Los JJOO que hicieron (otra) historia
Esta cita olímpica está dando visibilidad a diferentes realidades sociales de las que antes apenas se hablaba en el deporte.
“Estoy increíblemente orgulloso de decir que soy un hombre gay y también un campeón olímpico”, celebró el saltador británico Tom Daley tras hacerse con la medalla de oro en el salto de trampolín sincronizado. “Hay que priorizar la salud mental”, aseveró la gimnasta Simone Bales cuando decidió retirarse de la competición. “Está bien no estar bien”, proclamó en una entrevista la tenista Naomi Osaka. “Cada mujer debe elegir qué llevar”, señaló la gimnasta alemana Elisabeth Seitz tras aparecer en la final vestida con un maillot de cuerpo entero por primera vez en unos JJOO.
La visibilización de temas sociales y políticos está más que presente en Tokio. Más allá de las noticias deportivas, la cita olímpica también da este año para hablar de LGBIfobia, sexismo o el problema de la salud mental.
La visibilización de los deportistas LGTBI
El alegato de Tom Daley ante medios de todo el mundo se volvió viral en redes sociales. El joven de 27 años y su compañero Matty Lee se hicieron con la medalla de oro en el trampolín de diez metros sincronizado de los saltos por delante los chinos Cao Yuan y Chen Aisen y los rusos Aleksandar Bondar y Viktor Minibaev.
En la rueda de prensa posterior, Daley quiso mandar un mensaje a los chavales que están empezando en el deporte: “Salí del armario en diciembre de 2013 y cuando era más joven, siempre sentí que estaba solo y que era diferente y no encajaba y había algo en mí que nunca iba a ser tan bueno como la sociedad quería que fuera”. Por eso espera que “cualquier joven LGBT pueda ver que no importa cuán solo se sienta en este momento, no está solo y puede lograr cualquier cosa. Hay muchos miembros de la familia que eliges aquí listos para apoyarte ”.
“Estoy increíblemente orgulloso de decir que soy un hombre gay y también un campeón olímpico. Me siento muy empoderado por eso”, zanjó. Un gesto que tiene un gran valor social y de concienciación, teniendo en cuenta la denuncia de varios deportistas durante los últimos años sobre la homofobia en algunos ámbitos del deporte y el “miedo” a salir del armario.
La salud por encima del éxito
Es el “cambio de paradigma” que ha logrado Simone Biles, según los psicólogos: priorizar la salud por encima del éxito. La gimnasta estadounidense se retiró de la final de equipos y de la individual para poner por delante su salud mental.
Consiguió así que medios de comunicación de todo el mundo hablasen sobre este problema social que no sólo afecta de manera concreta a los deportistas olímpicos. “Esto pasa a todos los niveles, en prácticamente cualquier área profesional. Una deportista de élite ha podido verbalizarlo, pero esto pasa tanto a personas con trabajos poco cualificados, como a personas con trabajos de alto nivel. Nadie está exento de sufrir problemas de salud mental”, explicó la psicóloga Eva Molero a El HuffPost. Además, abrió paso a otros deportistas profesionales a la hora de normalizar el hecho de tener límites.
Biles no es la única que ha hecho por normalizar los problemas de salud mental. De hecho, ella misma ha citado a la japonesa Naomi Osaka como un ejemplo a seguir. Osaka ha sido noticia este año al retirarse de Rolland Garros tras incumplir sus obligaciones con la prensa por sufrir una “enorme ansiedad”. “Espero que la gente pueda empatizar y entender que está bien no estar bien. Y está bien hablar de ello. Hay gente que puede ayudarnos, y suele haber luz al final de cualquier túnel”, señaló en el número de la revista Time que protagonizaba.
Osaka, hija de madre japonesa y padre haitiano, también es conocida por sus críticas al racismo. Una discriminación que ella misma ha sufrido por parte de oponentes y compañeros a lo largo de su carrera.
En el US Open de 2020 usó siete mascarillas diferentes para cada ronda del torneo con el nombre de diferentes estadounidenses negros asesinados por racismo: George Floyd, BReonna Taylor, Trayvon Martin...
El gesto de las gimnastas alemanas
Como ocurrió también en Río en 2016, el sexismo está formando parte de los Juegos de Tokio, aunque con algunas mejoras y en menor medida - el porcentaje de mujeres deportistas ha subido al 49% frente al 45% de 2016, habiendo una paridad casi total entre hombres y mujeres-. Esta vez ha sido señalado no sólo en redes, sino por las mismas atletas. Uno de los gestos más sonados hasta ahora ha sido por parte de las gimnastas alemanas que han sustituido sus habituales uniformes con corte de bikini por unos maillots que cubren el cuerpo entero hasta los tobillos.
Un gesto que ya hicieron en los campeonatos de Europa pero que han vuelto a votar y ha sido aprobado por la Federación Internacional. La tres veces olímpica Elisabeth Seitz explicó a los medios que se trataba de llevar “lo que resulta cómodo”. “Queríamos demostrar que cada mujer debe decidir qué ropa llevar”, dijo. Aunque esto “eso no significa que no queramos seguir usando el maillot normal. Es una decisión que se toma día a día, en función de cómo nos sintamos y de lo que queramos”.
No es la primera vez que la vestimenta femenina en el deporte está en el punto de mira. También la criticó la selección de balonmano playa de Noruega, que fue multada por no ir en bikini a los partidos. Una multa que la cantante Pink se ha mostrado dispuesta a asumir.
La cosa no se queda sólo ahí: en España este año, en un paso más hacia la igualdad, la Asamblea General del Comité Paralímpico Español (CPE) aprobó una subida de los premios económicos por cada medalla que se consiguiese en los Juegos Paralímpicos de Tokio, situándolos en más del doble de lo que se concedía en los Juegos de Río y con la cofinanciación por primera vez del Consejo Superior de Deportes (CSD). “Vamos camino de esa igualdad plena de derechos, de obligaciones y de oportunidades. Y esperamos que ya en los Juegos de París 2024 podremos establecer ese compromiso de ser iguales, que los deportistas, a un mismo esfuerzo, tengan en nuestro país el mismo reconocimiento”, dijo el presidente del CPE Miguel Carbadella.
Parece que el deporte avanza -aunque sea a paso lento- ante el progreso social. Y los Juegos Olímpicos son un evento de importancia a escala mundial en el que la repercusión de toda esta visibilidad se multiplica. Será en París en 2024 cuando se podrá comprobar si esta tendencia continúa.