Llegada al destino: ¡Un gran reto científico conseguido!
Hay expediciones en las que todo resulta como esperabas, sin sorpresas, y pareciera que es algo sencillo, que cruzarse 1.200 kilómetros de Groenlandia, el gran desierto helado del Ártico, sin asistencia externa de ningún tipo, no es una gran aventura. Pero nada más lejos de la realidad.
Hemos pasado casi un mes en mitad de la nada, con temperaturas que, sin ser las más bajas registradas, no permiten que la vida se reproduzca, sin podernos dar una buena ducha caliente, durmiendo sobre una fina colchoneta en el suelo y con un menú un tanto reiterativo. Pero estamos encantados. El Trineo de Viento ha respondido perfectamente al nuevo reto y no ha habido grandes tormentas, ni largas rachas de vientos en contra, así que hemos llegado al final de la expedición Río de Hielo Groenlandia 2017 antes de lo que pensábamos y con el trabajo hecho. Estamos eufóricos.
La semana anterior a la llegada no acabó muy bien, con vientos flojos, y no los más favorables a nuestra ruta, que nos obligaron a pararnos más que en días anteriores. En realidad, no importaba demasiado porque íbamos con tiempo de sobra y tampoco queríamos llegar demasiado pronto a la base científica EastGRIP, donde teníamos la meta del recorrido con el Trineo de Viento. Además, Ross Edwards debía hacer aún unos cuantos agujeros en la nieve y recoger más kilos de muestras.
Esos días los hemos aprovechado también para hacer pruebas con el vehículo: probar algunas cometas, experimentar con un nuevo tipo de mando que permita hacer menos fuerza con los brazos, intentar mejorar la resistencia de las baterías, hacer cálculos del peso que podemos llevar... Groenlandia es el campo de pruebas perfecto para este vehículo. De hecho, no hay otro en todo el continente europeo.
Finalmente, el martes pasado recibimos noticias desde la base de que ya veían nuestra cometa, cuando aún estábamos a más de 20 kilómetros, en ese inmenso horizonte en el que nada obstaculiza la mirada. Y llegamos, a última hora del día, aunque aquí la diferencia entre día y noche es un cambio en la intensidad de la luz porque noche no hay.
Desde EastGRIP nos comunicaron por teléfono satélite las coordenadas exactas por las que debíamos entrar, para no atravesar un 'área limpia' muy estricta que utilizan los investigadores para sus experimentos, y por ese 'pasillo' invisible llegamos hasta un punto en el que nos vinieron a recoger con una grúa. La expectación era total, pues gracias a Paul T. Villalonga y Jason Box sabían que llegaba un vehículo especial. Un total de 36 científicos polares de todo el mundo (hasta de 12 países) están trabajando en la base este verano.
Lo primero, como es de imaginar, fue la ansiada ducha y cenar unos platos que nos parecieron exquisitos, pero enseguida los investigadores quisieron enseñarnos lo que hacen: una perforación de 2.500 metros de la que ya llevan 450 metros, lo que nos contaron que se corresponde a varios siglos atrás. Es impresionante la obra de ingeniería que han realizado en este lugar para estudiar el 'río de hielo' que denominan NEGIS.
Después de la gira por las instalciones, volvimos a nuestras tiendas, pues en EastGRIP todo el mundo duerme en tiendas, más o menos grandes. Eso si, no sin antes comprometernos a realizar una visita guiada por nuestro convoy al día siguiente con todos los interesados, que fueron muchos. De hecho, finalmente, y mientras llegaba el vuelo que nos sacaría del lugar, preparamos una charla para todas los científicos en la base, en la que les contamos cómo había sido su evolución, las expediciones que hemos hecho, sus modificaciones... Y así, investigadores de Estados Unidos, Japón, Alemania, Corea, Dinamarca... fueron pasando de un primer estupor ante el 'artilugio' a un interés real en cómo poder aprovechar esta plataforma para los proyectos científicos que algunos tienen entre manos y que requieren mucho trabajo de campo, algo siempre complejo de organizar.
De momento, el Trineo de Viento, desmontado y bien guardado, lo hemos dejado en esta base hasta el año que viene, en previsión de que pueda haber una nueva expedición científica. Y nosotros cogimos un vuelo de vuelta que nos dejó en Kangerlussuaq, el que fue nuestro punto de partida hace ahora cuatro semanas.
Los cinco participantes (Ramón Larramendi, Ross Edwards, Hilo Moreno, Nacho García (The Beagle Productionsy Jens Jacob Simonsen) queremos agradecer el patrocinio de la agencia de viajes Tierras Polares (www.tierraspolares.es), el apoyo de la base EastGRIP y la Sociedad Geográfica Española y los desarrollos técnicos de Javier de la Puente, Altus y los Hermanos Show Kite. Todos ellos también lo han hecho posible.
Para más información, visita la web Trineo de Viento