Lo que necesitamos para conseguir un teletrabajo seguro, flexible y de calidad
La normativa del teletrabajo ha llegado al Congreso de los Diputados, un paso importante pero que solo debería ser el punto de partida de un largo proceso.
Por Soledat Berbegal (desde Castalla, Alicante) y Rafael de Ramón (desde Madrid), portavoces del Observatorio del Trabajo a Distancia:
Ha pasado mucho tiempo desde que en el mes de marzo tuvimos que coger las cosas indispensables que teníamos en nuestras oficinas para trasladarlas a nuestros hogares y comenzar a teletrabajar. En estos meses hemos visto cómo las empresas y los trabajadores mantenían como podían su día a día mientras miraban de reojo las negociaciones para sacar adelante la esperada regulación del trabajo a distancia.
Hoy esa normativa llega al Congreso de los Diputados. El Pleno de la Cámara vota la convalidación del decreto ley aprobado por el Consejo de Ministros y por fin quedarán claros los deberes y derechos de cada uno. O así debería haber sido porque, por desgracia, la redacción de la norma ha dejado cuestiones abiertas que son demasiado importantes para pasarlas por alto. Seguramente se deba al esfuerzo realizado en el diálogo social para llegar a un consenso, por lo que, llegados a este punto, creemos oportuno que aparezcan nuevas voces que continúen aportando ideas para que el teletrabajo no solo quede regulado en el papel sino que se extienda entre la población. Esa es nuestra pretensión y la del Observatorio del Trabajo a Distancia que presentaba esta misma semana su Libro Blanco.
La tarea que se abre es la de mejorar el texto actual para que la regulación del teletrabajo no sea un parche coyuntural a una crisis sanitaria sino el trampolín para modernizar las relaciones laborales. El reto es aprovechar la oportunidad e introducir en nuestro día conceptos como la flexibilidad horaria o la posibilidad de elegir el lugar desde el que trabajamos para poder adaptar nuestra forma de trabajar a nuestra forma de vivir y no al contrario.
Para ello creemos que es necesario que la nueva normativa acote en su próximo desarrollo la dimensión económica del teletrabajo, eliminando las potenciales zonas de riesgo que deja al descubierto el texto actual y definiendo el modelo desde un compromiso con una flexibilidad espacial y temporal, de calidad y sostenible económicamente. En el Observatorio del Trabajo a Distancia estamos atentos a los posibles efectos de la obligación de fijar un lugar específico para teletrabajar. Creemos que hay que ir más allá para identificar, además del lugar habitual desde el que se trabajará a distancia, otros espacios complementarios que también sean seguros y de calidad. El coworking de la calle de al lado, el despacho de la casa de verano o la sala de reuniones del hotel también podrían ser así lugares a los que recurrir con más o menos asiduidad, pero siempre amparados por la ley.
Esta flexibilidad, junto a los demás beneficios del teletrabajo, pueden ser la respuesta para muchos de los problemas demográficos de nuestro país, en el que grandes urbes congestionadas contrastan con una España vaciada por la falta de expectativas laborales. Además, el teletrabajo puede suponer un reclamo para atraer a trabajadores de otros países que ven cómo España suma a su tradicional oferta de buen clima y gastronomía la seguridad jurídica y laboral de una normativa puntera a nivel mundial.
En el Observatorio también nos preocupa de manera especial el hecho de que la norma no asegure la ergonomía de los empleados al no dejar claro cuáles y cómo son las herramientas y equipamiento que el teletrabajador recibirá para trabajar. Nuestra propuesta es que los trabajadores accedan a un mobiliario de calidad certificada, al equipamiento necesario para realizar sus funciones de manera segura y que sean compensados de forma proporcional por el uso de suministros del hogar. Para asegurar la viabilidad de las empresas, consideramos que esta inversión no debe superar el 100% de los gastos medios que cada teletrabajador generó durante los tres años anteriores en las instalaciones de la empresa. Como solución novedosa, también contemplamos la posibilidad de crear bonos del teletrabajo que permitan cuantificar los gastos de manera sencilla y faciliten al trabajador la adquisición de material, el acceso a espacios de trabajo compartido o cualquier otro servicio que requiera.
Pero, sobre todo, el teletrabajo tiene que ayudar a ser un factor de productividad. El texto que convalida hoy el Congreso no dedica ni un artículo a las PYMES, que suponen el 99% de los 2,63 millones de empresas que forman nuestro tejido empresarial, según la OCDE. Es necesario que los poderes públicos y los agentes sociales diseñen un plan que resuelva los problemas específicos que afrontan las pequeñas y medianas empresas en su tránsito al trabajo a distancia y también que las personas con menos cualificación se formen en habilidades digitales a la vez que los directivos se adaptan a las nuevas formas de relacionarse. El esfuerzo es inmenso pero los pilares que asentemos hoy serán la base de los éxitos o fracasos de mañana.
Hoy la normativa del teletrabajo ha llegado al Congreso de los Diputados, un paso importante pero que solo debería ser el punto de partida de un largo proceso. Queda mucho por hacer para conseguir un modelo laboral del siglo XXI y es responsabilidad de toda la sociedad contribuir a conseguirlo. Nosotros ya estamos trabajando en ello, incluso a distancia.