Los movimientos antigénero se rearman: quiénes son y cómo se coordinan mundialmente
Una investigación identifica y mapea los ataques contra el feminismo y las democracias en el mundo. También constata cómo estas fuerzas se han unido para ganar poder.
Nadie sabe muy bien qué significa en realidad la expresión ‘ideología de género’, o quién la acuñó siquiera, pero las feministas sí saben perfectamente para qué se utiliza en la actualidad. “Para denostar y atacar al movimiento feminista”, dice María Palomares Arenas, directora de la organización Calala Fondo de Mujeres. “Para provocar pánicos morales y cuestionar cualquier avance de los derechos humanos en general”, añade Diana Granados, trabajadora social y activista.
Igual que el feminismo tiene un origen y unas olas a lo largo de la historia, los movimientos contrarios a él, también, y estos últimos gozan de muy buena salud en la actualidad, no sólo por el alcance, el apoyo y la repercusión que están teniendo en las sociedades que operan, sino por su potente coordinación internacional. De ello da cuenta el informe Ataques a la democracia en Europa y América Latina. Voces desde los feminismos, elaborado por ocho fondos de mujeres latinoamericanos y diez europeos, entre ellos Calala.
El informe, publicado hace unos días, constata que “distintas fuerzas se han unido” para hacer retroceder en todo el mundo “los principios democráticos y los derechos de las mujeres”, y señala exactamente de dónde proceden esos ataques: de los sectores religiosos más fundamentalistas y de la extrema derecha política.
Una agenda antigénero que se remonta varias décadas
Esta investigación sitúa en la década de los 2000 el punto de inflexión para los movimientos antigénero en distintas regiones del mundo, como reacción a la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de la ONU de 1994 en la que se empiezan a crear consensos internacionales sobre derechos sexuales y reproductivos. “El fenómeno ya había empezado a gestarse anteriormente —señala la escritora y periodista Nuria Alabao, coordinadora del informe junto con Diana Granados—, pero es en ese momento cuando la Iglesia Católica crea el concepto de ‘ideología de género’ y, a partir de ahí, se genera una reacción conservadora en varios países”, detalla.
Los importantes avances de este fenómeno en los últimos tiempos se deben a que ya no es sólo la Iglesia —católica, ortodoxa o evangelista, según la región— la que cuestiona estos derechos, sino que se apoya en partidos políticos que funcionan como plataformas difusoras de estos discursos, en organizaciones de la sociedad civil que van de la mano y en una “coordinación internacional muy fuerte”, señala Alabao. “Aunque en cada región tengan una declinación según su contexto, las cuestiones de género son las que mejor consiguen aglutinar a estas facciones antiderechos”, sostiene.
Cómo dan la ‘batalla cultural’
Las mismas estrategias, de hecho, se replican en diferentes países, desde el autobús tránsfobo de Hazte Oír que viajó por América hasta el ‘pin parental’ que defiende Vox inspirado en la campaña peruana ‘Con mis hijos no te metas’. “Están coordinados, están financiados y están en un momento de auge”, asegura Arenas sobre estos movimientos, que reconoce que “se han fortalecido después de muchos años trabajando para ello”.
Según las impulsoras del informe Ataques a la democracia, uno de los últimos logros de las facciones extremistas es su importante poder de movilización, pasando “de las redes sociales a la calle”. “Están consiguiendo unas bases sociales muy agitadas a partir de estos pánicos morales a torno a las cuestiones de género”, describe Alabao. “Montan ONG, organizan manifestaciones de protesta, y luego tienen un gran equipo de lobbistas allí donde las leyes se hacen”, añade la directora de Calala.
Aborto, matrimonio homosexual, Convenio de Estambul, educación sexual... La agenda antigénero toca muchos puntos, que María Palomares Arenas resume en uno: “Presionar para que se cambien o se supriman las leyes que defienden los derechos de las mujeres”, incluida la que lucha contra la violencia machista.
Es a lo que ellos llaman ‘dar la batalla cultural’. “Si hace décadas el debate político era comunismo o capitalismo, ahora el eje ideológico se ha desplazado hacia los derechos de las mujeres y de las personas LGTBI”, sostiene Arenas. “Pero detrás hay otros intereses”, añade. Principalmente económicos.
Los tres focos que vertebran el fenómeno a nivel internacional
En base a la investigación elaborada por Calala, María Palomares Arenas menciona “tres focos bien localizados” en estos movimientos antigénero: por un lado, Estados Unidos, con el ideólogo del trumpismo Steve Bannon, que ha instruido a otros líderes de extrema derecha en Europa y “ha financiado muchos grupos evangelistas en Latinoamérica”; por otro lado, “Rusia, Putin y la iglesia ortodoxa” como otra “fuente importante de financiación”; y en el eje español, Hazte Oír, “otro polo importante de coordinación y de lanzamiento de mensajes que luego son replicados en otros países”, apunta Arenas.
La investigación también cita a la Conferencia Episcopal Española como “uno de los grupos de presión antigénero más poderosos y con más capacidad de movilización” incluso “a nivel internacional”.
El Congreso Mundial de las Familias, una organización fundamentalista cristiana fundada en 1997 en Estados Unidos, es uno de los principales foros internacionales donde se fijan las agendas de estos movimientos. Y en la práctica, sus embistes no son ‘sólo’ discursivos.
Los ataques jurídicos, de los más extendidos y dañinos
El informe Ataques a la democracia señala que en los últimos años, y en distintos países, se han registrado ataques directos a las sedes de organizaciones feministas y LGBTIQ+, hostigamientos por redes sociales a las activistas, amenazas directas, ataques físicos, casos de doxing (revelar información personal en internet para humillar e intimidar) y ataques jurídicos.
Las batallas legales, muy utilizadas en España por parte de Vox y Abogados Cristianos, son otra de las tácticas ‘antigénero’ “más extendidas” y que “más daño hacen”, destaca Nuria Alabao. “La organización civil fundamentalista Asociación Abogados Cristianos se ha convertido en la punta de lanza de una estrategia de acoso a activistas a través de los juzgados. [...] Puede llegar a tener más de cincuenta causas abiertas simultáneamente contra artistas, periodistas, activistas feministas y LGTBIQ+”, constata la investigación.
Alabao menciona, como ejemplo paradigmático, el caso de la activista Pamela Palenciano, denunciada por presunto delito de odio contra los hombres por la llamada ‘Asociación Hombres Maltratados’.
La investigación de Calala también da cuenta de los ataques de grupos fundamentalistas contra el derecho al aborto en toda Europa “infiltrándose en los comités éticos de los hospitales [...] para aumentar el número de objeciones de conciencia”. En España y otros países, ese acoso también se produce de forma física contra las mujeres que van a abortar, en las puertas de los propios centros donde se llevan a cabo interrupciones voluntarias de embarazo.
El negacionismo de la violencia de género
Siguiendo en España, el último barómetro Juventud y Género de 2021, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAZ, revela que uno de cada cinco adolescentes varones considera que la violencia de género no existe y que es un “invento ideológico”. Ese 20% se ha duplicado con respecto a los datos de 2017, y las expertas no creen que sea casualidad.
Ningún partido en España había cuestionado directamente la existencia de la violencia machista hasta el surgimiento de Vox, que ha creado esa “narrativa” sobre el “invento ideológico”, comenta María Palomares Arenas.
Vox ha pedido la derogación de la ley de violencia de género por considerarla discriminatoria contra los hombres. También dice que la violencia “no tiene género” y que el feminismo se dedica a “fomentar y a financiar la guerra de sexos”. Según Nuria Alabao, este discurso les sirve para “pescar” a una minoría de votantes que se sienten “agraviados” por asuntos muy específicos. Son “hombres que han perdido la custodia de sus hijos en un divorcio, que han agredido a una mujer, que han sido expulsados de sus familias porque han maltratado a sus mujeres”, abunda Arenas. Estas personas “buscaban a alguien que les hiciera caso”, y en Vox lo han encontrado.
Las cifras muestran que entre los más jóvenes también hay, todavía, trabajo por hacer, pero tanto Alabao como Arenas se muestran optimistas. “En España hay bastante consenso social sobre la violencia machista”, dicen. Arenas cree que ni siquiera Vox “se puede permitir” intentar cambiar la ley de violencia de género. Ocurriría, sostiene la directora de Calala, como cuando el PP intentó modificar la ley del aborto, y fracasó “porque el movimiento feminista se echó a las calles, pero también porque a nivel político no tenían muy claro que esta medida fuera a darles votos”, apunta.
“En España somos positivas”, asegura María Palomares Arenas. “Hacemos las manis del 8 de marzo y las chicas jóvenes vienen de forma masiva”, celebra; aunque a renglón seguido añade: “En países en los que el movimiento feminista no es tan fuerte, las posturas antigénero no son tan minoritarias, y eso es un peligro”.