Lo que está empezando en Castilla y León
Lo sucedido no es más que un síntoma de una enfermedad mucho más grave.
Las palabras tienen importancia. Y los actos tienen consecuencias. Lo que hemos visto esta semana en las Cortes de Castilla y León es una de las primeras del pacto entre el PP y VOX. Hace unos días, el vicepresidente de la Junta, de VOX, dijo literalmente que no se podía tratar a las mujeres “como discapacitadas”. Noelia Frutos, compañera socialista, le pidió explicaciones ayer en el Pleno y fue peor el remedio que la enfermedad. Ufano y empoderado, el Sr. García-Gallardo le respondió que la iba a contestar “como si fuera una persona como las demás” ante el estupor de toda la Cámara y la cara de circunstancias del Sr. Mañueco, que fue rápido a apagarle el micrófono pero que ha estado más lento para desautorizar sus palabras, al menos, si no para echarle del gobierno de forma fulminante como debería.
He tenido la fortuna de conocer a Noelia y luchar a su lado desde hace ya muchos años en Burgos. Es una mujer con discapacidad pero eso no la define ni la ha detenido nunca por mucho que sufra muchas veces una doble discriminación. La define su capacidad y valentía, su inteligencia y su compromiso. Y una sensibilidad para la política que la hace, no una persona normal, sino una mujer extraordinaria que sería mejor vicepresidenta de lo que el actual será jamás.
Pero lo sucedido no es más que un síntoma de una enfermedad mucho más grave. Lo peor es que cuando el PP, alegremente, pactó con la extrema derecha en Castilla y León y les cedió la presidencia de las Cortes, una vicepresidencia sin competencias y 3 consejerías, sabía perfectamente lo que hacía. No puede alegar ahora incomodidad o asombro porque todos les advertimos que era un riesgo y un error, que lo que hace la derecha moderada en toda Europa es aislarles. Les advertimos de lo que estaba por venir. Quizá es que han hecho tantos esfuerzos para blanquearlos y relativizar lo que han hecho que han olvidado quiénes son. De ahí su tibia respuesta.
Pero el Sr. Mañueco, con el aval del Sr. Feijóo, demostró que, para ellos, el poder está muy por encima de los principios y que pactarán con VOX siempre que haga falta. También en Andalucía y en España si pueden. Y eso tiene consecuencias.
Hoy, la extrema derecha, campa a sus anchas por Castilla y León y no imaginan lo doloroso que es ver como convierten nuestra tierra, siempre moderada, en la vanguardia del extremismo y el discurso del odio contra las mujeres, los trabajadores, la memoria democrática o las personas LGTBI.
Hoy, la extrema derecha desde el gobierno de Castilla y León, con solo 3 mujeres como consejeras en un gobierno de 12, afirma que las mujeres no llegan a puestos de responsabilidad por “pura dificultad física, inherente a la maternidad” pero que ellos convertirán esta Comunidad en una “región maternal” con la mujer como “portadora y dadora de vida”.
Hoy, la extrema derecha ha sido capaz de afirmar que el aborto sirve para “triturar niños con discapacidad” y que en los colegios se enseñan posturas sexuales a niños y niñas de 6 años. Hoy, cobran como miembros de un gobierno autonómico para hacer desparecer las autonomías y cobran de chiringuitos para acabar con los chiringuitos. Es el populismo.
La democracia está en riesgo. Y con ella nuestros derechos. Es difícil hacer frente a la extrema derecha. Las instituciones precisan de fortaleza y confianza de los ciudadanos y ellos saben aprovechar bien las grietas y hacerlas más grandes. No podemos ni debemos enfrentarnos en su terreno, el de los gritos y el odio, el del rencor y el miedo.
Pero también tengo claro que frente a la extrema derecha uno no puede ponerse de perfil, a la extrema derecha se la combate. Siempre. Porque, como dicen los responsables del memorial de Auschwitz, “el odio se generó gradualmente con palabras, estereotipos y prejuicios, exclusión, deshumanización y una escalada de violencia” pero ya sabemos como puede seguir. Nada de blanqueo, ni restarle importancia, no permitir la banalización del mal y contestar con argumentos serenos y pedagogía. Noelia ha dado una lección de serenidad y dignidad. Y eso es una esperanza para los tiempos que corren.