Le pedí matrimonio a mi novio y no podría estar más feliz
He de decir que no fue lo más elegante del mundo. Estábamos en lo alto de una pista de esquí un día soleado en los Alpes. Pero también estábamos en un bar, uno de esos en los que las personas bailan sobre las mesas mientras vuelan las botellas de champán. Pero no se puede tener todo.
Yo miraba la nieve, me bebía un gin-tonic y hablaba con mi novio y con otra chica de que estaba planteándome pedirle matrimonio algún día. Cuando quise darme cuenta estaba de pie encima de un puf enorme, mi corazón latía tan fuerte que pensé que se me iba a salir del pecho. Todo el mundo me miraba.
"Qué giro argumental tan interesante", pensé.
Me arrodillé (Nota mental: no es una buena idea cuando estás encima de un puf enorme) y le pedí matrimonio a mi novio. Él no se lo podía creer, y tampoco la otra chica, fue increíble. Mi novio estaba atónito, y su imagen me resultó muy graciosa, porque también iba vestido con un mono vintage.
Entiendo que le sorprendiera tanto. Es muy poco frecuente que las mujeres en relaciones heterosexuales pidan matrimonio. Desde ese momento, he considerado pertinente hacer presión a los demás en defensa de esta causa. Supongo que pensaréis que soy rara. Pero la verdad es que soy bastante normal, y pienso que las mujeres deberían tomar la iniciativa de pedir matrimonio más a menudo.
Existen infinitas razones por las que las mujeres no piden matrimonio a su novio. Una de las más preocupantes que he oído es que temen que su novio sienta que pierde masculinidad. Lo único que tengo que decir a eso es que un hombre al que no le guste que le pidas matrimonio puede acabar siendo un verdadero muermo tras treinta años de matrimonio. En especial cuando su sensualidad masculina se haya convertido en grasa.
Dicho esto, si tienes un poco de curiosidad por pedir matrimonio, deja que intente convencerte con estas seis ventajas:
1. No te va a decepcionar
Sé que es adorable pensar en que algún día te puedan pedir matrimonio, pero ya sabes: los sueños no siempre se hacen realidad.
Quizá tu novio sea increíble. Quizá te vaya a llevar a saltar en paracaídas y antes, en el avión, mirarás hacia abajo para descubrir que ha dibujado "¿Quieres casarte conmigo?" en el suelo con su propia sangre para que puedas leerlo desde el cielo y caigas rendida a sus brazos.
Pero quizá no.
Quizá vaya a hacer algo bastante normal. Quizá esté tan nervioso que no le salga nada de la charla que había planeado. Quizá saltar en paracaídas haga que vomites sobre tu propia cara (nadie te avisa de eso). Lo que quiero decir es que tantas expectativas pueden conducir a decepción. En el (graciosísimo) discurso que di a nuestros invitados el día de nuestra boda dije que si quieres que algo salga bien, tienes que encargarte tú mismo.
2. Todos pensarán que eres alucinante
En serio, podrás saborear la gloria eternamente. No me preguntes por qué, pero es así.
3. Dejarás a todo el mundo atónito
Cuando alguien te pregunte cómo, dónde y cuándo te pidió matrimonio tu marido (que lo harán), podrás decir "ah, bueno, la verdad es que se lo pedí yo a él", y observar la incredulidad en su rostro. No subestimes lo genial que es esta sensación.
4. Puedes decir que es un acto feminista
Porque, al menos por ahora, lo es. Más que los hashtags y las camisetas con mensajes, esto es igualdad de verdad.
5. Un anillo decente
Si eres tú quien pide matrimonio, piensa que tienes la oportunidad de decidir el anillo que quieres llevar: recuerda que vas a tener que llevarlo por mucho tiempo. Nadie quiere deprimirse cada vez que mira su mano izquierda.
6. Sorpresa y alegría
Serás testigo de una expresión de sorpresa absoluta genuina, algo que no se ve todos los días. Seguida de una expresión de felicidad (o eso espero).
La única pega de esto es que algunas personas darán por hecho que te cansaste de esperar y optaste por montar este numerito. No apreciarán tu valentía. Pero bueno, siempre hay alguno de esos.
¿Y bien? ¿Os he convencido?
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Reino Unido y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao.