Lucas Vidal: "Bad Bunny es un genio pero la complejidad con la que Bach componía es indiscutible"
El compositor trabaja actualmente en la banda sonora de 'Érase una vez...pero ya no', la primera serie musical de Netflix.
Rodeado de violines, violas, chelos y contrabajos y, sobre todo, de partituras. Esa es la atmósfera natural de Lucas Vidal, el compositor madrileño que ha logrado con una trayectoria meteórica ser uno de los pocos españoles en tener un Emmy, además de dos premios Goya y un reciente premio Iris. Eso sin tener en cuenta que ha participado en producciones del nivel de Star Wars o Fast & Furious.
Sin embargo, el compositor se encuentra más a gusto en la sede de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM) —donde trabaja actualmente en la composición de la banda sonora de la serie musical de Netflix Érase una vez...pero ya no— que en Hollywood. “De estar en España me gusta que es todo más cercano, también tener la familia, los amigos cerca, en la industria tengo más conocidos, mientras que en Los Angeles estaba orientado a trabajar, trabajar y trabajar. Aquí hay más vida aparte de eso”, explica.
Sin embargo, deja claro que no se arrepiente de ninguna de las experiencias anteriores. “No cambiaría nada. Todas esas experiencias han sido muy positivas, en EEUU aprendí el oficio de lo que es la música de películas”, señala. “Tuve la suerte de contar con gente que tiene mucha experiencia y que ha estado trabajando en películas norteamericanas bastante potentes y eso me ha dado la suerte de poder contar con un aspecto técnico interesante y propio”, añade.
La pasión por su trabajo es tal, que no duda en dar una lección didáctica a todo el que se acerca a los atriles de los músicos. Enseña los cuts —partituras de cada escena de la serie— que van marcados con la temporada, el número del capítulo y la secuencia de éste a la que se refiere y explica y enfatiza las labores de cada uno de los integrantes del equipo. Para él, los músicos de la orquesta funcionan también a través de la emotividad, algo que él considera fundamental para el trabajo.
Muestra de ello es cómo trabaja, involucrando a los músicos en el proyecto hasta el punto de describir las escenas o enseñárselas para que entiendan la intención de los sonidos.
“Mi inspiración es tomarme en serio mi trabajo, vivir el día, disfrutar cada minuto en lo que haga. Sea con mi familia o sea trabajando, vivir cada minuto. Dentro de 110 años nadie va a saber quiénes somos, hay que vivir la vida con intensidad e intentar ser buena gente disfrutando de lo que cada uno hace”, recalca el compositor.
Vidal escapa de la figura seria de compositor de música orquestal o clásica que se viene a la cabeza. El compositor, que es embajador de Peugeot, tiene claro que el encorsetamiento de este género está cambiando.
“Creo que cada vez hay menos elitismo y purismo dentro de la música clásica, hay nuevas generaciones y evidentemente nos tenemos que adaptar. Soy miembro del comité joven del Teatro Real y creo que tanto ellos como la mayoría de las orquestas, como la ORCAM, están muy pendientes de cómo se evoluciona y hay que hacerlo”, señala.
En este sentido, Vidal es tajante: no se cierra ante ningún género musical. Ni siquiera ante aquellos más denostados por la crítica como el trap o el reguetón. “No estoy de acuerdo con eso”, señala. “Todo en la música es una evolución, nos guste o no nos guste creo que siempre las nuevas generaciones traen nuevos sonidos, lleva pasando toda la vida”, recuerda.
“Hay que entender que de lo que se trata es de emocionar a la gente. Si la gente se emociona con trap, pues ya está. Cuando voy al gimnasio y me pongo trap me da un subidón, por qué eso va a ser mejor o peor que otra cosa”, señala.
Sin embargo, Vidal no puede evitar obviar la formación clásica necesaria para poder componer música orquestal o clásica. “Puede ser cierto que en el caso de la música clásica que requiere una formación, desde mi punto de vista, muy específica para poder hacer composiciones. Bad Bunny me parece un genio, pero la complejidad con la que Bach componía es tan evidente que es indiscutible”, detalla.
Muestra de su versatilidad es su disco Karma, publicado en 2020 en el que mezcla la música orquestal de clarinete, chelo, viola, violín y piano con bases electrónicas. “Mi ilusión era imaginármelo tanto en auditorios como en festivales de música electrónica y que lo puedan disfrutar como quieran de una manera muy inmersiva con visuales muy potentes”, confiesa. “Nació de unas ganas mías de acercar el público de la música clásica a la electrónica y viceversa”, enfatiza.
A Vidal se le suele asociar el adjetivo de niño prodigio dada la explosividad de su carrera. A los tres años empezó a tocar el piano, a los siete la flauta travesera y con 15 años inició su formación en el Berklee College of Music de Boston (EEUU), donde se decidió a introducirse en el mundo de las bandas sonoras.
Él huye de esa etiqueta grandilocuente, pero sí que admite que haber estado en un ambiente rodeado de músicos le ha ayudado a conseguir su sueño. “Creo que he sido un niño que he tenido la suerte de encontrar lo que me gustaba desde que era muy pequeño y más o menos poder contar con unos padres que siempre me apoyaron a fomentar mi creatividad. Eso en cualquier familia es una maravilla. No sé si fui prodigio o no, pero le he echado muchas horas, como todos los maestros y las personas que trabajan en la ORCAM”, cuenta.
Para él, la didáctica en la música clásica es fundamental, por lo que pide a los padres que introduzcan ese conocimiento en sus hijos. “Eso es lo que pretendía con Karma, si ayudo con ese disco a que un niño o un joven escuche música clásica, ya habrá valido la pena el esfuerzo”, revela.
“Al fin y al cabo, es descubrirlo. Cuesta muy poco, con obras como El cascanueces de Tchaikovsky o Pedro y el lobo de Prokófiev. Es una forma de que a los niños les guste la música clásica sin tener que ir a un concierto de dos horas, que se les hace largo”, detalla.
En la producción musical de Érase una vez...pero ya no participan, además de los músicos de la ORCAM y el propio Vidal, hasta cinco técnicos, entre ellos el ingeniero de mezclas Max Miglin que, mientras Vidal graba las melodías, va coordinando con las imágenes desde la sala de sonido.
Una puerta que se cierra justo cuando acaba la música, un pizzicato que cuadra con los pasos acelerados de los personajes, a los que dan vida, entre otros, Sebastián Yatra, Rossy de Palma, Itziar Castro o Asier Etxeandia, que interpretarán temas clásicos del pop español y latino en esta serie dirigida por Manolo Caro (La casa de las flores).
En este año de confinamiento, Vidal no ha parado de trabajar y, aunque no se atreve a decir si ha habido más apoyo a la música que al cine, asegura que gracias al sector audiovisual no ha salido de su estudio.
“La gente ha consumido muchas más series y más películas. He tenido la suerte de trabajar en muchos proyectos, entrelazando el álbum, por lo que no he parado”, explica. El compositor admite que está habiendo un ascenso claro en la industria audiovisual española que nada tiene que envidiar a la de EEUU. “Eso lo sabe mucho la gente joven. Se nota que hay una tendencia de que el cine español y las series no suenan como casposas. La gente se cree el cine español, los personajes y hay técnicos estupendos”, detalla.
A pesar de lo que supone este nivel de trabajo, asegura no haber tenido nunca vértigo. “Subir y bajar es muy relativo. Lo que intento es vivir el día a día, que tengo una pasión que es la música y me levanto con gusto para lo que hago, tanto que no sé si subo o si bajo”, explica. “Es una carrera de fondo y lo que me gusta es desarrollarme y aprender, estar siempre en el punto de mira en el que el aprendizaje es lo importante, no quedarme en mi zona de confort. Eso me ha dado la capacidad de adaptarme a distintos proyectos, sean puramente orquestales o puramente electrónicos”, añade.
Las claves de una buena banda sonora para él son claras: que emocione, que siga la historia y “que la gente diga ’qué buena película”. Si tiene que elegir un ídolo, no duda en elegir a Morricone, también para ponerle música a este año y medio de pandemia. “Porque hace llorar y encima sería como homenajearle. Todos lo hemos sufrido, de manera muy cercana en mi caso y esperemos que salgamos más fuertes y, sobre todo, más unidos. Si la música puede llegar a unir, mejor aún”, apunta.
Esta producción de Netflix, que verá la luz en 2022, no es la única bala que guarda Vidal sobre la manga. Hay otros muchos artistas, de los que no se atreve a dar nombres, con los que tiene preparadas colaboraciones “y no solo a nivel de cine y televisión”. 37 años no son nada y a la banda sonora de Lucas Vidal le quedan todavía muchos temas principales.