Internet no ha matado a la lectura: le da múltiples vidas a los libros
La tecnología, más que un mero soporte: los clubes de lectura 'online', los 'booktubers', 'BookTok', Wattpad y otras iniciativas han facilitado todo un 'boom' por las letras.
Ni el libro electrónico ha hundido el libro en papel, ni la tecnología ha matado la lectura. Todo lo contrario. A pesar de que Internet se ha demonizado en cientos de ocasiones como el hogar de la piratería, lo cierto es que plataformas y redes sociales han contribuido a un nuevo boom en las letras y a que un libro no muera cuando se lee la última página.
Hay recursos para todos los gustos. Desde los más jóvenes que se enganchan con TikTok, hasta los clubes de lectura para comentar novelas a cualquier edad. Desde los que prefieren escribir sus propias obras en Wattpad, hasta los que recomiendan a otros a través de Instagram o de newsletters temáticas. Por no hablar del formato audio, los audiolibros han llegado para quedarse y en los podcast, como el de Librotea, la lectura también tiene su espacio. El único límite es la curiosidad del lector.
La revolución de Wattpad
Mientras que a muchos la palabra Wattpad no les dirá nada, para millones de lectores es su refugio. “Wattpad diría que es la plataforma que ahora mismo está triunfando con escritores online porque es un sitio donde cualquiera puede colgar su trabajo y puede leer el de otros. Y gracias a la interfaz que tiene de comentarios, de interacción y tal es muy fácil hacer comunidad con tus lectores”, define Joana Marcús, nacida en Mallorca en el año 2000 y considerada una de las reinas de la plataforma. Es, de hecho, la única española que figura en el top 10 de autores de la app.
Para ella, lo mejor que ofrece este soporte es “el hecho de poder estar hablando con otros lectores del mismo libro que tú estás leyendo y poder ver sus opiniones y sus teorías”. Como autora, toda esa posibilidad de diálogo le gusta “mucho”: “Pero soy consciente de que, si no estás muy abierto a las opiniones externas, que pueden ser tanto buenas como malas, te puede llegar a afectar, porque al final es mucha gente, mucha interacción y tienes que estar mentalmente preparado para aceptarlo todo, no solo lo bueno”.
¿Y cuánto es mucha gente? En su caso, y solo en Wattpad, “novecientos y pico mil seguidores”, dice casi con timidez. “Empecé ahí con 11 años. Entré para leer, realmente no empecé a escribir hasta unos meses más tarde porque vi que mucha gente de mi edad lo hacía y dije ‘me uno al barco, yo también quiero intentarlo’. Tardé bastante en asentarme un poco en la plataforma, en empezar a tener seguidores, y ha sido en los últimos dos años cuando ha empezado a llegar todo”, recuerda. Y ese despegue lo relaciona directamente con la pandemia: “como todos estábamos en casa y no teníamos nada que hacer, mucha gente nueva se unió a la comunidad de lectores y a las redes de escritores y ha habido un boom brutal”.
Tras ese éxito online este febrero vino la publicación física de la trilogía Fuego con Crossbooks, sello de Planeta. A pesar de ese salto al papel, no planea abandonar internet: “Mis seguidores han estado ahí desde el principio y creo que se merecen que siga actualizando mis historias, subiendo mi trabajo, interactuando con ellos... Sin ellos no estaría aquí”.
Sin dudar, ve la tecnología como una aliada de la lectura: “Al final cada uno la usa según sus intereses. Si a ti te gustan los libros, cualquier red social en la que estés te puede recomendar títulos o autores nuevos y puede hacer que encuentres una comunidad donde te sientas cómodo. Creo que ayuda muchísimo, sobre todo si eres joven”.
Clubs de lectura a través de una pantalla
Ese papel de recomendadora Amaya Ascunce lo ejerce de múltiples maneras; no hay palo digital que le quede por tocar a en lo que a libros se refiere. La periodista, directora de la web de ELLE, ha montado un club de lectura en la publicación, tiene otro con amigas y hace recomendaciones tanto en sus redes sociales, como en su newsletter Leer por leer e incluso en el podcast de Cristina Mitre.
Como recuerda, hubo un periodo en el que la tecnología se asoció a la piratería de libros “y parecía que podía ser un contra, pero a mí me parece que está haciendo que los clubs de lectura aumenten, que la gente comparta y sea capaz de recomendar mucho más los libros que les gustan”. Recalca además que “permite a la gente unirse en torno a temáticas o nichos a los que antes era muy difícil tener acceso”: “A mí aparte de leer me flipan los perfumes; la posibilidad que tenías hace 30 años de juntarte con gente a la que le gustasen las dos cosas en una ciudad como Pamplona era muy reducida. En cambio ahora puedes hablar con gente de todo el mundo y unir ese tipo de pasiones que yo creo que a la lectura le está ayudando un montón”.
Sus clubs de lectura empezaron antes de la pandemia. “En ELLE creé un club que no es como el mío en el que nos sentamos y hablamos, pero propongo un libro y luego la gente me suele escribir por Instagram o en un grupo de Facebook”, explica. El personal, llamado Otro club de lectura, lo montaron sus vecinas, Paloma y Sara, “y cada una invitaba como a cinco miembros”. “Era físico, quedábamos a tomarnos un vino y unas patatas fritas, con la pandemia empezamos a hacerlo online y ahora hacemos una mezcla. Facilita mucho cuando somos muchas con muchos horarios y muchas agendas el que lo hagamos digital”, añade. Y como los suyos, triunfan muchos otros, incluidos los famosísimos de la actriz Reese Witherspoon u Oprah Winfrey en el mundo anglosajón o el de La Vecina Rubia, aquí en España.
Con todas sus recomendaciones, que hace como un hobby —Ascunce es periodista pero siempre le ha encantado leer y tiene estudios de Historia de la literatura y Literatura comparada—, cree que ejerce en cierto modo “el papel del librero de antes. “Vivo cerca de una librería que me encanta y que se llama Muga, que está en Pablo Neruda (Madrid), y tiene ese tipo de libreros que siempre me aciertan. La gente ya no tiene eso tan cerca”, reflexiona. En el mundo online piensa que funciona al contrario: mientras que un buen librero es capaz de recomendar a cualquiera, tenga los intereses que tenga, los usuarios buscan a alguien que lea cosas parecidas a lo que les gusta. “Lo que hace la gente es buscar a alguien que tenga las mismas inquietudes; te siguen e intentan leer todo lo que recomiendas”, asegura.
Para ella, el mejor feedback que ha tenido ha sido el de varias madres que le han escrito tras dar a luz: “Muchas habían vuelto a leer por algún libro que yo había compartido o por algún consejo como ‘cómprate un ebook que tenga luz para que puedas leer a oscuras’. Y esto me ha hecho muchísima ilusión”.
La periodista mira con buenos ojos a las nuevas tecnologías para enganchar a las nuevas generaciones a la lectura. Mientras con los más pequeños suele haber “una estimulación bastante grande”, con padres leyendo cuentos habitualmente a sus hijos, por ejemplo, la cuestión está en juvenil: “Creo que es ahí donde se pierden los lectores porque es más difícil, está más asociado al colegio y tal”. “Creo que en esa edad lo que está triunfando mucho es la ficción serializada, para eso las nuevas tecnologías son estupendas porque permiten que se enganchen, tienen un tipo de estructura que tiene más que ver con internet”, recalca.
Instagram, una ventana de recomendaciones
Víctor, periodista de Valladolid, es lector desde era que pequeño. Su mesilla de noche estaba plagada de tebeos primero, y de libros después. Entonces se levantaba media hora antes de lo programado para poder leer, ahora comparte esa afición con su comunidad de más de 20.000 personas en su perfil de Instagram, @lovasaleer.
La red social se ha convertido en un gran escaparate para cuentas dedicadas a la literatura, donde los usuarios comparten recomendaciones e impresiones sobre sus lecturas y debaten sobre corrientes actuales. En el caso de Víctor, todo empezó escribiendo reseñas en un blog en verano de 2016, pero poco después decidió hacerlo en Instagram. “La mía es una cuenta de lecturas, que no de libros”, matiza el periodista.
“Yo nunca subo una foto de un libro que no he leído. Prefiero hablar de lecturas que de libros. Y eso que el libro, como objeto, me fascina. Pero creo que el valor está en ofrecer una opinión personal y justificada sobre lo que has leído. Y eso sirve tanto para los libros que te gustan como para los que no has soportado. Hay que publicar también reseñas de los libros que no te han gustado. Y decirlo sin miedo ni complejos”, explica sobre el tipo de contenido que publica.
El periodista reconoce que no es muy consciente de toda la comunidad que se ha formado en torno a su cuenta, pero sí valora los debates que nacen de sus publicaciones. “Se generan conversaciones amables, educadas e interesadas por los libros. Eso es muy importante, porque otras redes sociales se han convertido en lugares agresivos. En Instagram, al menos alrededor de mi cuenta, no percibo eso en absoluto”, cuenta. Víctor no es el único que ha decidido utilizar esta red social para plasmar su pasión por la lectura. Hay otros casos de éxito como el librero Xacobe Pato, que ha convertido sus diarios en un libro, o @dimeunlibro, que además de hacer recomendaciones descubre nuevas bibliotecas alrededor del mundo.
“Internet es una vía genial para descubrir nuevas lecturas. Están las cuentas de las editoriales (para descubrir sus novedades), pero, sobre todo, están los perfiles de confianza, esos a los que sigues, de los que lees reseñas de forma habitual. Y si a menudo coinciden gustos, sabes que lo que recomiendan seguramente te gustará a ti también”, cuenta Víctor, que cree que las redes sociales son tan buena herramienta para fomentar la lectura como las recomendaciones de amigos o los suplementos literarios.
Las newsletters literarias o cómo hablar de libros a través de una carta
Cuando empezó en Instagram, Begoña Martín también compartía lecturas porque formaban parte de su día a día. “Entre 2016 y 2018 empezó el boom y ya me puse más en serio”, cuenta sobre su perfil @monstershouse donde habla de libros. Sin embargo, quería compartir sus lecturas “de una forma más personal e íntima”, y entonces llegó su newsletter.
A girl and a book nació en 2018 y desde entonces se envía de manera mensual, habitualmente el último fin de semana del mes. “Muchos años atrás había tenido un blog, pero me llamaban la atención las newsletter porque es casi escribir una carta. Eso de hablarle más de tú a tú a otra persona y de que llegara de una manera más personal”, reflexiona la joven de 28 años.
Para Martín, lo mejor de las newsletters en comparación de redes sociales más inmediatas como Instagram es la conversación se genera en torno a ellas. “La gente la puede leer en el momento que se manda o tres semanas después, así que te lo piensas, es todo más reposado y cuando respondes a una newsletter da pie a una conversación más profunda”, relata. “Yo he descubierto libros que me ha recomendado alguien que no conocía de nada a través de la newsletter. Eso me resulta reconfortante”, añade.
La joven defiende Internet como fuente para descubrir nuevos universos literarios: “Cualquier herramienta para compartir es buena, sirve para crear comunidad. No uso TikTok pero me parece genial que también se haga ahí, es absurdo tener prejuicios”. Además de emisaria, Martín también es receptora y disfruta con los boletines La libretilla y La flecha, de la escritora Carmen Pacheco.
“La flecha nació a partir de Ola, el boletín de verano que lancé para disfrutar del tiempo de ocio. Y para mí parte importante del ocio y de mi salud mental son los libros. Entonces los empecé a incluir, la gente me pedía recomendaciones, y decidí empezar a enviar La flecha en 2019”, cuenta Pacheco. Desde entonces, la escritora manda este boletín repleto de reflexiones y recomendaciones culturales cada dos semanas.
Como Martín, Pacheco también prefiere las newsletters frente a Instagram, no solo por la inmediatez, sino también por dar espacio a lecturas alejadas de las novedades o de la actualidad. “Tengo mucho interés por los clásicos y las cosas antiguas y en Instagram hay muchas novedades, que me parece genial, pero me gusta recomendar cosas antiguas y que recomienden libros de hace años. Incluso dejar un espacio para libros que están descatalogados y pueden encontrarse en una biblioteca digital”, defiende la autora.
Para ella, sus envíos son una especie de oasis: “Cada vez me apetece más escribir newsletters más atemporales, ya tenemos las redes para lo otro, para estar pegados a ellas y opinar de todo. Me gustaría que esto fuera un paréntesis, un descanso mental”.
A pesar de la velocidad de las redes, Pacheco defiende las plataformas y las aplicaciones surgidas en la red como una herramienta fundamental para los aficionados y el mundo del libro. “Internet es lo mejor que le ha pasado a los lectores”, afirma rotunda. “He descubierto que está lleno de gente muy distinta de la que te encuentras cuando abres Twitter. Los comentarios y los mails que recibo son de gente con muchos intereses y muy particulares”, defiende la escritora.
“El hecho de entrar en Goodreads y encontrarte entrevistas con un montón de referencias a libros, buscar un libro en la plataforma y tener las reseñas… Yo encontré una copia digitalizada de unos poemas arábigo-andaluces que se habían publicado en los años 30 o 40 gracias a Goodreads. Estás sentada en tu casa y en cinco minutos encuentras eso”, destaca Pacheco sobre el poder de internet.
BookTok, el reino de la literatura juvenil
En TikTok hay bailes, rutinas de ejercicios, vídeos de humor, bulos de belleza... pero también un gran puñado de cuentas dedicadas a la lectura. Se llama BookTok y está revitalizando la industria editorial estadounidense gracias a las recomendaciones de las cuentas más influyentes en la red social.
El fenómeno es similar al de BookTube, pero según un informe de Barnes&Noble, una prestigiosa cadena de librerías en Estados Unidos, el impacto en las ventas es todavía mayor. En España no hay estudios similares, pero si buscamos los resultados en español del hashtag #booktok encontramos más de 50 mil millones de resultados.
La propia plataforma señala quiénes son las influencers más relevantes:
- @saragbooks
- @ir_zu
- @letiziaalg21
- @paycivbooks
- @bookscrm
Entre las recomendaciones reina la literatura juvenil, pero en una red social como TikTok hay hueco para mucho más. Desde bibliotecas hasta rincones como restaurantes, jardines o cafeterías que harán las delicias de los aficionados a la lectura. También se cuelan vídeos con toques de humor para comentar las ficciones y sobre situaciones que viven los lectores cuando están leyendo un libro. Por supuesto, también los conocidos challenge.
Lectura interactiva para los más pequeños
Las nuevas tecnologías abren todo un abanico de posibilidades para presentar la literatura a niños y adolescentes. Ejemplo de ello es Fiction Express, plataforma para mejorar la competencia lectora en la que se publican libros infantiles y juveniles por capítulos. El argumento lo van decidiendo los usuarios a través de sus votos y la interacción con los autores –uno de ellos fue recientemente el mayor exponente de la literatura juvenil en España, Jordi Sierra i Fabra— .
La cofundadora de Fiction Express, Cristina Puig, defiende que la tecnología es una gran aliada de la lectura: “Podría parecer enemiga a primera instancia pero en realidad es aliada”. “Lo que hemos notado es un cambio de prepandemia a pospandemia. El coronavirus nos obligó a ver la tecnología desde otro punto de vista y a no entenderla como un fin sino como un medio”, destaca.
“Esto nos ha obligado a que los que hacemos elementos de lectura con tecnología a no simplemente cambiar el soporte; si leemos en un elemento tecnológico tengo que poder dar una serie de beneficios”, argumenta. Entre ellos cita “dar soporte a temas más multimedia”, habilitar funcionalidades de audición y tamaños para lectores que lo necesiten, ayudar gracias al big data a chicos con dificultades lectoras o con dislexia e incluso ayudar a Ucrania con la iniciativa que han puesto en marcha, Read for peace, con la que donan cinco céntimos por cada libro leído.
Según Puig, “puede parece un contrasentido pero los promotores más fuertes de Fiction Express son los docentes con menos habilidades tecnológicas”, una vez que comprueban que el soporte no está reñido con la calidad literaria.