Lucía Mi Pediatra: "El niño con fiebre tiene que quedarse en casa, lo siento"
La especialista insiste en que la temperatura alta no tiene por qué ser enemigo y recuerda que los menores de dos años no deben usar el móvil.
Lola y Toni son hermanos. Tienen cinco y ocho años respectivamente y viven en Los cuentos de Lucía Mi Pediatra. La conocida especialista Lucía Galán ha ampliado su público con su última publicación y esta vez pretende llegar a los más pequeños de la casa. Su objetivo es seguir llegando a los padres —a los que dedica un apartado al final de cada una de las historias— y educar a los niños “desde el rigor y la evidencia científica con una mirada infantil”. “Porque esos niños en el futuro serán padres y si los educamos antes, vamos a ahorrar mucho trabajo a los compañeros”, aclara al presentar el libro a El HuffPost.
Con sus seis relatos, que asegura tendrán una segunda parte, quiere llegar principalmente a niños de entre 3 y 10 años, a niños normales como la protagonista, que la ilustradora Núria Aparicio no ha pintado ni rubia, ni con pecas, ni delgada, ni con ojos verdes... Lucía Mi Pediatra quería una niña normal, como cualquiera de las que acuden a su consulta.
Tampoco es casual que Toni tenga Trastorno del Espectro Autista (TEA). “Era muy importante dar esa visión de la diversidad”, aclara la especialista, que asegura que el trastorno es “muy frecuente” y “es responsabilidad de los padres educar a los hijos en la aceptación, en la imperfección, en que las diferencias es lo que nos convierte en series extraordinarios, en aceptarnos como somos y aceptar a los compañeros del cole como son sin ponerles etiquetas y sin juzgar”.
De la historia de este personaje habló el martes 2 de abril en Instagram, donde tiene más de 134.000 seguidores y a los que cuida a diario. Para la especialista es “responsabilidad de los profesionales sanitarios tener espacio en las redes sociales” porque ahí también están los padres y porque ahí circulan bulos que hacen mucho daño y que hay que frenar.
Los cuentos de Lucía Mi Pediatra es un libro para niños pero también para adultos. ¿Hay que educar a los padres?
Sí. El exceso de información que tenemos actualmente desinforma y hace falta que sea el profesional sanitario el que ponga un poco de sentido común en algunos aspectos. En temas de salud nuestra obligación como pediatras es educar.
Hablas del exceso de información, ¿por internet o por las creencias populares que siguen arraigadas aunque pasen los años?
Antes las creencias populares se transmitían boca a boca y ahora están en la red, lo que puede ser el origen de males mayores como el movimiento antivacunas o esa reciente polémica con una instagramer que decía que era estupendo poner a su bebé de un mes a dormir boca abajo con un peso en la espalda, porque así sentía que tenía una mano encima y estaba calentito cuando eso está totalmente desaconsejado porque multiplica por dos el riesgo de muerte súbita del lactante. Hasta hace unos años esa información se quedaba en el entorno local, pero ahora está en la red y una persona que no está acostumbrada a estos temas no tiene manera de discriminar la información válida de la que no. Esto desorienta y desinforma.
¿Cuáles son los errores más frecuentes que encuentras en los padres cuando acuden a la consulta?
Por ejemplo, el hecho de que hay que combatir la fiebre por cualquier medio, que la fiebre es terrible y que cualquier elevación de la temperatura por encima de lo normal puede desembocar en una enfermedad grave y que el niño bajo ningún concepto puede tener fiebre. En el libro, a través de un cuento muy simpático y didáctico [Mamá, ¿por qué me sube la fiebre?], la mamá de Lola le explica que la fiebre no es mala, que es amiga, que es un mecanismo natural para defendernos de las infecciones y que no hay que luchar para bajarla. Es mucho más importante el estado general del niño que la temperatura. Si el niño tiene 38 o 38,5 pero está contento y feliz saltando en el sofá, no hace falta bajarle la temperatura porque su cuerpo ya está luchando contra la infección.
Esto es porque les enchufan el antitérmico a la primera...
Les enchufan el antitérmico a la primera de cambio y eso genera una ansiedad terrible. Satura las consultas de pediatría y de urgencias y no hay motivo para alarmarse con un niño con fiebre, siempre y cuando el estado general sea bueno.
En esa línea, ¿cuándo hay que ir al pediatra?
Depende de la edad. En un lactante menor de seis meses, como su sistema inmunológico es más débil y se defiende peor frente a las infecciones, cualquier elevación de la temperatura por encima de 38 grados tiene que ser valorada por un pediatra. Más allá de esta edad, lo que pretendemos es educar a los padres en que identifiquen cuándo el niño tiene mal estado general. Si está contento, sonríe, juega y come... tranquilos. Podéis darle un par de días de margen a ver cómo evoluciona. El niño está decaído, triste, se queja, no quiere comer, está tumbado en el sofá... es motivo para ir al pediatra, incluso si no tiene fiebre. Saber diferenciar entre el buen o mal estado general es lo que tenemos que insistir en cada visita.
Uno de los seis cuentos se centra en la alimentación. ¿Seguimos sin mejorar? ¿El problema continúa?
La realidad es que en España el 40% de los niños entre 6 y 9 años tiene sobrepeso y/u obesidad. Esto quiere decir que casi uno de cada dos tiene un problema de peso. Eso es un problema y es un problema real. De la infancia, de la adolescencia y de la vida adulta. Estamos viendo a chavales y adultos jóvenes con enfermedades que antes veíamos con 50, con 60 y con 70 años. Tenemos que tomar conciencia y remar todos en la misma dirección. Hay que educar a los padres desde que sus hijos son bebés. La misma alimentación que lleva un niño de dos años la puede llevar un chaval de 12. No cambia nada, sólo las texturas. El plato de Harvard es igual para un niño de 2 años que para un abuelito de 98. El mensaje tiene que calar desde que son bebés. Es mucho más fácil educar a las familias cuando vienen con un bebé recién nacido que cuando vienen con un niño de 9 años obeso. Porque tienes que cambiar el estilo de vida de los niños y de los padres. Muchas veces detrás de un niño con sobrepeso y/u obesidad hay una familia con sobrepeso y/u obesidad. Y han llegado allí con el estilo de vida que llevan. Muchas familias consideran normales cosas que son totalmente insalubres. Los profesionales tenemos que insistir más en la alimentación y los gobiernos cuidarnos también en este sentido. Porque es dramática la cantidad de refrescos que consumen los adolescentes, el contenido de las máquinas expendedoras que hay en todos los institutos, la publicidad de alimentos que son insanos para nuestros niños. Dicho esto, tampoco podemos perder el norte. Un día nos vamos de cumpleaños y la mesa está llena de galletas, de tartas, de chocolate, de ganchitos y no pasa nada. Lo que realmente marca un estilo de vida saludable es lo que tenemos en la despensa, no las excepciones, no las almendritas que te tomas con la cerveza o el trozo de pastel que come el niño en el cumpleaños.
¿Crees que son los padres los responsables de esos datos de sobrepeso y obesidad?
El 80% de los padres que tienen hijos con sobrepeso u obesidad no ven a su hijo con sobrepeso y obesidad. No tienen esa percepción. Creen que su hijo tiene un normopeso y ahí está el problema. Dicen ‘qué rico, se lo come todo’, ‘qué majo, no le dice que no a nada’... ‘Otro plato, otro plato’. Y dicen, ‘qué sano está’.
Tampoco los adultos somos conscientes si lo tenemos.
No lo hacen conscientemente, por eso no me gusta echarles la culpa. Porque los padres cuando tomamos decisiones pensamos que es lo mejor para el niño. Yo no me he encontrado a ningún padre que lo esté haciendo a propósito, lo hacen por desconocimiento. Por eso es tan importante educar e informarlos sin parecer que los estamos adoctrinando, que les estamos riñendo.
Vuelves a abordar el tema de las vacunas, que es uno de tus caballos de batalla, ¿de verdad en España tenemos este problema?
En España el movimiento antivacunas es escasísimo. Es testimonial. El movimiento antivacunas como tal, de familias que reniegan de todas las vacunas del calendario. Hay familias, pero pocas. Lo que pasa es que hacen muchos ruido. Luego otras que tienen reticencias con algunas vacunas o que tienen miedos por lo que se dice por ahí. El foco lo tenemos que poner en ellos, en los que tienen dudas y reticencias. Tenemos que ofrecerles la mano desde una posición de empatía y de cordialidad. Los padres deben saber que las puertas de nuestras consultas están abiertas para hablar de cualquier tema y que el miedo es natural.
¿Y qué vacunas generan reticencias?
Las que más reticencias generan son la triple vírica (sarampión, rubeola y paperas); la del papiloma, que lleva más de 10 años vacunando en el calendario; y la vacuna de la gripe. Las coberturas son bajísimas.
¿Cuándo hay que vacunar a un niño de la gripe?
Según el Comité Asesor de Vacunas de la AEP deben vacunarse niños con factores de riesgo, como son prematuros, niños con problemas cardiológicos, niños con problemas respiratorios (bronquitis por repetición o asmáticos), diabéticos, celíacos, niños con problemas inmunológicos o los que estén tomando tratamientos que bajan sus defensas como corticoides de larga duración.
¿Qué le dirás a un padre que...
... manda a su hijo con fiebre al cole o a la guardería?
Que deje de hacer eso. Primero porque su hijo se va a encontrar mal, va a estar molesto. Nadie merece ir al cole o a trabajar con fiebre alta. Y segundo porque puede tener una enfermedad infecciosa y contagiar al resto de sus compañeros. Así que el niño con fiebre tiene que quedarse en casa, lo siento.
... que cree que su hijo es hiperactivo porque se mueve mucho?
Antes de los cinco o seis años no se puede diagnosticar un síndrome de hiperactividad. No hay bebés hiperactivos. Si tienen dudas, que consulten con su pediatra. Es quien mejor conoce al niño y le puede hacer una evaluación rigurosa.
... que no saben en qué momento pasar al bebé a la cuna o llevarlo a dormir a su habitación?
Para prevenir el síndrome de muerte súbita del lactante la recomendación actual es que los niños deben dormir en la habitación de sus padres obligatoriamente hasta los seis meses y es recomendable hasta los 12 meses. A partir de ahí la opción es libre, y yo como pediatra no soy nadie para meterme en la habitación de unos papás y decirles cuándo tienen que sacar a su hijo. Así que a partir de los 12 meses, cuando ellos quieran.
... que les vetan toda clase de alimentos ultraprocesados, chucherías, zumos, etc.?
Soy poco amiga de las prohibiciones, y las prohibiciones totales lo que generan son un deseo mayor de consumir esto. Les diría que todos hemos ido a cumpleaños infantiles, todos hemos soplado las velas, todos hemos comido bocadillos de Nocilla en el cumpleaños de la vecina. Que no pierdan el norte, que lo importante es que el niño no se sienta diferente y excluido.
... que les exigen todo el rato buenas notas, buenos resultados y que nunca les parece suficiente?
Que eso puede dañar la autoestima de su hijo, que nuestros hijos no necesitan ser perfectos, que la perfección no existe, que la busquen en ellos porque tampoco la van a encontrar. Que quieran a sus hijos como son, que les exijan esfuerzo y sacrificio pero no perfección. Nadie es perfecto.
... que tienen una guerra diaria cada vez a la hora del baño porque su hijo no quiere bañarse?
Que negocien y que busquen un término medio. Entre no bañarse nunca y bañarse todos los días hay un término medio estupendo. Y lo de negociar lo podemos llevar a casi todo. Los niños muchas veces tienen que tener la sensación de que ellos tienen el control, pero nosotros somos los adultos y somos lo suficientemente inteligentes para manejar esa situación. Si quiero que mi hijo coma fruta, puedo decirle ‘el plátano, el plátano, el plátano...’ pero también le puedo decir ‘mira cariño, plátano, fresa, pera o manzana, ¡tú eliges!’ Él va a elegir, va a tener la sensación de que ha elegido, que ha tomado la decisión final, pero mi objetivo de que coma fruta lo voy a lograr.
... que tiene un hijo con pesadillas o que se cuela todas las noches en la cama de los padres?
Que las pesadillas son un trastorno benigno del sueño que tienen prácticamente todos los niños y que no se preocupen, que es normal. Si se cuela todas las noches en la cama de los papás y eso no supone ningún problema, que no pasa nada. Y si supone un problema para la dinámica familiar que consulten con su pediatra.
... que lo hierven todo antes de que lo cojan sus hijos?
Que no es necesario en el entorno en el que vivimos, que los dejen vivir tranquilos. Lavar con agua y jabón y dejar secar al aire. No hace falta esterilizar a ninguna edad.
... que le da el móvil a su hijo pequeño cuando ya no pueden más?
Que la Academia Americana de Pediatría dice que los niños menores de dos años no deberían estar expuestos a pantallas. Un niño menor de dos años no debería ni tocar un móvil. Por la luz, por la adicción y porque no es saludable para su desarrollo ni para su juego. Ellos necesitan desarrollar su cerebro de otra manera, mucho más espacial, auditiva, sonora, olfativa... Y todo eso no te lo da un móvil. Necesitan jugar con los cochecitos, hacer torres, pasar páginas, escuchar los soniditos de un animal, tocar las texturas de los libros, jugar en familia, correr, salir, que les de la luz y todo esto no te lo da una pantalla.