Los Juegos Olímpicos que parten aún más al independentismo
La candidatura para 2030 aleja a la CUP de aprobar los presupuestos, pero los recelos van más allá del partido y pueden agravar la división interna en el independentismo catalán.
¿Habrá candidatura catalana para los Juegos de Invierno de 2030 en el Pirineo catalano-aragonés? La respuesta depende, y mucho, del “torbellino de negociaciones” por los presupuestos de la Generalitat de 2022, como lo define una fuente de la cúpula de Esquerra.
En la propuesta del ejecutivo catalán, se incluyen 800.000 euros para una consulta sobre la candidatura, pero quitar esta partida es una de las condiciones que ha puesto la CUP para aprobar las cuentas. La mayoría de las otras —más allá de pedir de nuevo un plan para el referéndum de autodeterminación— también tienen que ver con la visión económica de la CUP, contraria al desarrollismo capitalista: quieren que no se renueve el contrato del Circuit de Catalunya y que se borre el proyecto urbanístico BCN World, liderado por Hard Rock, para dinamizar el entorno de Port Aventura.
Por eso el Govern se sentó ya a hablar el viernes, en una reunión de tres horas, con los comuns de Jèssica Albiach, que también el viernes presentaron una propuesta de enmienda a los presupuestos, ante el recelo de Junts, y mientras se prepara una nueva propuesta a la CUP, que sigue siendo el socio prioritario. El PSC también ha planteado una enmienda, aunque el Govern por el momento descarta negociar con el partido de Illa.
Vamos, el juego de equilibrios de siempre, al que ahora se le suman los Juegos del Pirineo —al que Aragón también quiere sumarse— como motivo de tensiones. El escenario es parecido al del aeropuerto, con Junts y PSC —que también se ha ofrecido para dar apoyo a los presupuestos— alineados a favor de este evento, Esquerra con más dudas (algunos ediles de la región y sus juventudes se oponen, como sucedía con la ampliación del aeropuerto) y el espacio de Colau favorable a la consulta siempre y cuando se garantice la sostenibilidad del evento.
La propuesta de candidatura nació de los despachos de Barcelona cuando Jordi Hereu aún era alcalde, pero el Ayuntamiento de la capital catalana no está ahora mismo muy por la labor. El consistorio dice que no se posicionará mientras no conozca el proyecto, cuya falta de información es una crítica compartida por varias administraciones. En el Pirineo y el Gobierno aragonés cuenta con respaldo, mientras que dentro del independentismo y en las montañas catalanas, aparte de la oposición de la CUP, hay muchas más divergencias. En el Val d’Aran, donde el partido nacionalista de la comarca es aliado del PSC, hay consenso para la candidatura junto a Aragón.
Los ayuntamientos del resto del Pirineo catalán aún tienen que debatir en el pleno su posición, pero ediles de Esquerra de ciudades como La Seu d’Urgell o alcaldes de Junts como Josefina Lladós, de Ribera d’Urgellet, se han opuesto. La plataforma Stop Juegos 2030, que ya cuenta con el apoyo de deportistas destacados como el corredor de montaña Kilian Jornet o la alpinista Araceli Segarra, presentará en los próximos días el manifiesto definitivo con miles de adhesiones, entre las cuales, además de alcaldes de partidos del Govern, habrá famosos independentistas del entorno de Junts. Podría ser un duro golpe a las aspiraciones de la Generalitat, que defiende la candidatura, y del Ejecutivo español. Y dividir aún más el ya dividido espectro independentista.
Dudas económicas y climáticas
Los Juegos Olímpicos, los de invierno y los de verano, están cada vez más cuestionados allá donde se presentan incluso antes de tener un proyecto firme. Por poner un ejemplo reciente, en 2018 los ciudadanos de Calgary se opusieron a los Juegos de Invierno de 2026. La construcción de infraestructuras, la apuesta por el turismo y el uso de un territorio como marca durante unos días y los sobrecostes son las reticencias habituales de los críticos, que suelen crear plataformas de rechazo, como también ha sucedido ya en Cataluña. Pero incluso la mayoría de estudios económicos realizados al respecto niegan la rentabilidad de la inmensa mayoría de Juegos, si bien es difícil calcular en números los beneficios de ampliar una red de metro o de tren, mejorar las carreteras o internet.
En el caso de los Juegos de 2030, de todos modos, el principal argumento de la plataforma podría derretir cualquier aspiración. “Entre 2030 y 2050, la temperatura aumentará dos grados centígrados en el Pirineo y con dos grados más dicen los informes de la propia Generalitat que es inviable técnicamente hacer nieve artificial y las estaciones de esquí tendrán que cerrar”, asegura el portavoz de la Plataforma Stop JJOO, ingeniero forestal y agrónomo y edil de la CUP en la Seu d’Urgell Bernat Lavaquiol.
Aunque estas consecuencias se verían seguramente poco después de los Juegos, Lavaquiol se pregunta: “¿De qué viviremos en el Pirineo dentro de 15 o 20 años cuando ya no haya nieve si todas las inversiones se dedican al esquí y al turismo?”. En respuesta a las dudas sobre la nieve, el director general de Políticas Ambientales de la Generalitat, Antoni Ferran, dijo en agosto en entrevista con RAC1 que en 2030 “todavía habrá nieve” en el Pirineo, aunque ese “todavía” daba en parte la razón a las críticas y reconocía que “la decisión sería otra” si los Juegos tuvieran que celebrarse dentro de 50 años.
El alto precio de los alquileres en el Pirineo, región que en las estadísticas de la Generalitat de 2017 tenía la renta per cápita más baja de Cataluña, se debe en parte a la alta presencia de segundas residencias en la región y el “monocultivo” turístico en palabras de Lavaquiol, que añade además que la candidatura se ha hecho de espaldas a los intereses del territorio y que es necesario invertir en el sector primario y diversificar la economía con apuestas como, por ejemplo, “un centro de investigación, que no hay ninguno en el Pirineo”.
El éxodo rural de los jóvenes, sin alternativas de empleo en la región más allá de la hostelería y el turismo de esquí, es uno de los grandes problemas de la región, pero para Maria Vergés, síndica de Aran, precisamente los Juegos pueden ayudar a “diversificar la economía”. “Es una oportunidad de oro para recibir inversiones en carreteras y comunicación digital, mejorando la fibra óptica y la banda ancha en 5G, algo que es muy difícil en el Pirineo. También para mejorar infraestructuras deportivas que están obsoletas y hacerlo de forma sostenible”, añade la máxima representante de una comarca particular con un diagnóstico parecido al de la plataforma pero con una receta diametralmente opuesta.
La socialista Val d’Aran, principal valedora de los Juegos
En la Val d’Aran se habla un idioma diferente al catalán, el occitano o aranés, y es una de las regiones menos conectadas al independentismo de Cataluña. Vergés es del partido regionalista Unitat d’Aran-Partido Nacionalista Aranés, que se presentó a las elecciones al Conselh Generau, entidad de gobernanza regional, en coalición con el PSC. Tanto el partido como la región miraron con recelo el procès en 2017, sin demasiadas esteladas visibles y desmarcándose del independentismo. Por entonces, Francesc Boya era el líder del partido, después de haber sido síndico en dos ocasiones. Ahora, es el secretario general para el Reto Demográfico dentro del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y lidera al Ejecutivo español en su campaña por cohesionar una candidatura conjunta entre Cataluña y Aragón.
El mayor apoyo político de la región a los Juegos ha hecho que incluso se plantee que la candidatura final sea de la Val d’Aran junto a Aragón en la candidatura y deje fuera a otros territorios del Pirineo más críticos con el proyecto, según apuntan fuentes conocedoras del mismo, aunque otras cercanas a las negociaciones ven en eso más “especulaciones” que un proyecto encaminado. Las fuentes reconocen que esto podría generar “un problema político” y apuntan a que se estudia la posibilidad de hacer las pruebas más agresivas para el medio ambiente en el extranjero.
Tanto Vergés como Boya estuvieron presentes en el acto del presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, al que asistieron 100 alcaldes del Pirineo para escuchar la propuesta, que el dirigente aseguró que será sostenible. La mayoría de gastos, dice, se cubrirán con los ingresos del evento, aunque esta cantinela es la misma que realizan los organizadores de todos los Juegos. El coste aproximado, en cualquier caso, podría ser el más bajo de los Juegos recientes, 1.300 millones, de los cuales 900 irían a cargo del COI, según divulgaron en octubre.
El presidente de Aragón, Javier Lambán, también apoya estar en la candidatura conjunta, que según el COE es imprescindible para que tire adelante. Pero ya ha habido algunas tensiones porque Lambán considera a la Generalitat desleal al COE y además pide que el nombre de la candidatura no sea Pirineos-Barcelona. El apoyo de esta unión es también un gesto de Sánchez hacia Lambán, con el que ha tenido varios encontronazos, y un paso más en la estrategia de restablecer puentes entre España y Cataluña, que estaría yendo de la mano del COE y de Aragón en un proyecto conjunto a 10 años vista.
Pero justamente estas miras a largo plazo son las que provocan sorpresa y rechazos dentro del independentismo, también en Junts per Catalunya, partido en principio favorable a los Juegos. La alcaldesa del municipio pirenaico de Ribera d’Urgellet, Josefina Lladós (Junts), suscribe los argumentos medioambientales de la plataforma y añade: “Como persona independentista, no quiero empezar ningún proyecto de la mano del Gobierno español. No quiero organizar unos Juegos de Invierno de un país del que aspiro a separarme lo antes posible”. Ella es además presidenta del consejo comarcal del Alt Urgell, pero la entidad aún está pendiente del debate interno de los consistorios para posicionarse. El camino a los Juegos, en cualquier caso, pinta a travesía con rocas, arbustos y escarcha.