Liberado el marinero gallego retenido casi un año en Yemen
Fue arrestado junto a su tripulación por una denuncia por pescar de forma ilegal presentada por las autoridades de Australia.
El capitán español Pablo Costas Villar se encuentra ya libre, tras haber sido retenido durante casi un año en Yemen, el país más pobre de Oriente Medio, sumido en una guerra civil desde 2014.
Su detención y la de toda la tripulación del Cobija, el buque pesquero en el que faenaban, se produjo el 26 de septiembre de 2020 tras atracar en el puerto yemení de Al Mukalla. El apresamiento se llevó a cabo en respuesta a una denuncia por pescar de forma ilegal presentada por las autoridades de Australia.
Costas Villar, natural de Bueu (Pontevedra), fue sometido a juicio y condenado a tres meses de arresto, que ya ha cumplido de sobra junto al resto de la tripulación, 32 hombres peruanos, indonesios, senegaleses y namibios. Hasta ahora el único tripulante que había sido liberado era un primer oficial ruso, que fue evacuado por la diplomacia de su país el pasado mes de mayo.
Después de estos 11 meses largo retenido, Pablo Costas está lojado en un hotel, pendiente de un vuelo para regresar a España, según ha informado él mismo a la Cadena SER. Asegura que, si el caso no hubiese trascendido a través de los medios de comunicación, posiblemente hubiese muerto a bordo, sin comida y sin agua.
Porque la situación que ha vivido el barco, propiedad en principio de una compañía panameña que lo vendió a un empresario somalí, ha sido insostenible. Las ratas invadieron la embarcación y apenas han tenido víveres para unos días. Además, también se les agotó prácticamente el agua potable, en una época del año en la que las temperaturas son muy altas. La coincidencia con la pandemia de coronavirus tampoco ha ayudado.
Aunque finalmente se ha desatascado su situación, la esposa del pescador decidió hacer unos días remitir una carta al ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, en la que pedía asesoría legal, personamiento diplomático en el lugar y seguridad para su traslado. También denunciaba la pasividad de las autoridades diplomáticas españolas, en estos “tremendos meses de desasosiego, desesperación y zozobra” que llevan sufriendo.