En mapas y datos: La isla que dejó el volcán
Hace un año empezaba la erupción del volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma, que arrasó 12,1 millones de metros cuadrados y obligó a evacuar a más de 7.000 personas.
Tras semanas de una actividad sísmica inusual y la progresiva deformación del terreno, a las 15:12 del 19 de septiembre de 2021″la isla bonita”, como se conoce a La Palma en Canarias, empezó a sufrir una transformación que la cambiaria para siempre. Era el nacimiento del volcán Cumbre Vieja (hoy rebautizado como Tajogaite) empezó a emitir lava por sus primeras bocas eruptivas, de las cuales llegaron a contarse nueve.
Las coladas de lava no tardaron en formarse, e iniciaron su lento avance hacia el Océano Atlántico, donde desembocaron el 29 de septiembre.
Las coladas cubrieron un total de 1.218,87 hectáreas, arrasando en buena medida los municipios de El Paso, Los Llanos de Aridane y Tazacorte y alcanzando un perímetro de 68,9 kilómetros.
En el siguiente visor del Instituto Geológico y Minero de España los lectores puede explorar la extensión de la superficie afectada:
La devastación
El Tajogaite borró del mapa, literalmente, miles de viviendas, instalaciones industriales y agrícolas, edificios públicos, entre otros. La población más afectada fue Los Llanos de Aridane, que se llevó más del 70% de la afectación total.
Otros enclaves cercanos, como Puerto Naos y La Bombilla siguen evacuados a día de hoy debido a las continuas filtraciones masivas de Dióxido de Carbono (CO2) que surgen del subsuelo. En total, 2.329 personas perdieron sus casas y más de 7.000 tuvieron que ser evacuadas, según los datos que ha recabado el Cabildo de La Palma.
En la memoria colectiva de aquellos días quedarán las imágenes de angustia de los vecinos huyendo de sus casas tras coger las pertenencias que pudieron antes de que las coladas engulleran sus hogares.
Desde el Gobierno se han establecido una serie de compensaciones para los afectados que se han ido ampliado en diferentes Consejos de Ministros. Sin embargo, los afectados se han quejado de la lentitud en los repartos de las ayudas y exigen mayor rapidez en la aplicación de soluciones.
La economía de la zona también se ha visto afectada. Especialmente la actividad agrícola, que ha perdido una gran cantidad de superficie dedicada al cultivo de plataneras, la insignia insular por antonomasia. En total, 228,69 hectáreas fueron arrasadas.
En total, se vio tocado más de un 11% de la economía de forma directa: 180 millones de euros sobre un PIB de la isla de 1.580 millones (dato de 2018), según el cuadro de indicadores económicos del Ejecutivo autonómico, según informaba El País durante la erupción.
Otros cultivos de la isla, como el aguacate y los viñedos, también sufrieron la devastación.
Una isla partida por la mitad
Esto no es Madrid, ni Barcelona, ni Sevilla, ni Valencia... Esto es La Palma, y debido a su orografía accidentada, las infraestructuras no están tan extendidas como en otros lugares. Hay carreteras como en todas partes, pero ni tantas ni con tantas opciones.
Las coladas de lava afectaron, en total, a 73,7 kilómetros de carreteras, de los cuales 10,7 correspondían a rutas que conectaban el norte y el sur de la isla.
Antes de que el magma arrasara todo a su paso, un isleño, turista o godo (apelativo moderadamente cariñoso con el que los canarios se refieren a las personas que viven en la Península Ibérica) que quisiera ir desde el Puerto de Tazacorte hasta La Bombilla podía tardar entre 10 y 15 minutos en coche. Tras la erupción, esos minutos mutaron en un trayecto de entre hora y media y dos horas que conllevaba rodear toda la isla. Ahí es nada.
A principios de agosto de este año se consiguieron reabrir nuevas vías que cruzan por encima de las coladas, ya que estas continúan con su proceso paulatino de enfriamiento y consolidación. Un ligerísimo atisbo de normalidad en una isla que ha visto su realidad trastocada en un giro de 180º que empezó hace un año.