Lesbianas de película, benditas sean
Barbara Sukowa y Martine Chevallier salvan la película 'Deux' con unas actuaciones memorables.
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Es curiosa la tendencia a traducir el título de películas que narran amores de mujeres homosexuales —sobre lesbianas, vaya— como Entre nosotras. De este modo tradujeron la magnífica y refrescante Coup de foudre (Francia, 1982) de la estupenda directora Diane Kurys. Actualmente han traducido así Deux de Filippo Meneghetti (Francia, 2019). Traducción que las presenta como si vivieran al margen y apartadas del resto del mundo, recluidas en un mundo propio y limitado; quizás por eso no traducen como Entre nosotros filmes de homosexuales masculinos.
Si Coup de foudre estaba protagonizada por dos actrices extraordinarias, Miou-Miou y Isabelle Huppert, Deux la salvan las espléndidas Barbara Sukowa y Martine Chevallier en unas actuaciones memorables.
Porque Deux es una película tópica. En primer lugar —como es habitual cuando el amor entre mujeres no tiene como objetivo calentar la líbido masculina—, presenta el amor entre mujeres a partir sobre todo de la ternura —por cierto, que nunca falte—, muestra un amor exento, o casi, de sexualidad.
Si esto ocurre incluso en filmes que no hablan de viejas o de ancianas sino de mujeres maduras como el fallido Los chicos están bien (EEUU, 2010) de Lisa Chodolenko —directora de la maravillosa High Art (EEUU, 1998)—, porque en Los chicos están bien (los “chicos” son una chica y un chico) las protagonistas, otras actrices de cuidado, Annette Bening y Julianne Moore no hacen el amor ni una sola vez.
No debe extrañar, pues, que la sexualidad no comparezca en una película protagonizada por dos viejas: Chevallier nació en 1949 y Sukowa en 1950. Si ya es difícil en general abordar la sexualidad femenina cuando no sirve de espejo para la masculina, pensar que la sexualidad femenina va bastante más allá de los 72 años es propio sólo de mentes bien abiertas —y de lesbianas—.
En segundo lugar, era y es, en algunas obras todavía, otro tópico en la literatura, en el cine, castigar duramente a las mujeres que se salen de los papeles prescritos por el patriarcado; en especial las que desafían a la heterosexualidad. Se fundamenta en siglos de tradición masculina. Por lo tanto hasta hace muy poco, eran escasas las novelas y las películas de lesbianas que simplemente acababan bien. Las dos de Deux, cada una a su manera, son castigadas con el severo derrame cerebral de una de ellas.
La punición la encontramos en muchas películas. Sin ir más lejos, en la antes citada Coup de foudre o en una más reciente, Freeheld, un amor incondicional (EEUU, 2015) de Peter Sollett, con Julianne Moore y Ellen (Elliot) Page de protagonistas. Ahora bien, teniendo en cuenta la fruición de Hollywood y otros festivales por los achaques, las desgracias y las discapacidades es posible que el ataque de apoplejía vaya a favor del film.
En tercer lugar, todos los personajes secundarios son planos, sin relieve ni casi evolución, una panda uniformemente carca y homófoba. Esto ocasiona, sin embargo, que la película sitúe la estrechez de miras no en las viejas sino en gente más joven que ellas —¡cuántas madres no hemos visto aturrulladas y culpabilizadas en esta tesitura; cuántos hijos e hijas no están “a favor” de la homosexualidad, pero de la de su madre ni hablar—. También hay una pincelada sobre la extrema medicalización de la vejez.
Hay algunos agujeros en el guion. Es difícil creer el absoluto desconocimiento no ya de la relación, sino de la existencia de una de las protagonistas por parte de la familia de la otra después de un montón de años y de un puñado de viajes juntas, por mucho que vivan en el mismo rellano.
Guion que, por otro lado, tiene un deje de suspense, de una intriga que en muchos momentos te hace estar con el alma en vilo. También está bien llevado el absoluto contraste entre la aparente parálisis de una de las protagonistas —¡qué manera de expresar sin mover ni un músculo!— y la osadía apasionada, un auténtico volcán, de su pareja; cosa que augura una rica y plena vida sexual.
El final tiene un toque a lo Thelma & Louise de Ridley Scott (EEUU, 1991), protagonizada por otras dos de las grandes, Susan Sarandon y Geena Davis, también convenientemente castigadas por sus transgresiones. Eso sí, en Deux, las dos mujeres, esta pareja, no se despeña por ningún cañón. Que tengan una larga vida, toda la ternura del mundo así como la sexualidad que les dé la gana.
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