Los ideales del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica
El Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria / Izquierda Verde Nórdica es actualmente el quinto en importancia en el Parlamento Europeo, con 52 diputados de 754 (justo 26 hombres y 26 mujeres). No hay más que abrir su página web para ver que su discurso está radicalmente diferenciado del de sus colegas de escaño: manda a toda página una mujer transexual para celebrar el día contra la homofobia, y lo que queda de portada se dedica a protestas laborales, iniciativas de cambio climático y manifestaciones a favor de los refugiados. Las imágenes de empresarios enchaquetados y curvas de negocio no se ven por ninguna parte.
Como escribe la presidenta del grupo en los pasados cuatro años, la alemana Gabriele Zimmer, el objetivo primordial de esta alianza es “trabajar en pro de la paz, la solidaridad, la justicia social, la igualdad, la democracia y los derechos humanos”. Por eso dan cabida en sus filas a formaciones de todo el espectro de la izquierda, del socialismo democrático al anticapitalismo, pasando por el comunismo y hasta el populismo. Una suma enriquecedora pero que, también, está en la base de su principal dolor de cabeza: ¿cómo poner de acuerdo a representantes de sensibilidades tan diversas?
En el caso de España, desde las últimas elecciones de 2014 el grupo contenía a los diputados de La Izquierda Plural (IU y Anova), Podemos y Los Pueblos Deciden (Bildu). Ahora IU y Podemos (más Catalunya en Comú y Barcelona en Comú) concurren juntos como Unidas Podemos Cambiar Europa. Con diez personas, el nuestro era el país que más escaños aportaba. Ahora la batalla por ver qué delegación es la mayor y, por tanto, la que lleva la voz cantante, se reparte con los griegos de Zyriza, los alemanes de Die Linke y los galos de Francia Insumisa.
El candidato de este grupo confederal para la CE se llama Nico Cué (1956) y es asturiano, de Mieres. Con apenas seis años se tuvo que marchar de su tierra porque a su padre lo perseguía el franquismo. Era minero y un sindicalista activo que participó en numerosas huelgas. La familia acabó en Lieja (Bélgica), donde Cué ha pasado toda su vida, donde se convirtió en un obrero metalúrgico y se afilió a un sindicato siendo adolescente. Es uno de los líderes sindicales más conocidos del país y ahora, ya jubilado, salta a la política comunitaria. “Porque uno no se puede estar tranquilo en casa cuando en la calle se vuelven a oír ruidos de botas”, afirma en una entrevista a Cuarto Poder.
Le acompaña en la candidatura Violeta Tomic, una exactriz de Eslovenia que también es diputada nacional en su país.
De Syriza a Macron
La lucha contra los recortes y el austericidio, la defensa de un desarrollo sostenible y justo y la alerta -lanzada mucho antes de que lo hicieran las formaciones clásicas, de más peso- contra el “peligro” de la ultraderecha ascendente, les hacen valedores, según los sondeos, de mejores datos en las elecciones del 26 de mayo, con entre dos y cinco eurodiputados más. No hay en principio posibilidades de que se conviertan en cuarto grupo (el poder de los euroescépticos, sumados, puede impedirlo), pero sí que sean llave de gobernabilidad y que tengan capacidad, si no para estar en la Comisión Europea, sí para marcar agenda o influir en determinados debates esenciales.
De hecho, en el seno de esta coalición tan variada se han escuchado ya claras voces partidarias de un acercamiento al Partido Socialista Europeo precisamente para poder bloquear la oleada conservadora y nacionalista. “Hemos estado trabajando en ello en el Parlamento Europeo desde 2016 y también en el contexto del Consejo, construyendo alianzas entre los partidos de izquierdas, los socialdemócratas y Los Verdes”, ha dicho el vicepresidente del Parlamento Europeo y candidato de Syriza para eurodiputado, Dimitris Papadimoulis. Su idea es contemplar un abanico de posibles socios que va desde el partido griego hasta el centro del actual presidente francés Emmanuel Macron.
“De Tsipras a Macron”, dijo también en el debate a seis entre los candidatos a la Comisión el líder de los socialistas comunitarios, el neerlandés Frans Timmermans. “Ha llegado la hora de reformar Europa, del salario mínimo, de luchar por el cambio climático”, enfatizó. Tres pilares, justamente, de las políticas de la Izquierda Unitaria. Hay mano tendida.
Como recalcan en sus comparecencias Cué y Tomic, la nueva legislatura europea tiene que centrarse en la lucha contra las política neoliberales, la lucha contra la desigualdad, el pacifismo, el feminismo y la defensa de los derechos humanos. Debe haber más control sobre los mercados, menos tijeretazos, más defensa de lo público y más apuesta por el empleo (de calidad, no el de los trabajadores pobres).
Como marco, son materias en las que hay consenso, pero hay matices de peso que diferencian a unas formaciones de otras en el seno del mismo grupo: hay partidos euroescépticos y otros euroconvencidos, están los que prefieren que los estados tengan más autonomía y los que proponen más Europa como salida, los que abren los brazos a la inmigración como causa humanitaria y los más populistas que se contagian del discurso del recelo (si no del miedo) y plantean políticas más policiales que de cooperación...
Sus pilares
El quinto grupo del Europarlamento ha elaborado unas claves que titula 2019, otra Europa es posible en las que explica su ideario de base. Comienza por la justicia social: denuncia que las políticas de “austeridad, privatización y desregulación a favor de las grandes empresas son devastadoras para los trabajadores” y por eso, ante la “creciente desigualdad” que plantea esta “doctrina económica” imperante en la Unión Europea, propone coordinación en varias áreas políticas, “desde exigir mejores derechos laborales y sociales hasta resaltar el impacto devastador de la evasión de impuestos”. “La economía debe servir a la gente y debemos garantizar una distribución justa de la riqueza en todas las sociedades, países y regiones”, sostienen.
En cuestiones ambientales, recuerdan que se está acabando el tiempo, la ventana en la que aún es posible salvar el planeta (12 años, según los expertos) de los efectos del cambio climático y por eso proponen una “lucha por políticas sostenibles y justas para el medio ambiente”, con agricultura y pesca sostenibles, “defender a las pequeñas comunidades rurales y costeras y presionar por controles estrictos sobre químicos tóxicos”. Se suman, además, a la causa animalista, “como parte de esta batalla más amplia”.
“Feminismo” es una palabra muy repetida en su argumentario. De ahí que garanticen “trabajar por la igualdad y abordar el sexismo profundo en Europa” para que todas las políticas de la UE estén “enraizadas” en una perspectiva de género. Empiezan por la lucha por la igualdad salarial, la obtención de libertades fundamentales para las personas LGTBI y la “necesidad de una estrategia real para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas”.
“Dignidad, igualdad y solidaridad son los principios centrales que representamos cuando se trata de cuestiones de libertades civiles y derechos humanos en Europa y más allá. La UE no puede ignorar la difícil situación de quienes buscan una vida mejor construyendo una fortaleza, ni ignorar el aumento de la retórica racista y xenófoba peligrosa”, escriben respecto al fenómeno migratorio. Suyas han sido las principales reivindicaciones en estos años para crear un sistema de asilo igualitario y garantista, se han opuesto al cierre de puertos para barcos con rescatados en el Mediterráneo (Italia, Malta) o a devoluciones en caliente como las que hace España.
Esa visión va de la mano con “políticas justas” hacia los países en desarrollo o que se mantenga la “presión” de la UE contra quien oprime o abusa. Ponen como ejemplo la causa de los palestinos. “Somos implacables en nuestra búsqueda de una Europa que establezca relaciones positivas con el resto del mundo. Hemos jugado un papel decisivo en resaltar los peligros de la política comercial actual, una afrenta a la democracia que sólo sirve a los intereses de las corporaciones multinacionales. La estrategia exterior y de seguridad debe basarse en la paz, en oposición a la tendencia actual hacia la militarización”, agregan.
La postura general en este grupo es contraria a un refuerzo en el papel de la Unión en la OTAN o la creación de un ejército europeo, como defienden aún sin dar detalles concretos Francia y Alemania.
La Izquierda Unitaria explica que la “columna vertebral” de su labor en Estrasburgo y en Bruselas es hacer responsables a las instituciones y los gobiernos de la UE de sus actos, esto es, fiscalizar, exigir rendición de cuentas y transparencia. Una tarea que va desde las propuestas presupuestarias a “la defensa de los derechos y la paz” o el seguimiento del debate legal sobre el Brexit, una salida, la del Reino Unido, que lamenta.
“Nuestros eurodiputados son una voz para la responsabilidad y la integridad. En el debate continuo sobre la dirección futura de la Unión Europea, presentamos visiones alternativas y desafiamos el dogma neoliberal dominante”, concluyen.
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