Lo que NO querría ver en la tele en el 2019 (parte 2)
Tras mis deseos televisivos para el 2019, aquí va lo que, queridos amigos ejecutivos del audiovisual, no haría ninguna falta emitir en ninguna cadena. "Bueno, esa es tu opinión", dirán muchos creadores televisivos. Claro, esa es MI TAREA aquí. Pero voy a haceros una confesión: sé que lo vuestro, hacer televisión, es un complejo y a veces cruel cometido. Yo estuve ahí, en ese sitio, HACIENDO TELE, y sé que es insoportable el escrutinio de las audiencias, el análisis al que se somete todo lo que contáis en la pantalla. A veces, cuando me pongo a escribir sobre un programa de televisión pienso en el currazo que hay detrás. Todo ese equipo técnico, todos los guionistas, asistentes de plató, periodistas estresados, reporteros que saben que se espera de ellos una alegría desmesurada aunque estén en una conexión estúpida...
Pienso en todos los compañeros que tengo ahí, al otro lado de la pantalla, consiguiendo gente para que vaya a la tele a LO QUE SEA, metiendo horas en esos lugares alejados del centro de la ciudad, donde están las sedes de las teles, o las productoras... Y a punto estoy de dejarlo correr. Pero luego me sale la vena responsable para con los lectores. Activemos pues el sentido del humor para leer este listado, alternativo, de cosas que NO serían necesarias en la tele en 2019, o que al menos yo NO estoy esperando con ansia:
- Más gente participando en concursos de cocina. Por mí, ya sería suficiente. Pero no, ahora llega Cuatro con un talent de repostería, Bake off, se llama, presentado por Jesús Vázquez, (hay que decirlo, todo lo que hace lo hace bien). El programa tiene un jurado experto (a algunos miembros ya les tengo manía y solo he visto un frame, un gesto) que valorará a los concursantes. Ganará el que haga el mejor postre... ¡Guauuuuu!
- Jurados de concursos de cocina en la tele (y menos en la pública) que se convierten en prescriptores y se ponen a anunciar productos insanos e intentando que pasen por todo lo contrario. Productos dirigidos a niños, además.
- Programas factual. Dejadme poner conceptos así, que quedan fenomenal. Además es el lenguaje que se usa en multitud de reuniones de contenidos, de tormentas de ideas con programadores estilosos que saben mucho de tele global. Factual entertainment, entretenimiento de no ficción basado en hechos reales, o en experiencias vitales. Por ejemplo, un formato que llegará en breve, en otro intento de Atresmedia de acercarse a ese género:El contenedor, en Antena 3, donde cuatro grupos intentarán sobrevivir con lo mínimo al ir despojándose de todo lo superfluo. Supongo que gana el que se queda en pelotas sentado en un rincón sin calefacción y con una lechuga por alimento. Apasionante suena, sí. Si se acabaran los factual en masa, se acabaría, por ejemplo, Supervivientes, o programas tipo Hermano Mayor (que a estas alturas ya sabemos que el chaval problemático tiene que tirar muebles contra la pared y pegarle puñetazos a las puertas, por contrato). ¿Sería una pérdida irreparable? Pensadlo.
- Gente yendo a la tele a pedir perdón, a buscar a gente que no quiere ser encontrada, a espectacularizar el dolor o la miseria. O a contar historias truculentas, súper íntimas, a un abrumadoramente empático Carlos Sobera: habrá nueva temporada de Volverte a ver. Este formato me hace sangrar especialmente, porque es el programa de testimonios de toda la vida, pero 3.0. Cierto es que nadie va obligado (aunque incluso eso podríamos hablarlo largo y tendido y desmontarlo). Mantengo una máxima sobre estos programas, que le lanzo desde aquí a sus directores y al propio Sobera: ninguno de vosotros querríais ver ahí, ASÍ, a alguien a quien quisierais de verdad.
- Ninguna nueva edición de talent shows o realitys de ningún tipo, ni de Factor X, ni de Got Talent, ni de Intercambio consentido, ni de El jefe... Prefería no tener en mi cabeza la imagen del ex de Karina, el peluquero Juan Miguel, vestido con una malla fucsia y rodando escaleras abajo mientras es jaleado por un público entusiasta y de fondo, y a petición de Jorge Javier Vázquez, Buscando en el baúl de los recuerdos. Ya, ya sé que todo esto tiene su público y bla, bla, bla, pero ¿quién es la autora de este post? La menda, ¿no? Pues ya está.
- Ninguna otra edición de Pesadilla en la cocina. ¿Por qué? Porque a esta alturas ya sabe todo el mundo (y no solo los listos como yo) que está todo preconcebido, que hay una tarea previa y pormenorizada de búsqueda, de acuerdos... Y una tarea posterior de postproducción. Porque todo ha de tener su final. Y porque a mi Chicote nunca me gustó.
- No más series salidas de la cabeza de Frank Ariza y su productora Melodía Producciones (responsable de El Continental, esa serie IMPOSIBLE con un filtro azul, que emitió el año pasado TVE, y que daba una pena que te morías). Ariza perpetró también Dreamland, estrena en breve Secretos de estado, en Tele 5. Eso sí, el protagonista es un actor estupendo que me gusta mucho, José Luis García Pérez. Ariza también estrenará Los Nuestros 2, con la gran actriz Paula Echevarría en el papel estelar femenino. ¿Qué puede salir mal?
¿Qué querría ver en lugar de estos siete puntos? Pues más programas de noche, como Latemotiv, de Buenafuente, en la tele que todo el mundo puede ver. Más entrevistas sosegadas donde el personaje no tenga que hacer el pino puente. Más ¿Dónde estabas entonces?, que me parece un programón de Ana Pastor. Más Salvados. Más guiones solventes y menos graciosillos de tres al cuarto. Podría prescindir, por cierto, del formato nuevo de Risto Mejide, Todo es mentira, que solo lleva tres días, pero que por mí, ya. Todo eso me gustaría.
Comparto la opinión mi otro colega, analista de tele en Vocento, Mikel Labastida: "Desearía más riesgo en todos los formatos. El salto definitivo de las series españolas (temas más de actualidad, política, riesgos formales). Menos gritos y más charlas sosegadas, en la línea de Radio Gaga y Salvados. El fin de los formatos interminables, sobre todo en la pública donde no es normal que Masterchef dure 3 horas".
Bonus track
Muerte a los informativos. Mientras escribo esto se ha sabido (pese a que Mediaset no lo ha confirmado de manera oficial, ignoro por qué) que Cuatro se quedará sin espacios informativos al uso. No le compensan en audiencia, así que fuera. Lo más importante de esta decisión: NO están obligados a hacer informativos, hay que decirlo. Paolo Vasile, el que toma estas grandes decisiones en la cadena, no está saltándose ninguna ley, ninguna norma, al cargarse de plano los telediarios. No se está jugando la concesión, no hay ningún decreto que condicione la renovación de la licencia a la emisión de espacios de noticias. Recuerdo que hace muchos años el propio Vasile contó esto, lo de la falta de obligatoriedad, en una reunión informal. Y Vasile es un visionario televisivo, como todos sabemos. En el lugar de los informativos habrá entretenimiento, el suyo, el que llevan usando para educar la retina de sus espectadores desde que Cuatro giró definitivamente su rumbo hace 10 años, cuando Mediaset compró la cadena al grupo Prisa.
Prometo una información detallada al respecto, un poco más adelante.