¿De verdad tanta gente odia a Pablo Motos?
'El Hormiguero' es líder de audiencia desde hace años y su presentador genera tantas alabanzas como críticas. Varios expertos en televisión analizan su figura.
Hoy ha venido a divertirse a ElHuffPost... Pablo Motos. El presentador es uno de los rostros televisivos más famosos de España, si no el que más, y salvo algún pelotazo inesperado de la competencia, El Hormiguero es a diario líder de audiencia desde hace años. Pocas veces se le ha escapado a Motos el minuto de oro: entre dos y tres millones de personas siguen fielmente al creador y productor nacido en Requena (Valencia) en 1965.
Mucho ha llovido desde aquel 24 de septiembre de 2006 en el que un reconocido guionista de radio dio el salto a la televisión en Cuatro, una cadena que con apenas un año de vida apostó por un novedoso programa con dos hormigas parlantes como protagonistas.
Al contrario que Dios, Pablo Motos sí trabajaba los domingos y lo que empezó siendo un programa semanal terminó como uno diario que puso de moda la ciencia y que acababa con una canción en la que, para alegría de los padres, se mandaba a los niños a la cama.
Pero el éxito, ya se sabe, desprende un aroma que enciende la alerta de los detractores, ya sean odiadores profesionales o espectadores a los que no les termina de gustar lo que ve. Si El Hormiguero contratase a todos los que han cargado contra el espacio, sería la empresa con más plantilla de España. A alimentar ese rechazo han contribuido las salidas de tono del presentador en antena, la última por una pregunta un poco extraña a una actriz de 9 años. El proceso sigue siempre las mismas pautas: las críticas copan rápidamente los primeros puestos en las tendencias de Twitter y las menciones negativas son un no parar hasta pasados unos días, cuando todo vuelve al cauce de la normalidad.
Pero, ¿es Pablo Motos una persona realmente tan odiada? ¿Es posible codirigir el programa más visto de la televisión en España y causar rechazo entre el público?
El rey de la audiencia
Motos lleva 15 años al frente de El Hormiguero, un espacio televisivo muy personalista y exitoso donde es el único e indiscutible jefe. El periodista televisivo Borja Terán, experto en el mundo televisivo y autor del libro Tele, define al valenciano como una persona “muy creativa” y responsable de “un programa muy valiente que es difícil de hacer”.
Para Terán, el presentador de El Hormiguero es una persona muy “competitiva”, aunque cree que en los últimos años ha logrado que eso no se note en pantalla. Ese exceso de celo a la hora de controlar un show tan gigantesco como el que presenta en Antena 3 puede provocar que el espectador perciba a Motos como una persona distante y, en ciertas ocasiones, “avariciosa”, algo que, según Terán, es fruto de su transparencia.
Bob Pop, reconocido experto en televisión, asegura el presentador “tiene en redes un número de detractores bastante amplio y hay gente que está como esperando con el cuchillo en los dientes”. El autor de Un miércoles de enero señala también que la presencia constante de Motos en el programa ha creado “una especie de personaje paródico con el que se han generado chistes”. A pesar de todo, afirma que no se puede considerar que sea odiado si cada noche lo ven millones de personas.
La experiencia es un grado y se consigue a base de errores. El presentador de Antena 3, cadena en la que lleva desde 2011, ha ido moldeando su comportamiento a medida que han pasado los años y han cambiado las costumbres sociales en el país. Por eso, muchas de las situaciones “machistas” habituales en las primeras temporadas se han ido puliendo hasta quedar reducidas a patinazos puntuales. Motos se ha ido adecuando a las exigencias de los espectadores que, con el paso de los años, han sido menos tolerantes con según qué formas de actuar con las mujeres.
“No creo que el espectador que le ve tenga ningún problema con Motos aunque él sigue teniendo momentos que podríamos definir de desafortunados”, comenta Mariola Cubells, periodista especializada en televisión en la Cadena SER y en ElHuffPost. También es cierto, añade, que hacer un programa diario y estar a ese ritmo, con ese nivel de exigencia, “hace que se te pueda ir la olla muy fácilmente”.
Ese es uno de los motivos que hace, según Cubells, que Motos “despierte fobias y filias cada vez que sale”, aunque remarca que esos detractores no son el modelo de espectador del programa.
Víctor Juste, director de El Televisero, va un paso más allá y defiende que “Pablo Motos se ha convertido en una caricatura de sí mismo y ha caído en la trampa de su propio personaje”. El periodista compara la figura del valenciano con la de Bertín Osborne o la de Mariló Montero, “presentadores que han pretendido alzarse como líderes de opinión, diciendo lo primero que se le viene a la cabeza y provocando la polarización del público”.
A pesar de polémicas, de trending topics y de comentarios negativos en Twitter, Motos sigue siendo el rey de prime time en España. No hay ningún programa en esa franja horaria que haga los mismos números que él.
El show de Pablo Motos es el buque insignia de Atresmedia y el último gran programa en mayúsculas que queda en antena. Si hay algo en lo que todos los críticos consultados coinciden es que El Hormiguero es un programa de autor y que el presentador vive por y para que todo salga bien.
El espacio televisivo “gira en torno a él todo el tiempo, no hay ni un frame en el que no salga, sería muy difícil sostenerlo si realmente fuese odioso”, señala Bob Pop, quien define a El Hormiguero como “un programa total sin ínfulas de gran programa total”.
“Es un programa de dos autores: Jorge Salvador y Pablo Motos. Los grandes creadores, como Chicho Ibáñez Serrador, siempre tienen una aureola de misterio de un mito, también de antipatía porque están muy expuestos. Al ser en directo es normal que a veces se meta en jardines”, mantiene Terán.
El espacio donde hay que estar
Como diría Ramón el Vanidoso, en este mundo hay cinco leyes universales que son innegables en el mainstream y una de ellas está clara: si no has ido a El Hormiguero no eres nadie. Por el programa han pasado estrellas mundiales de la talla de Will Smith, Russell Crowe, Hugh Jackman, Tom Cruise, Ben Stiller y un sinfín de personajes por todos conocidos, también de la industria nacional.
“A lo mejor hay mucha gente a la que no le gusta El Hormiguero pero no tiene más remedio que ir porque es el único programa de esos niveles de audiencia donde puede ir a vender lo suyo. Es un poco que tienes que ser simpático con el jefe”, recalca Bob Pop.
No sólo actores de talla mundial han pasado por El Hormiguero para hacer promoción del proyecto que en ese momento tuvieran entre manos. Los políticos españoles también han dejado huella en el espacio televisivo de Antena 3. Hasta el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pasó por el programa en junio de 2016 y dejó una de esas frases que se aún se le recuerdan en 2020: no le dejaría las llaves de su casa a un tal Pablo Iglesias, ese que ahora entra a su casa cada martes para celebrar el Consejo de Ministros.
Pablo Motos ha puesto a bailar a Soraya Sáenz de Santamaría, toda una vicepresidenta del Gobierno, y su entrevista al líder de Vox, Santiago Abascal, representó una de las mayores polémicas de la última campaña electoral. Los detractores de Motos le acusaron de “blanquear” a la extrema derecha.
“Es un buen formato de entretenimiento, él consigue ser un buen maestro de ceremonias y lo tiene todo controlado, es un programa caro, muy cuidado en la producción que ha ido siempre un poco más allá en esa franja a la que él le dedica la vida entera”, señala Cubells.
Pero Juste no está de acuerdo: “El programa es el mejor escaparate en la televisión española para las grandes estrellas nacionales e internacionales, y ahí no hay competencia que le haga sombra. Por tanto, aunque el espacio ofrece a veces contenido que no es el que precisamente busca el público al sintonizarlo, lo acaba viendo”.
La cercanía de Motos con sus invitados es también un elemento clave en cuanto a la percepción que el público tiene del presentador. Terán señala que, al ser el televisivo una persona “muy transparente” si un invitado no le da todo el juego que puede dar o no se muestra del todo cómodo en la entrevista, esa tensión traspasa la pantalla y puede incomodar al público.
“Eso en televisión se puede confundir con avaricia, es decir, eso de buscar la excelencia a veces se puede confundir con la avaricia, por eso cae mal a una parte de la audiencia”, señala Terán.
“No creo que sea un personaje simpático, no va a ganar el premio a la simpatía, pero la gente que le ve le gusta. La filosofía del programa es infantil, más pueril, pero ni pretende cambiar el universo ni tiene doble sentidos ni quiere aportar nada que no sepamos”, sostiene Cubells.
El jardín de la política
Al presentador valenciano la crisis del coronavirus sí le ha cambiado. Pablo Motos se ha salido de su tono habitual en los últimos meses y la audiencia ha podido ver a un conductor lanzando mensajes muy contundentes contra el Gobierno y contra los encargados de gestionar el virus en España.
Durante la pandemia, El Hormiguero incorporó una tertulia con cómicos para comentar los pormenores de esos meses tan duros para España. Ya en la denominada nueva normalidad, Motos ha mantenido esa sección en la que se deslizan críticas contra los principales gestores del país.
Juste considera que el programa, en estos tiempos de crispación política, debería ser “una alternativa de distensión para evadirse en estos tiempos convulsos”. Por eso critica que el espacio abuse de los monólogos de Motos, que sólo contribuyen “a incrementar la crispación del espectador”.
El director de El Televisero va más allá y considera que, en los últimos meses, “casi todas las entrevistas se han convertido en titular por los recados a políticos que ha extraído de cada uno de sus invitados”. Desde su punto de vista, Motos ha politizado el programa y “se ha encargado de propiciar un debate que, tal vez, el formato no necesita”.
Cubells, que asegura que nunca ha visto a Motos hablar de política de una forma “tan directa y tan disruptiva” como ahora, cree que sus opiniones políticas no han cambiado la percepción que los espectadores tienen de él. “Hace entretenimiento, no un informativo, y si se ajusta a su formato no hay nada que reprocharle, ¿tiene más sintonía con Albert Rivera que con Pablo Iglesias? Por supuesto que la tiene y se le va a notar, no creo que tenga que hacer ningún esfuerzo por evitar mostrar esa simpatía. Él hace un programa de autor, de entretenimiento, es su programa, es su cadena”, se reafirma.
La crítica por la vía política a Motos viene de atrás, de antes de la pandemia. Victor Juste cree que hay una fecha clave “y no precisamente para bien”: el 10 de octubre de 2019, con la entrevista al líder de Vox, Santiago Abascal. “El programa de Antena 3 batió récords de audiencia con su tercera emisión más vista de la historia pero fracturó a la audiencia y la enfadó, ahuyentando a espectadores que es probable que no se reconcilien con Motos”, señala Juste.
Cubells también tuvo “más dudas que certezas” con esa entrevista pero, para ser justos con Motos, El Hormiguero invitó a todos los líderes políticos con representación. “Esa es su decisión como autor del programa, aunque a mí me resulta ofensivo darle voz a un tipo como él”, comenta.
Bob Pop sostiene que Motos recibe críticas de aquellos que no tienen su misma ideología: “Lo que sería terrible es que los que comparten sus opciones políticas también le odiaran porque eso sí significaría que nadie quiere tenerlo a su lado como aliado y yo creo que eso no ha sucedido”.
Los medios versus Pablo Motos
Motos, que suele abominar de las redes sociales en su programa, sí tiene cuenta en Instagram, donde en pocos meses ha logrado 1,5 millones de seguidores.
La red social que peor se lleva con el presentador es Twitter, donde todo está más polarizado y donde no hay hueco para los grises. Con esta red social se produce un fenómeno curioso: hay personas que ven un programa de televisión para criticarlo. “Eso es lo que hacíamos antes los críticos de tele, nos dedicábamos a ver programas que no nos gustaban pero asumíamos que la gente que no trabajaba de esto sólo veía lo que le gustaba”, señala sorprendido Bob Pop. Y añade: “Ahora parece que uno de los placeres que existe es ver algo para ser detractor. La única diferencia que cuando lo hacíamos los críticos era por dinero. No sé si hace por masoquismo, por notoriedad… no sé por qué ves algo en tele que aborreces”.
Pero, ¿qué parte de culpa tenemos los medios de comunicación en la opinión que los espectadores se han formado de Pablo Motos? Para Borja Terán, mucha. “Los medios nos hemos aprovechado, y El Huffpost tiene mucha culpa de ello en el sentido bueno de la palabra, es decir, de la viralidad que buscamos los medios, del clic. Hemos amplificado la manía con el personaje, porque como sabemos que funciona cualquier cosa que haga, todos los días se mira con lupa El Hormiguero porque da mucho tráfico”.
Mariola Cubells no puede tener una opinión más opuesta: “En absoluto. No creo que sea un personaje maltratado para nada”, aunque sí cree que Internet, como en la casa de Gran Hermano, todo se magnifica “y se hace mucho ruido”. “No creo que sea un personaje maltratado y él tampoco debería pensarlo. Cuando es un buen programa se dice, y punto”, añade.
La exposición de Motos es bestial y contentar cada noche a casi tres millones de personas en el prime time de una de las cadenas más vistas de España es como poco complejo. “Tienes que encajar que tus momentos desafortunados formen parte del diálogo en los medios y que si tú haces un mal chiste con temas sensibles los demás no te vamos a decir lo que tienes que hacer, pero permíteme que juguemos nosotros también”, opina Cubells.
“La exposición pública tiene eso, ser líder de audiencia y tener éxito hace que tengas que encajar las malas críticas y las malas opiniones, no hablo de humillación ni de maltrato gratuito”, matiza Cubells.
Bob Pop cree que a los medios les da morbo meterle caña a Pablo Motos pero que al presentador “ahora, se la ha bufado lo que dijeran de él”. Aunque no del todo: en la última temporada, Motos introdujo una sección en la que Nuria Roca leía titulares que los medios le dedicaban a Motos en particular y a El Hormiguero en general.
Cubells explica que Motos ha metido esa sección “en una especie de burbuja del humor”: “A mí me consta que es una persona muy exigente, muy profesional, que le dedica la vida al programa y que está pendiente de todo lo que se mueve, lo que dicen, lo que pueda salir mal. Eso sí que lo asume y sí que lo tiene claro. Otra cosa es lo que quiera contar de cara a la galería”.
De esta nueva etapa post pandemia, Terán defiende que Pablo Motos se ha dado cuenta de que El Hormiguero “puede crecer y ser igual de competitivo en audiencia sin tener prisa, sin obsesionarse con el ritmo y parándose a escuchar”. “Se le ve disfrutando y está más tranquilo, se ha dado cuenta de que en televisión es mejor apretar lo justo que ir corriendo. Esa prisa que tenía era lo que hacía que la gente se pusiese quisquillosa con él”.
“Es curioso que trabajemos con esta imagen de que todo el mundo odia a Pablo Motos, yo creo que no. Odiar a Pablo Motos se ha convertido en una especie de chiste compartido, de encuentro común, pero me parecería imposible que fuera así y al tiempo fuera compatible con lo que hace y cómo le funciona”, sentencia Bob Pop.
Le funciona de maravilla. Eso nadie lo puede negar.