Los ideales de la Alianza de los Demócratas y Liberales de Europa para el 26-M
El paraguas de Ciudadanos y PNV aspira a crecer y a convertirse en el tercero en discordia, la llave para populares y socialistas.
La Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE) es hoy el cuarto mayor grupo de cuantos componen el Parlamento Europeo. Y subiendo. El ascenso de partidos liberales, de corte centrista o de centro derecha, los convierte en una de las promesas de las elecciones del 26-M y puede que, incluso, en llave de gobernabilidad en la Eurocámara, en un escenario de fragmentación en el que también amenazan los euroescépticos de la ultraderecha.
Actualmente, la suma del Partido de la Alianza de Liberales y Demócratas de Europa más el Partido Demócrata Europeo y algunos diputados no adscritos da 70 escaños de los 751 que componen el hemiciclo, pero las primeras estimaciones de voto sostienen que puede llegar a subir hasta los 75, que serán mucho más valiosos ahora porque el Europarlamento reduce este año sus asientos a 705 como consecuencia del Brexit. Aún estarían lejos, eso sí, de los 183 diputados del Partido Popular Europeo y los 135 de los Socialistas.
Bajo sus siglas concurren el social liberalismo, el radicalismo, el liberalismo clásico y el federalismo europeo, por eso ALDE es la referencia liberal en las instituciones europeas. En ellas lleva desde 1953, cuando apenas se trataba de carbón y acero y ya había un grupo claro de liberales. Sin embargo, el grupo tal y como hoy lo conocemos data de 2004.
Su candidata a la presidencia de la Comisión Europea es Margrethe Vestager (1968), una política danesa que actualmente ocupa la cartera de Competencia en la UE y que se presenta bajo el lema “Renueva Europa”. Junto a ella hay cuatro liberales más como comisarios en la CE, un poder importante al que se suma el gobierno en ocho de los Veintiocho estados miembros actuales. Cuatro liberales han presidido el Parlamento Europeo en toda su historia, además.
ALDE tiene una importancia creciente para la política española, ya que en sus filas contenía cuatro partidos nacionales: UPyD, Ciudadanos y los nacionalistas PDeCat y PNV. De hecho, la representante en Bruselas de los vascos, Izaskun Bilbao, ha sido en esta legislatura vicepresidenta del grupo. En los comicios de este año las cosas cambiarán: UPyD no tiene posibilidades de lograr escaños y PDeCat fue expulsado de ALDE el pasado septiembre.
También el cisma catalán saltó a Europa y, de hecho, ha costado muchos dolores de cabeza a los liberales, que tienen en sus principios “garantizar el reconocimiento de las regiones y mejorar su poder”, que ha tenido a la antigua CiU en sus filas sin contratiempos durante años, y que ahora se ha topado con tensiones desconocidas, partidarias y contrarias al independentismo catalán. UPyD y Cs llegaron a crear un subgrupo de trabajo para hablar de autogobierno, a raíz del caso catalán.
No ha sido el único roce de ALDE con sus socios españoles. Ante la indeterminación de Ciudadanos en Andalucía, cuando no aclaraba si firmaría un pacto de Gobierno con el PP y también con Vox, Guy Verhofstadt, el belga que preside el grupo en el Europarlamento, dio un toque al naranja Albert Rivera recordando que a la extrema derecha, ni agua. Al final, se quiso quedar con el discurso de Ciudadanos de que el pacto era con los populares, únicamente.
Así son
Verhofstadt escribe: “Queremos una Unión Europea más fuerte y estable, que disponga de los medios necesarios para abordar las inquietudes de los ciudadanos europeos en los grandes temas cuando los Estados miembros no puedan hacerlo por sí solos. La UE ha de culminar su mercado interior de la energía y los servicios digitales al mismo tiempo que aprovecha los mercados de capitales para ayudar a financiar las nuevas infraestructuras que impulsarán nuestra economía en los años venideros y crearán nuevos puestos de trabajo sostenibles. Europa también tiene que mantenerse fiel a sus valores y garantizar los derechos fundamentales a la libertad, la igualdad y la no discriminación. La UE necesita asimismo cambios institucionales, poniendo fin al derroche y con un funcionamiento más eficaz”. Es el texto de presentación de su grupo, una declaración de intenciones: fortaleza de lo común, negocio, derechos individuales y valores y reformas institucionales.
El apartado que denominan “valores” es el más destacado en su ideario, el llamado Manifiesto electoral europeo. Sostienen que están “orgullosos” del mercado único europeo, pero matizan que la Unión “es más que ese mercado, ha sido y debe seguir siendo una comunidad basada en valores, ante todo”. Lo compartido, remarcan, como pilar, “corazón de la ciudadanía europea y ADN de la identidad europea”.
“Queremos una Europa anclada en las cuatro libertades de circulación de personas, bienes, servicios y capital. Una Europa donde se aplican los derechos humanos, el Estado de Derecho y la democracia”, resumen.
Su “razón de ser” es proteger esas conquistas. Frente al autoritarismo y el nacionalismo crecientes, plantean “levantarse para proteger la democracia, el estado de derecho, las libertades individuales, los derechos fundamentales y, de hecho, la democracia en sí, el proyecto europeo en sí”.
Defienden más Europa y mejor integrada como el antídoto contra el radicalismo y la fragmentación. Gráficamente, recuerda que la UE no ha definido sus principios sólo “para cuando vienen buenos tiempos”, por lo que ahora que “sus convicciones se ponen a prueba” hay que defenderlas “más que nunca”. “La democracia no es para los cobardes (...) -remachan-. Los liberales somos los guardianes de esos valores esencialmente europeos”.
Sobre los populismos y la ultraderecha, recuerda que “afirman defender la seguridad, pero en realidad nos hacen inseguros. Afirman estar comprometidos con la dignidad humana y, sin embargo, vilipendian y responden con odio a quienes son diferentes. Quieren congelar sociedades, no liberarlas. Al vivir en una sociedad abierta y democrática, la mayoría debe tratar a la minoría con respeto y viceversa”.
“Ante el abuso de un poder político o económico excesivo, los liberales defendemos el derecho inalienable a una vida de autodeterminación, independientemente de su nacimiento o creencia, género u orientación sexual. Queremos una Europa que esté orgullosa de su diversidad y que trabaje en beneficio de sus minorías. La diversidad lingüística es una fortaleza de Europa. A través de la competencia, la equidad y el comercio abierto, los liberales creemos que el progreso para todos y el apoyo a los vulnerables se puede lograr al abrazar la dinámica de las economías de mercado. Los liberales creen que nuestra diversidad es nuestra fortaleza”, sostiene su alegato contra las ideologías excluyentes.
Sus apuestas
“Justicia social” y “equidad” son palabras muy repetidas por los liberales. Para ello, aún sin aportar propuestas concretas, señalan que sus prioridades son la lucha contra la violencia de género y el acoso sexual, “un gran problema en todos nuestros Estados miembros” (aquí reclaman a todos los estados que ratifiquen el Convenio de Estambul), la defensa de la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres (hay una importante corriente que defiende, por ejemplo, los vientres de alquiler), con atención “accesible, asequible y de buena calidad”.
En una declaración cuajada de frases contundentes, casi eslóganes, hay no pocas líneas dedicadas a prometer una mayor atención a la infancia: por el empoderamiento de las niñas, para que no sufran la discriminación de sus madres, y de los menores en general, que han de tener “derechos y oportunidades” idénticos en los Veintiocho. Es una responsabilidad de todos, “porque no solo somos los niños de Europa, también somos los padres de la Europa del mañana”. “Tenemos el deber de construir un continente entero, fuerte y en paz para nuestros hijos y nietos, y fomentar un mayor compromiso cívico entre los jóvenes y la participación política”, añaden.
Aclaran algo más en educación: “promovemos una educación que se centra en el pensamiento crítico, las habilidades empresariales y blandas, la flexibilidad y el pensamiento sistémico e interdisciplinario, que coinciden con las necesidades reales del mercado laboral”, señalan. Defienden más inversiones en este campo, sobre todo en el área digital, y un refuerzo del exitoso Erasmus, “para producir una fuerza laboral inteligente para el futuro”.
Cuando hablan de “grandes desafíos”, enumeran también entre otros el cambio climático, la contaminación y una transición de energía limpia, ante los que la UE debe asumir el liderazgo mundial para establecer objetivos ambiciosos a nivel mundial; el terrorismo, la delincuencia transfronteriza y la trata de personas; el desempleo juvenil; flujos migratorios “mal regulados” y los desafíos de la integración; las guerras comerciales potenciales y proteccionismo, Brexit y los continuos desequilibrios dentro de la eurozona, por ejemplo.
“Para el 2050, la UE será una economía neutral en carbono. Su sistema energético será altamente eficiente y totalmente basado en energías renovables. Por lo tanto, ahora debe completarse el mercado único europeo de la energía con flujos libres de energía renovable. Como paso intermedio, la UE debería reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 en comparación con los niveles de 1990”, ahondan.
Revisión del asilo y centros en países de tránsito
En cuestiones migratorias, las más afinadas en su documento, piden “respeto por los derechos fundamentales” de los que llegan a Europa y cooperación policial. Eso, como marco. Bajando a lo concreto, han sido muy críticos por ejemplo con Hungría, que ha legislado sin contar con Bruselas, desoyendo el derecho internacional sobre asilo y bloqueando sus fronteras”. Reclaman posturas comunes sobre asilo y un nuevo sistema de acogida, porque el actual “ya no es adecuado para su propósito”. Hace falta “visión a largo plazo”.
Los liberales trabajan, dicen, para asegurar “que todos aquellos que huyen de los horrores de la guerra o el dolor de la represión política encuentren protección” y abogan por que no asuman “riesgos innecesarios con sus vidas al abordar embarcaciones inseguras o caer en mafias criminales”, de ahí que apuesten por proporcionar “refugio” en la región de donde provienen los solicitantes de asilo. Los liberales han defendido expresamente la creación de “centros europeos de recepción en países de tránsito de inmigrantes en África”.
La UE, insisten, debe hacer acuerdos de migración con países “seguros” en el Medio Oriente y África, basados en tres elementos: apoyo financiero desde Bruselas a estos estados, reasentamiento seguro de los refugiados y derecho de retorno garantizado.
Su visión también tiene una importante carga policial, más que humanitaria. “La Guardia Europea de Fronteras y Costas debe convertirse en un servicio eficaz de guardias de fronteras de la UE, para garantizar un control coherente de las fronteras exteriores de conformidad con la legislación de la UE”, señalan.
En cuando a inmigración puramente económica, creen que hay margen para crecer reguladamente y reniegan de los datos ficticios de avalancha en la UE. “¿Los Estados miembros qué han hecho hasta ahora? Se han atrincherado en sus posiciones, nadie quiere buscar un consenso, aunque ahora mismo las cifras de migración están en mínimos históricos”, recuerda la eurodiputada sueca de ALDE Cecilia Wikström. Se comprometen a establecer más vías legales hacia Europa, ampliar el alcance de la tarjeta azul de la UE para que actúe como un permiso de trabajo en toda la Unión, con criterios objetivos, pero dejar a los países su capacidad de decidir a cuántos acepta.
“La libre circulación de personas dentro de la UE es vital para la continua integración y prosperidad de Europa, por lo que nos oponemos a cualquier reintroducción de los controles permanentes de fronteras internas entre los estados miembros de Schengen”, concluyen.
De proteccionismo, nada
Entienden que la capacidad de aprovechar la globalización y otras tendencias globales para generar crecimiento y empleo está también en la naturaleza de su grupo, frente al proteccionismo que amenaza “socava el estado de derecho, distorsiona la actividad económica, empobrece a las naciones y excluye a las naciones más pobres de los mercados más ricos”.
Frente a eso, apuestan por un comercio libre y justo, sin olvidar los sistemas públicos de bienestar sin los que no hay consumo, “apoyando el progreso tecnológico y desmantelando las barreras para ingresar al mercado laboral”.
“Queremos simplificar la burocracia y renovar el contrato social para oportunidades justas para que todos en Europa puedan participar en economías fuertes, prósperas e innovadoras”, añaden.
Para ese avance, “se necesita una evaluación continua de la efectividad de las políticas públicas existentes y las prácticas en el lugar de trabajo. Solo con determinación y un enfoque continuo, los países europeos pueden garantizar que tanto hombres como mujeres contribuyan a la economía y la sociedad de la misma manera”, señalan, por lo que la transparencia de gestión y el uso óptimo de los recursos es otro de sus objetivos.
Proponen más competitividad con más innovación (lo que lleva, claro, más inversión) y “equipando a nuestra fuerza laboral con el conjunto adecuado de habilidades para el siglo XXI, al tiempo que se cierra la brecha generacional de habilidades digitales”. Las inversiones en investigación e innovación son inversiones en el futuro de Europa, afirman, por lo que proponen alcanzar la meta del 3% del PIB de la UE invertido en investigación y desarrollo para 2020. Eso generará empleo sostenible y no precario, auguran.
Y con el “alma verde” que defendían más arriba, piden que la sostenibilidad esté en cada paso que dé la economía comunitaria, con inversiones en lo que llama “infraestructura inteligente, transfronteriza y sostenible”, entre la que destaca el ferrocarril. También dan la bienvenida a la transición hacia coches menos contaminantes, para lo que piden aún más ayudas.
Como repite Albert Rivera, los autónomos son troncales en su programa. “Las pequeñas y medianas empresas son la columna vertebral de la prosperidad en Europa”, resumen. Es indispensable, reclaman, “continuar brindándoles apoyo, facilitando la creación de más empleos a través de un acceso más fácil a la financiación, reglas más simples para los fondos de inversión para apoyar empresas nuevas e innovadoras en toda Europa, fomentando la transferencia de conocimiento y tecnología de universidades e institutos de investigación, y mayores oportunidades para jóvenes empresarios”.
Un lugar en el mundo
Una de sus apuestas principales es hacer de la UE un “actor global”. Ya es, precisan, una “potencia económica”, con una “gran autoridad moral en el mundo”, pero hay que ir más allá de ese “orgullo”. Inspirar a otros e impulsar que haya más sociedades como la europea, “libre, justa, estable y democrática”. “Para proteger a Europa y nuestras democracias liberales en esta encrucijada contemporánea, el futuro de la UE solo puede basarse en una Unión Europea fuerte y conectada”, añaden.
Para ser escuchados fuera, hay que regenerarse dentro. ALDE quiere instituciones comunitarias más democráticas, necesarias “para hacer buenas políticas públicas”, y con la justicia social como “condición previa para un clima estable para la inversión y el desarrollo”. Ese estado de derecho lleva a la confianza de los inversores y la mejora del mercado interno, además.
Denuncian “las prácticas comerciales desleales y los desafíos planteados por la competencia de otras economías emergentes como China, que rechazan los principios de la economía de mercado y no se adhieren al conjunto liberal de reglas en el comercio mundial; un colapso en apoyo a la amistad transatlántica en la Casa Blanca; una Rusia agresiva que socava la seguridad europea y el orden mundial multilateral; y en todas partes una tendencia a centrarse en preguntas a corto plazo en lugar de soluciones a largo plazo”. Son sus mayores preocupaciones globales. Piden que el escenario internacional sea “tomado en serio de una vez” por Bruselas, que sea “potencia blanda” cuando toque y “potencia dura” cuando toque.
Con su convicción de que “la fuerza externa viene de la fuerza interna” como telón de fondo permanente, proponen nuevo mecanismo efectivo fuera del marco del artículo 7 del Tratado para monitorear las violaciones de los derechos fundamentales, las libertades civiles y el estado de derecho en los estados miembros de la Unión Europea de manera regular. “Pedimos a la Comisión Europea, como guardiana de los Tratados de la UE y sobre la base de criterios objetivos, que aplique sanciones en casos de violaciones y cree una mayor condicionalidad entre el Estado de Derecho y la recepción de fondos europeos”, añaden.
Reclaman igualmente una mirada más atenta a los Balcanes, en perspectiva de una ampliación de la UE al este, con más inversiones conforme se cumplan los criterios de adhesión, porque estabilizarán la región.
Llaman a los socios del club comunitario a comprometerse más con la seguridad, por ejemplo con el aumento en el presupuesto de Defensa. “Hay que alentar a los Estados miembros a aumentar aún más la cooperación de defensa en áreas de beneficio mutuo, en mayor cooperación con y para complementar la OTAN, que sigue siendo la columna vertebral de la cooperación militar y el garante de la defensa colectiva para Europa”, defienden, pese al alejamiento de algunas naciones que piden más autonomía de los Veintiocho.
En lo diario, quieren mejorar los poderes de Europol y aumentar la cooperación en el intercambio de inteligencia, frente a campañas de desinformación, ciberespionaje, ciberataques y delincuencia organizada.
Sobre el Brexit, ruegan por una salida con acuerdo, por el fin del estancamiento de los últimos meses, y deja la puerta abierta. “Si el Reino Unido decide revertir su decisión de abandonar la UE, agradeceremos esa decisión y trabajaremos para garantizar el restablecimiento de una relación renovada y estable”.
Manifiesto electoral europeo, ALDE. by Anonymous VEU9TMsZzD on Scribd