Los Goya 2020: un desastre para olvidar
Andreu Buenafuente y Silvia Abril consiguen una de las peores galas de la historia.
Andreu Buenafuente y Silvia Abril ya pueden creer en el refranero: las segundas partes nunca fueron buenas. ¿No les avisó Dani Rovira? La gala de los Goya 2020 ha sido soporífera. Ni siquiera han dejado lugar a lo predecible en los premios de la Academia del Cine. Por no haber, no han existido ni las reivindicaciones ni los grandes discursos. Solo grandes bostezos.
Incluso el momento más emotivo de todos los años, cuando se recuerda a la gente del cine que ya no está, ha sido soso. Solo dos imágenes han despertado al público para aplaudir tímidamente, la de Asunción Balaguer y la de Camilo Sesto. Hasta en eso se ha notado que el auditorio estaba ‘en trance’.
Había confianza en Buenafuente y Silvia Abril —por algo esta ha sido su segunda vez—, así que el chasco ha sido monumental. No han conseguido ni darle personalidad a la noche. Nadie recordará esta gala de los Goya, simplemente será parte de otra historia: la del año en que Almodóvar y Banderas lo ganaron todo.
Los presentadores, que se ganan la vida como humoristas, no han estado finos con ningún chiste. Daba hasta pena escuchar el silencio después de cada intervención.
Lo que mal empieza, mal acaba. El encargado de abrir la gala ha sido Jesús Vidal, Mejor actor revelación en 2019 por Campeones, que ha terminado su intervención cuando Buenafuente le ha dicho que “lleva dos años con los agradecimientos”. Y eso, señores, era el primer chiste. Con esa marcha ha arrancado motores los Goya 2020.
Chistes sin gracia, si acaso alguno flojo y otros que, directamente no se entendían. De hecho, en uno de ellos se mencionaba que Antonio Banderas también protagonizaba Mientras dure la guerra, y el propio actor aparecía en el plano con cara de no entender si se trataba de un error o solo de una gracia sin gracia. Qué desastre. Por no mencionar los problemas que han hecho que la imagen en televisión se haya fundido a negro en dos momentos de la gala. La mosca de TVE seguía en pantalla, pero el interior del auditorio malagueño no.
Ni Ramón Barea, ‘el hombre de la Lotería’ que ha entregado con Belén Rueda el Goya en dos categorías, ha podido repartir mejor suerte con este panorama. Tampoco es que las entregas de los premios hayan tenido el efecto deseado... y mejor que no lo hubiesen intentado, porque el cabezón al Mejor actor de reparto lo ha llevado un repartidor de comida a domicilio. La reacción de todo el mundo ha sido pensar “no puede ser verdad”. Pero sí, ha ocurrido.
Las reivindicaciones también han brillado por su ausencia o se han quedado a medio gas. Tanto, que en lugar de las habituales pullas a los políticos que asisten a la gala se ha podido ver todo lo contrario. De Pedro a Pedro: Almodóvar deseando mucha suerte a Sánchez.
Por suerte, el cine español no está al nivel de esta gala de los Goya, aunque tampoco está en su mejor momento económico, como ha dicho el presidente de la Academia, Mariano Barroso. Ese ha sido el instante de las medias verdades. Barroso ha señalado que la asistencia a las salas ha conseguido el segundo mejor dato de la historia, pero ha obviado que han sido las producciones extranjeras las que han empujado la buena recaudación. El cine español no ha alcanzado los 100 millones de euros por primera vez en seis años.
Además, el presidente ha mencionado los títulos españoles que mejor han funcionado en taquilla, ninguno de ellos reconocido en los Goya al tratarse de comedias facilonas. Ha sido Pedro Almodóvar quien se ha sentido en la obligación de completar la escena para hacerla más real: “El cine español tiene zonas muy oscuras. El cine independiente, de autor, está en vías de extinción y necesita la protección del estado”.
Por supuesto, el reconocimiento internacional al cine español del que ha hablado Barroso es el dato del que más orgulloso se puede sentir la industria, como ha demostrado con su ovación. El galardón a Marta Nieto en el Festival de Venecia, a Banderas y O que arde en Cannes, a Buñuel en el laberinto de las tortugas como Mejor película de animación europea, o las nominaciones de Klaus, Pedro Almodóvar y Antonio Banderas en los Oscar.
Han sido cerca de cuatro horas de directo muy sosas. Hasta Mario Campoy e Iñaki Madariaga (Mejores efectos especiales por El hoyo) han hecho pausas en su discurso como si esperaran un aplauso... que no llegaba.
Ni el momento del Goya de Honor a Pepa Flores, que han recogido sus hijas, ha salvado la gala, ni ha sido tan memorable como se esperaba, después de semanas de expectación en torno a Marisol. De hecho, si el homenaje de Amaia no ha pasado sin pena ni gloria y ha brillado tanto ha sido porque el resto de la gala ha sido un despropósito.
En un momento de la noche, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla han aparecido en escena. “Estamos considerados como los mejores presentadores de la gala de los Goya”. Si se comparan con la de 2020, ya podrán decirlo sin ninguna ironía.
Para ser la fiesta anual del cine español, esto parecía más un evento de fin de curso, casi improvisado, y que más vale olvidar.