha cambiado. “A nivel de sensibilidad ha cambiado y a nivel legislativo también, se crean zonas protegidas, de interés cultural, permiten que contemos con un mapa de elementos protegidos previos a cualquier construcción… Parece que actualmente el conflicto está con las leyes de suelo”, explica Caballero en referencia a las leyes autonómicas de suelo que limitan las inspecciones en zonas no anteriormente declaradas como Bien de Interés Cultural (BIC). 

Este cambio de concepción ha propiciado un equilibrio entre la construcción y la explotación del terreno y la conservación del patrimonio que se refleja en las nuevas construcciones.

Se estudia y se sabe en ciudades como Mérida, Cartagena o cualquier ciudad que tenga un gran patrimonio, se sabe dónde te van a salir restos a qué altura y demás. Lo normal y lo que se debería hacer es planificar, como cuando se va a hacer cualquier tipo de infraestructura, como una autovía, que tratas de que no pase por zonas protegidas por el medio natural”, explica Ramos.

En el caso de Madrid, Caballero recuerda que hay varias zonas protegidas que deben tener seguimiento arqueológico. “Todo el centro histórico, lo que se conoce como terrazas del Manzanares que abarca los dos lados del río, desde el Pardo hasta Getafe, que es una zona arqueológica y paleontológica, y otra zona paleontológica junto a la antigua ciudad Pegaso en Barajas”, señala el arqueólogo que apunta que también se puede saber más de cada enclave concreto en función de las intervenciones cercanas que se hayan hecho.

Si se encuentran restos arqueológicos deben estudiarse y valorarse y avisar a la administración competente de los hallazgos que decidirá si se puede construir manteniendo el yacimiento en la parte inferior, si se descarta por su poca importancia, si se trasladan a otra parte o si se deja de construir en la zona. “Estos últimos están acompañados de un proyecto de musealización, algo que está ocurriendo ahora en la Plaza de España, por ejemplo. Lo que ha salido allí, parte se va a presentar al público in situ, incluso se han cambiado los proyectos de obra para que se pueda hacer”, explica Caballero.

Ramos recuerda que la posibilidad de compensación en caso de hallazgo arqueológico es muy variada y no tiene por qué existir conflicto. “Si quiero hacer un edificio con parking y sé que hay restos, tengo que modificar la forma de cimentación. Si aparecen pues coloco el parking en la primera planta en vez de en la planta baja y luego se ven las normas que tienen los ayuntamientos para compensar, con más plantas o con más células de habitabilidad…”, señala.

El arqueólogo pone el ejemplo de la Casa de la Fortuna en Cartagena situada en los bajos de un edificio o de la factoría de salazones de Mazarrón.

  Restos arqueológicos de la Casa de la Fortuna en Cartagena (Murcia).Cortesía de Cartagena Puerto de culturas.

“Este ya no tiene solo la consideración de yacimiento sino también la de museo. Tiene un escalafón más en cuanto a gestión interna. Está en los sótanos de un edificio, se sabía que iban a aparecer y cuando aparecieron se excavaron, se estudiaron y se clasificaron y se musealizaron abiertos al público. Al final depende mucho de la planificación y de la voluntad de querer hacerlo e integrarlo con cierta coherencia en la edificación”, explica.

“Tenemos ejemplos muy notorios de conservación de restos a nivel nacional, por ejemplo, los restos de Gadir, en Cádiz, bajo el teatro que se construyó. La plaza del rey de Barcelona, que está integrada con unos restos romanos”, añade Caballero.

  Mosaico de la Casa de la Fortuna de Cartagena.Cortesía de Cartagena Puerto de culturas.

A la hora de pensar en patrimonio y yacimientos son muchos los que piensan en Grecia, Italia e incluso Egipto, que reciben cientos de miles de turistas cada año. Sin embargo, no toda la riqueza patrimonial se valora a nivel turístico.

Tal y como recuerda Ramos, este mantenimiento del patrimonio mueve la economía local. “Las empresas que trabajan en patrimonio cultural tienen a mucha gente contratada y son personas que tratan de conservar el patrimonio: arquitectos, arquitectos técnicos, restauradores, arqueólogos, obreros de la construcción con sensibilidad para este tipo de obras. Esto abre museos, que contratarían guías, etc. Estamos hablando de puestos de trabajo cualificados. Genera actividad económica y productiva”, señala.

Para la gente somos un tipo que limpia un muro con un pincel y que trabaja un mes al año en lo que le gusta y el resto del año ya se buscará la vida
Carlos Caballero, portavoz de la Plataforma de Profesionales de la Arqueología

En este sentido, Caballero recuerda que no se podrá poner en valor en patrimonio hasta que no se valore la labor de historiadores y arqueólogos. “Nuestra profesión no está regulada ni reconocida legalmente. Se percibe al arqueólogo como un individuo que pasa el rato haciendo las cosas que le gustan. No solo tenemos que conseguir que se reconozca el patrimonio, sino también se valore nuestro trabajo”, señala.

Para la gente somos un tipo que limpia un muro con un pincel y que trabaja un mes al año en lo que le gusta y el resto del año ya se buscará la vida”, apunta.

Un ejemplo del camino a seguir en la lucha por el patrimonio es la ciudad romana Caraca, que llevaba buscándose décadas atrás, y cuyo hallazgo en la localidad de Driebes (Guadalajara) ha supuesto un antes y un después para los vecinos de la zona.

“Se ha conseguido implicar a todo el pueblo de Driebes e inculcar la imagen de que la arqueología es más que una campaña de verano”, explica Caballero. Más de 4.000 personas se han acercado en un solo verano a un municipio en el que hay censados apenas 200 habitantes. Un claro ejemplo de que si dejamos que la historia salga a la superficie, la gente irá a buscarla.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es