Los H.H., aquellos maravillosos años
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Los H.H., aquellos maravillosos años

"Estuvimos en manos de mucha gente, tardamos en darnos de cuenta de cómo iba el negocio".

H.HH.H.

El ejecutivo de la discográfica Hispavox se plantó en Granada para intentar localizar a tres hermanos que habían conseguido mucha popularidad en Andalucía por sus actuaciones en programas de radio cara al público y en festivales benéficos. Poco después, en 1963, el mismo año que murió Kennedy y The Beatles tocaron en The Cavern por última vez, Carlos, Fermín y Jaime Hermoso, Los H.H., publicaban su primer disco, el Twist de la risa.

Ninguno de los tres tenía grandes conocimientos musicales. A Jaime, que creció más delicado de salud, su padre le regaló una guitarra que rápidamente pasó por las manos de Carlos y Fermín. La familia, en la que hubo un abuelo escritor, un tío que tocaba el cello y varias primas con las carrera de piano, vivía entonces en Sanlúcar de Barrameda pero se trasladaron a Sevilla cuando los muchachos acabaron el bachillerato. En la capital andaluza, los tres se aficionaron a ir a RNE, a Radio Vida o a Radio Sevilla. Allí les dieron sus primera oportunidad.

Todas las semanas cantábamos en alguna de ellas –me cuenta Fermín con voz firme y a punto de cumplir los setenta y nueve. En Hispavox debieron enterarse y enviaron a alguien a ficharnos. En ese momento, el director era Enrique Martín Garea. Aquello cambió nuestras vidas pero seguimos estudiando. La carrera no se deja, decía mi padre. Consiguió que termináramos aunque nosotros nos resistimos. Todos los compañeros de aquella época, Miguel Ríos, José Luis y su guitarra, se dedicaba ya de lleno a la música y no les iba mal. Nosotros, en cambio, apenas ganábamos dinero porque siempre dependíamos de un permiso”.

El pop, el rock y otros ritmos han entrado con fuerza en España. Los Relámpagos, Los Pekenikes o Los Jaguars se han convertido en auténticos ídolos para una juventud que tararea sus éxitos a través de la radio, un medio con el que están familiarizados Los H.H. que empiezan a ser habituales en los programas de José Luis Pecker o Joaquín Prat. Allí conocen a Rafael Trabucchelli, un realizador que, poco tiempo después, se convertiría en el productor musical más importante de la época.

“El Estudio 1 de Hispavox era tan grande como un campo de fútbol, con el suelo de madera y perfectamente insonorizado. Todo nos parecía un cuento de hadas. En aquella discográfica estaban los mejores artistas clásicos, los mejores flamencos, y todos los ídolos del pop. Hicimos uña con ellos, con Miguel Ríos, Alberto Cortez, Los Pekenikes … Cada vez que el sello cerraba una emisión radiofónica con alguno, íbamos todos. Grabamos Dile a Laura que la quiero, de Ray Peterson, o El ritmo de la lluvia, de Silvie Vartan. En aquella etapa, no componíamos. Eso vino después. Nos fijábamos en canciones que nos gustaban y las adaptábamos. Durante mucho tiempo, hasta que se estrenó la película Ghost,  la gente creyó que Melodía encadenada  o Unchained melody era una canción nuestra. “

En 1964, una jovencísima Karina une su voz a la de Los H.H. en Surfide 6, la sintonía de la popular serie televisiva ambientada en Miami Beach. También cantarían la música que acompañaba a otro icono de los sesenta, El Santo, al que daba vida Roger Moore. Los arreglos de esos discos corrían a cargo de Frank Ferrar o, lo que es lo mismo, de Waldo de los Ríos y su quinteto.

“Con él hicimos tres o cuatro discos, era un fuera de serie. Nosotros siempre queríamos trabajar con Waldo pero tenía que repartirse con otros artistas. Sus arreglos eran los más atractivos. Hicimos buena amistad, íbamos a su casa. También con Alberto Cortez. Grabábamos de noche y luego salíamos por ahí o nos pasábamos por la radio para ver a Joaquín Prat.”

Aunque siempre que podían incluían en el repertorio alguna composición propia, los hermanos Hermoso todavía no han conseguido que uno de sus éxitos lleve su firma. La fortuna les sonríe en 1966 con Aquél amanecer de mayo, que Fermín ha compuesto casi por casualidad, a base de tararear con la guitarra.

Emilio Santamaria, el padre de Massiel, era nuestro manager y nos llevó a Phillips. Casi nos enteramos del cambio de discográfica porque nosotros éramos tres inocentes. Estuvimos en manos de mucha gente, tardamos en darnos de cuenta de cómo iba el negocio. Firmamos sin saber que a la vez estábamos comprometiéndonos con una editorial, Canciones del Mundo, donde se quedaron con un buen porcentaje de nuestros derechos de autor. Empezamos a hacer canciones pero, como no sabíamos música, para escribir la partitura teníamos que pedir a cualquier amigo que nos ayudara. Con el tiempo nos dimos cuenta que siempre registraban una parte de la canción como suya.”

Coincidiendo con el fin de esa década que para algunos fue prodigiosa, los tres hermanos acaban sus carreras. No tardan en encontrar empleo en empresas importantes. La música empieza a quedar atrás para Carlos, que falleció en 2008, se decantó por la literatura, y para Jaime, más centrado en su trabajo. Fermín se resiste. Graba varios discos en solitario, estudia en el conservatorio solfeo “junto a chiquillos de doce o trece años”, y produce un grupo infantil, Colorines, que alcanza una cierta fama gracias al programa La cometa blanca. Durante ocho años, cantará en el coro del Teatro de la Maestranza, en Sevilla, donde, además regenta un piano bar al que acuden Los H.H. a cantar una vez al mes. Acaba de terminar su primera ópera, para la que todavía no tiene un título. Y sigue cantando siempre que puede, como en aquellos años maravillosos.

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Miguel Fernández (Granada, 1962) ejerce el periodismo desde hace más de treinta y cinco años. Con 'Yestergay' (2003), obtuvo el Premio Odisea de novela. Patricio Población, el protagonista de esta historia, reaparecería en Nunca le cuentes nada a nadie (2005). Es también autor de 'La vida es el precio, el libro de memorias de Amparo Muñoz', de las colecciones de relatos 'Trátame bien' (2000), 'La pereza de los días' (2005) y 'Todas las promesas de mi amor se irán contigo', y de distintos libros de gastronomía, como 'Buen provecho' (1999) o '¿A qué sabe el amor?' (2007).

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