Los republicanos están preparando el terreno (de nuevo) por si pierden las elecciones
Los candidatos que defienden de forma preventiva la teoría del fraude electoral están sacando petróleo de un pozo excavado hace años por Trump.
Blake Masters, candidato al Senado por el Partido Republicano en Arizona, dio una clase magistral el mes pasado de cómo sembrar la duda sobre los resultados de las elecciones de medio término en Estados Unidos, antes siquiera de que se emita una sola papeleta.
Durante una parada en su campaña cubierta por The Daily Beast, dijo que su padre estaba preocupado porque incluso si Masters ganaba por 30.000 votos sobre su rival demócrata, “simplemente encontrarían 40.000 para Mark Kelly”.
“Me retó a demostrar que estaba equivocado”, dijo Masters. “Le dije: ‘Papá, la verdad es que no puedo demostrar que estés equivocado. Todo lo que sé es que tengo que ganar por 80.000’”. Al oírlo, el público estalló en aplausos.
A estas alturas, esta táctica resulta familiar en Estados Unidos: los candidatos republicanos que han apoyado y propagado las mentiras de Donald Trump sobre el fraude electoral y las elecciones robadas están utilizando el libreto del expresidente para insinuar que, si pierden, sus elecciones también serán fraudulentas.
‘Los demócratas siempre hacen trampas’
Se trata de una falacia muy simple: si pierdes, es porque las elecciones son fraudulentas. Si ganas, ha sido una victoria tan aplastante que ni ese sistema fraudulento ha podido contigo.
Aquella declaración de Masters no fue la primera en esa línea.
“Siempre hay trampas. Probablemente, en todas las elecciones”, dijo el candidato en julio, según informó The New York Times. “La pregunta es: ¿hasta dónde llega esa capacidad de hacer trampas?”.
Otros republicanos prefieren esperar y ver lo que sucede, reservándose su derecho a darle la vuelta al tablero si se dan cuenta de que están perdiendo.
Un portavoz del senador Ron Johnson (republicano de Wisconsin), que se enfrenta a una dura lucha por la reelección contra la demócrata Mandela Barnes, declaró en el Wisconsin State Journal el mes pasado que “tiene la esperanza de poder” aceptar los resultados de las elecciones. Seguidamente, culpó al gobernador demócrata Tony Evers de que los republicanos tuvieran motivos para estar preocupados.
“Me sentiría mucho más tranquilo con las elecciones de 2022 si el gobernador Evers hubiera firmado los proyectos de ley que el Poder Legislativo aprobó para restaurar la confianza en nuestro sistema electoral”, dijo el portavoz Alec Zimmerman sobre Ron Johnson. “Dicho esto, estamos haciendo todo lo posible para garantizar que las directrices y los procedimientos electorales cumplan con la ley estatal. Estaremos vigilando todo de cerca”.
Tim Michels, el republicano que se presenta contra Evers, aceptará los resultados “siempre y cuando la elección se lleve a cabo de forma justa y segura”, aclaró un portavoz al State Journal. El equipo de campaña de Michels no ha querido responder a un correo electrónico del HuffPost en el que preguntamos qué quería decir con eso.
Jim Marchant, un candidato republicano a la secretaría de Estado de Nevada que defiende que una “cábala del Estado profundo” ha dictado los resultados de las elecciones durante años, declaró en Las Vegas Sun que aceptaría los resultados de las elecciones independientemente del resultado, pero no se comprometió a aceptar los resultados cuando el canal de noticias KRNV de Reno le hizo la misma pregunta el mes pasado. Respondió que solo podría confiar en los resultados “si supera una auditoría forense”.
El término “auditoría forense”, popularizado por los negacionistas de las elecciones a raíz de la derrota de Trump en 2020, no tiene en realidad una definición aceptada en el ámbito electoral. Al ser preguntado sobre si aceptaría los resultados sin esa auditoría, Marchant (que podría ser elegido para supervisar directamente las elecciones) dijo “ya veremos” y afirmó que si es elegido se asegurará de que “todo el mundo esté de acuerdo con el recuento”.
Sin embargo, cuando Marchant ganó las primarias de su partido no hizo ninguna afirmación sobre supuestas intromisiones de una “cábala del Estado profundo”.
Kim Crockett, candidata republicana a secretaria de Estado en Minnesota, ha dicho que aceptará los resultados a menos que el margen de victoria sea lo suficientemente estrecho como para que se tenga que realizar un recuento. Sin embargo, añadió en un comunicado de prensa: “En cuanto a mi confianza en la administración de las elecciones de 2022, es una pregunta diferente que responderé después de que se celebren las elecciones”.
‘Ya estamos detectando ciertos robos’
Los candidatos que defienden de forma preventiva la teoría del fraude electoral están sacando petróleo de un pozo excavado hace años por Trump.
“La única manera de que perdamos estas elecciones es que estén amañadas”, dijo Trump en agosto de 2020, una afirmación que hizo que sus partidarios, azuzados por esa mentira, atacaran el Capitolio de Estados Unidos cinco meses después.
Trump nunca ha reconocido una derrota legítima y su popularidad entre los votantes republicanos no se ha resentido por ello. Los candidatos del Partido Republicano parecen haber tomado nota.
Kari Lake, que ahora es la candidata republicana a gobernadora de Arizona, dijo antes de las primarias del Partido Republicano: “Ya estamos detectando ciertos robos”, y se negó a dar más detalles. “Si no ganamos, será porque están haciendo trampas”, dijo el día de las elecciones. Luego, tras ganar la nominación por un margen de decenas de miles de votos, pasó rápidamente a la acción: “Hemos vencido al fraude”.
Lake está recurriendo al mismo libreto de cara a las elecciones generales. “No tengo fe” en el sistema electoral de Arizona, dijo el mes pasado. Excepto si gana, claro.
“Hay que salir a votar, y creo que podemos superar algunos de los problemas si simplemente nos presentamos”, declaró Lake.
También dijo, según Axios, que fue “realmente inteligente” por parte de Trump no admitir su derrota en 2020. “Esa fue la elección más sucia, repugnante y podrida que he visto en mi vida”.
Mark Finchem, un negacionista de las elecciones de 2020 que se presenta a secretario de Estado de Arizona, dijo antes de las primarias republicanas que no estaba preparando un discurso de derrota: “Voy a exigir un recuento manual al 100% si existe el más mínimo indicio de que hay una incorrección”, prometió.
En Virginia, en 2021, la senadora estatal republicana Amanda Chase afirmó sobre las elecciones para gobernador: “Sé cómo están haciendo trampas los demócratas”, y afirmó que le había enviado la información a la campaña del entonces candidato del Partido Republicano, Glenn Youngkin.
Cuando el fiscal general de Virginia, Mark Herring, solicitó que Chase compartiera esa información sobre el presunto delito que había descrito, un portavoz de la senadora estatal dijo: “No le debemos nada a Herring”.
Sentando las bases legales para impugnar las elecciones
Algunos candidatos ya están sentando las bases para impugnar los resultados, y para ello están citando las derrotas legales de Trump en 2020 como punto de partida.
Adam Laxalt, candidato al Senado por el Partido Republicano en Nevada, ha dicho que los republicanos no fueron lo suficientemente agresivos a la hora de denunciar los resultados electorales en 2020 y que él no iba a cometer el mismo error.
“Conmigo al frente de la candidatura, vamos a ser capaces de reunir a todo el mundo en la mesa y elaborar un plan completo, hacer todo lo posible para garantizar la seguridad de estas elecciones, conseguir tantos observadores como podamos y presentar demandas con antelación, si es que hay demandas que podamos presentar para tratar de ajustar las elecciones”, dijo en agosto del año pasado, según informó The Associated Press. “No hay duda de que, por desgracia, muchas de las demandas y mucha de la atención puesta en las operaciones del día de las elecciones llegaron demasiado tarde”.
En marzo, The New York Times obtuvo un audio en el que Laxalt les decía a los votantes que estaba “analizando” a grupos externos que le pudieran ayudar a trazar una estrategia de litigación y a formar equipos de observadores electorales. “No puedo hablar de eso, pero estamos investigando qué grupo creemos que puede hacerlo mejor”.
Cuando el medio KTVN le preguntó en septiembre si aceptaría los resultados de las elecciones, Laxalt respondió simplemente que esperaba que su rival, la senadora demócrata Catherine Cortez-Masto, “reconociera su derrota”.
Del mismo modo, Finchem defendió a los grupos (algunos armados) que “vigilan” las urnas en Arizona inspirados en las mentiras sobre la llamada “recolección de papeletas” de la película de teoría conspirativa 2000 Mules.
En una conversación con el presidente del Partido Republicano de Arizona, Kelly Ward, Finchem animó a la gente a tomar fotos, incluso de las matrículas de los votantes, si detectaban presuntos fraudes electorales. Ward, según The Washington Post, dijo que el Partido Republicano de Arizona tenía abogados preparados para utilizar esa documentación en el litigio.
Algunos de los protagonistas en el intento de robo electoral de Trump en 2020 están desempeñando papeles clave este año también.
El mes pasado, el exabogado de Trump, John Eastman, instruyó a una audiencia de futuros trabajadores electorales y observadores para que guardaran notas de supuestas irregularidades “porque eso serán pruebas en estos desafíos legale”, según el audio que el grupo de vigilancia civil Documented obtuvo de los asistentes.
Eastman estaba hablando en Albuquerque en una cumbre de la Red de Integridad Electoral (EIN), un grupo presidido por la abogada electoral y exasesora de Trump Cleta Mitchell.
Mitchell estaba al teléfono cuando Trump presionó al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, para que “encontrara” 11.700 votos para él después de perder el estado. Más recientemente ha trabajado con cargos electos del Partido Republicano y con otros ciudadanos para adiestrar a lo que ella llama “un ejército de ciudadanos voluntarios”. Como contexto, conviene saber que EIN es un proyecto del Conservative Partnership Institute, formado entre otros socios por el exjefe de personal de la Casa Blanca de Trump, Mark Meadows.
Marshall Yates, director ejecutivo del grupo Mitchell y exjefe de gabinete del diputado republicano Mo Brooks, dijo en ese mismo evento: “La objeción al resultado electoral no resultó como queríamos el 6 de enero de 2020, pero lo hemos mejorado y este movimiento está aquí hoy en parte porque no llegamos a tener el debate que necesitábamos en el Congreso”, según informa el medio Politico.
Según el reportaje de Politico, Yates añadió: “Nos quedamos fuera por la razón que fuera, por lo que fuera que ocurriera y quienquiera que lo planeara, pero no conseguimos que funcionara. Pero por suerte provocó un movimiento en las bases de todo el país a favor de la integridad electoral”.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.