Los mensajes nocivos que nos inculcaron las princesas

Los mensajes nocivos que nos inculcaron las princesas

ESTOS son los estereotipos que, nos demos cuenta o no, seguimos inculcando en los niños y, sobre todo, en las niñas.

Los cuentos de príncipes y princesas con los que nos hemos criado están llenos de estereotipos muy perjudiciales que nos dictan cómo vivir. Peligrosas pautas que normalizan comportamientos nada saludables (y bastante machistas). De La Sirenita a La Bella y la Bestia, ¡nadie se salva!

Entre tanta tetera y tanta princesa lectora se nos olvida que Bestia tiene secuestrada a Bella. Él la necesita y lo mejor que se le ocurre es mantenerla en contra de su voluntad. Nos preguntamos si Bella no sufre un poco de síndrome de Estocolmo y se acaba enamorando de su secuestrador.

Además, la cinta traslada el mensaje de que todo el mundo puede cambiar. Y no, niñas. Si os tratan mal, huid de ahí. No podemos redimir a todo el mundo y nadie tiene derecho a haceros daño ni una vez ni veinte. No os metáis en relaciones nocivas esperando que él cambie y se convierta en príncipe porque no lo hará.

En el imaginario colectivo las madrastras son las malas del cuento. En la vida real, en la que las separaciones son más comunes que el 'y fueron felices para siempre', las madrastras suelen ser mujeres en una posición muy complicada: convivir con niños que ya tienen una madre. ¡Y por si no tuvieran suficiente con el papelón, les toca acarrear con el estereotipo que plantó la malvada segunda esposa del padre de Blancanieves! O, para ser más precisos, su creador: Walt Disney.

Es una de las cosas en las que más daño han hecho los cuentos. La percepción del amor romántico y del dichoso príncipe azul. Parece que el amor sucede así, de repente: pasa un hombre por delante y caes rendida a sus pies, él te mira y se enamora y a partir de ahí, ¡a ser felices y comer perdices! Lo malo es que de nuevo la vida real no tiene nada que ver con esto: el amor es una cosa que hay que trabajarse para que funcione y fórmulas mágicas... poquitas.

En los cuentos de hadas esto de que la belleza viene en todas las formas y tallas no lo tienen muy claro (más allá de para Bestia). Las princesas se gastan cintura de avispa y tipazo sideral, así que si estás entrada en carnes solo te queda ser la mala malísima. Ahí tenéis a Úrsula, que se hizo mala por necesidad, porque si no, no le daban papel en el cuento.

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