¿Las victorias de izquierdas son victorias medioambientales?
El triunfo de Lula da Silva en Brasil ha sido recibido como un respiro para el planeta y como un síntoma de que las políticas medioambientales se ponen en el foco de los programas políticos, al menos de la izquierda.
El nuevo periodo político que se inició en Brasil el pasado 30 de octubre era celebrado en todo el mundo, muy especialmente entre científicos, activistas y ecologistas pues, ya en su primer discurso tras ganar las elecciones, Da Silva dejó claro que el medioambiente será una piedra angular de su mandato. “Brasil está listo para reanudar su liderazgo en la lucha contra la crisis climática. Probaremos una vez más que es posible generar riqueza sin destruir el medioambiente”, manifestó.
“Las personas del mundo entero que se preocupan por la emergencia ambiental y los derechos humanos, concretamente por la deforestación en la selva amazónica o El Cerrado en Brasil, celebran hoy la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva como nuevo presidente del país americano, que puede revertir el ecocidio y genocidio en marcha por las políticas de Jair Bolsonaro”, encabezaba el comunicado que la ONG Ecologistas en Acción publicó al día siguiente de la victoria de Da Silva.
De la misma manera, en los medios de comunicación no pasaron inadvertidas estas palabras del nuevo presidente de Brasil, y en redes sociales activistas por el cambio climático también lo aplaudieron.
Uno de ellos fue Alejandro Sánchez, miembro fundador de Equo y diputado en la Asamblea de Madrid en el grupo Más Madrid. “El mandato de Bolsonaro ha sido un palo terrible para la selva amazónica, fundamentalmente. Ha aumentado la deforestación en la selva, pero también en otras zonas como El Cerrado. Pero lo peor de todo es que se han parado todos los proyectos medioambientales que Brasil tenía en marcha y que eran pioneros. Por ejemplo, el tema de las reservas indígenas. De hecho, lo que ha hecho Bolsonaro estos cuatro años ha sido todo lo contrario: dejar que mineros, ganaderos y madereros ilegales pudieran entrar en las reservas indígenas y saquearlas. Esto es un drama, pero no sólo para Brasil sino para todo el planeta”, explica a El HuffPost Sánchez.
“Esperemos que lo pueda cumplir y que retorne a una senda que Brasil nunca debió abandonar”, reclama el político madrileño. Además, encuentra otro motivo de peso para celebrar este resultado, pues Brasil es una potencia mundial económica. “Que hubiera salido en la práctica del convenio de cambio climático, pues era terrible. Comparable a lo que pasó con Trump en su mandato… Que Estados Unidos o Brasil se salgan fuera de los acuerdos climáticos es una amenaza para todos. Que estos países vuelvan a la senda de la racionalidad, porque nos jugamos la supervivencia de la especie, es una magnífica noticia”, concluye.
Para la periodista ambiental Rosa Tristán, la victoria de Da Silva también es un alivio: “En los últimos años con Bolsonaro en el gobierno, la debacle en la Amazonia ha sido espectacular y han aumentado el número de defensores muertos. Cada vez más líderes indígenas han aparecido muertos por la defensa de su tierra. Los pueblos indígenas no tienen reconocido legalmente ni el 7% de las tierras en las que viven. Ellos han vivido ahí siempre pero no tienen un papel que confirme que ese territorio es suyo. Y como no lo tienen, llegan los terratenientes, los mineros o los narcotraficantes, que son los últimos que han aterrizado en la Amazonia, y se hacen con ellos”.
Ahora bien, prefiere mantenerse prudente a la hora de dar esta victoria como una victoria ambiental: “Evidentemente, con Bolsonaro hubiera sido mucho peor, porque su discurso expansionista siempre ha sido que la Amazonia estaba ahí para aprovecharla y que había que sacarle tajada. Por eso ha ocurrido lo que ha ocurrido. Ponemos en la balanza Bolsonaro y Lula, pues Lula, mejor”. Aunque no deja de ser crítica con algunas de las políticas que el líder de la izquierda puso en marcha en su anterior mandato, pues parte de su discurso desarrollista podía chocar con la protección medioambiental y la protección de los pueblos indígenas. “Que Lula haya sido un gran defensor de la Amazonia por encima de todo y de aumentar su protección… tampoco ha sido realmente así. En su mandato, con la presión de ‘los sin tierra’, no hizo una defensa numantina de la Amazonia. Y ahora en su discurso está el hacer carreteras para que sus gentes se comuniquen y se desarrollen”, argumenta Tristán.
Cauteloso se muestra también Eloy Sanz, investigador y profesor de Ingeniería Energética de la Universidad Rey Juan Carlos. “Es verdad que en este caso, hacerlo peor es imposible porque la deforestación de estos años con Bolsonaro ha sido muchísimo mayor y Lula lo había recuperado bastante”, señala pero no es partidario de lanzar las campanas al vuelo ni de dar carta blanca y cree que hay estar “vigilantes de lo que tiene que cumplir”.
La izquierda es más ambiciosa en materia medioambiental
Brasil es el tercer país que este año completa un significativo giro a la izquierda. En marzo, Gabriel Boric se convirtió en presidente de Chile y en julio fue Gustavo Petro el encargado de formar gobierno en Colombia. Los tres, con un programa comprometido con el medioambiente, revalidan la idea de que los gobiernos de izquierdas son más ambiciosos con la ecología.
“A los poderes económicos las regulaciones medioambientales les vienen mal: las limitaciones de emisiones o de contaminación… Como lobbies poderosos que son intentan pelear para que no se implementen o se implementen lo más tarde posible y ganar la mayor cantidad de dinero durante el mayor tiempo posible. La derecha siempre es más favorables a eso, mientras que la izquierda es más ambiciosa en materia medioambiental, al menos determinada izquierda porque siempre ha habido una izquierda productivista”, corrobora el diputado de la Asamblea de Madrid.
Ahora bien, Sánchez considera buena parte de este ‘negacionismo’ una forma de postureo. “Como en Madrid la señora Ayuso, pero en su fuero interno sabe que no hay otro camino y sabe que hay que cambiar nuestros modelos de consumo y producción. La minoría negacionista es realmente muy minoritaria. El drama es que haya políticos del Partido Popular que se apunten a eso simplemente por machacar al adversario o para tener otro argumento para confrontar con el adversario político”, advierte.
Para ilustrarlo, el diputado acude a un ejemplo evidente. En 2018, el grupo Mas Madrid llevó una proposición para hacer un plan de recuperación del lince ibérico en Madrid y el PP fue el único partido que votó en contra. Hace apenas unas semanas, en el mes de septiembre, la presidenta de la Comunidad de Madrid anunció un plan para la reintroducción del lince ibérico en Madrid.
“Obviamente la derecha le suele dar más importancia a la parte económica. No hay más que ver los planes de descarbonización que se proponen en España. Más País están proponiendo una descarbonización muy profunda de hasta el 95%, el PSOE hasta el 90% y el PP hasta el 85%. Todos en la misma linea pero cuanto más a la izquierda, más ambiciosos en los objetivos. Eso es contrastable”, argumenta Sanz respecto a esta idea y, de nuevo, el tema económico es el principal problema. “Las derechas suelen ir con todo, muchas veces desde grandes grupos empresariales con intereses en combustibles fósiles o recursos naturales. Suele ser así, pero es complicado mojarse. Yo siempre digo que un termómetro no es de derechas ni de izquierdas y la lectura que te da deberá de ser independiente del color del partido. Otra cosa es que te importe más o menos la salud de los ciudadanos y su futuro”.
El investigador advierte además que, aunque el conservadurismo y el trumpismo “es abiertamente negacionista y va contra todo lo que significa cualquier tipo de protección”, otros ejemplos de gobiernos de derechas, como el de Margaret Thatcher en Reino Unido o Angela Merkel en Alemania, que pueden ser muy criticables en muchos cuestiones, tuvieron presentes aspectos ambientales y renovables y los pusieron en la agenda. “Y yo recuerdo, en broma o en serio, que aquí quien firmó el Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París fue el Partido Popular, aunque también fue el que puso el impuesto al sol”, destaca.
“Hay algunas ciudades, como Madrid, en la que el alcalde se presenta a las elecciones con el compromiso de eliminar zonas de bajas emisiones. Pero hay otra regiones en las que partidos conservadores tienen apuestas ambientales importantes. Y luego hay partidos en la izquierda más absoluta que son los mayores opositores a cualquier desarrollo de renovables que haya en el territorio por un conservadurismo extremo de naturaleza, paisaje...”, continúa el experto en energía.
En lo que coinciden los tres especialistas, retomando las palabras de Alejandro Sánchez, es en que la urgencia climática no puede eliminarse ya de ningún plan político y lo demás son intereses o estrategias de juego. La trascendencia del drama ambiental y las medidas que se determinan para frenar su impacto escalan posiciones en la agenda de actualidad y eso es algo innegable.
“Si algo estamos viendo los periodistas ambientales es que en estos últimos tiempos este tipo de información está tomando relevancia. Es muy importante que se destaque precisamente ese interés medioambiental y en lo que va a pasar en bosques como la Amazonia. Y no solo en el tema de Lula, en nuestro país ya no hay información del tiempo que no te hable del cambio climático. Pero hemos tenido que llegar al punto de sufrir impactos brutales: las previsiones, por ejemplo, dicen que este lunes va a haber 20º más en el Ártico de temperatura sobre la media, que en la Antártida las plataformas se están rompiendo, que los bosques se están secando, la producción agrícola ha caído porque no llueve…”, manifiesta Tristán.
Con ella coincide Alejandro Sánchez que cree que, tras el sofocante verano y el cálido mes de octubre que hemos vivido, el cambio climático ha pasado de ser una cosa de la que sólo se hablaba “cuando tocaba la conferencia internacional correspondiente”. “Creo que ahora tiene una importancia muy superior o se le está reconociendo la importancia que tiene y que exige el momento. Por eso, el mundo ha reaccionado de una manera tan favorable a la victoria de Lula porque Brasil es clave en esta lucha contra el cambio climático”, explica.
¿Es el mejor momento de la COP27?
Esta semana, la ciudad egipcia de Sharm El Sheikh acogerá la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022, la COP27. Con la tragedia medioambiental sobrevolando cada aspecto de nuestras vidas, con los colectivos ecologistas en pie de guerra y la puesta en valor de planes medioambientales, a pesar del batacazo del año pasado, la situación parece propicia y las perspectivas sobre este nuevo encuentro mundial están altas entre los profanos en la materia. Pero los expertos no tienen esa percepción, ni mucho menos.
“Si echo la vista atrás, cincuenta años atrás, veo que no hemos avanzado prácticamente nada. Ahora, encima, vivimos en un contexto internacional de división tremenda. La guerra de Ucrania, la postura de Rusia y de China, y de Estados Unidos, no favorece que se pueda llegar a acuerdos globales como requiere el reto del cambio climático. Ya hemos sobrepasado el limite del Acuerdo de París en muchas zonas del planeta y todos los planes de recorte de emisiones, si se llevan a acabo, se subiría más… Por un lado parece que se está quedando obsoleto el Acuerdo de París y, por otro lado, un contexto internacional de división no parece el entorno ni el ambiente más propicio para alcanzar acuerdos importantes. De hecho, India ha dicho que hasta 2070 no se plantea reducir emisiones en un porcentaje significativo”, explica su pesimismo la periodista medioambiental.
El diputado de Madrid también se lamenta de lo despacio que avanzan las cosas “porque como todo tiene que ser por unanimidad, todo es muy lento y los acuerdos nunca son obligatorios”. Aunque sí que cree que la presión social es más grande, que hay una sensación de emergencia que antes no existía, que el mundo desarrollado está viviendo en sus propias carnes los efectos del cambio climático y “todo esto puede conducir a algo más definitivo”.
“Ojalá se avanzara algo en un tema que es muy importante y siempre se ha dejado de lado que es la compensación de los que sufren daños y pérdidas por el cambio climático de alguna forma porque no son los culpables mayores y les está pasando factura en sus economías. Ese fondo de daños y pérdidas lleva parado desde 2012 y sigue empantanado”, reclama Rosa Tristán.
“Se dice que esta COP va a ser una conferencia de transición en la que no va a pasar casi nada”, confirma pesimista también el investigador. “Aunque siempre nos pueden dar una sorpresa. Yo una de las mejores cosas que espero son los fondos que nunca acaban de llegar para los países en vías de desarrollo. Por ejemplo, desde la Unión Europea, que aunque no es suficiente lo que estamos haciendo estamos entre los mejores de la clase, pero que Europa deje de consumir carbón o reduzca al máximo su dependencia del petroleo y el gas no sirve de nada si los millones de habitantes de África siguen dependiendo de combustibles fósiles o, peor, de excrementos de animales para cocinar o quemando lo primera que encuentran. Todo eso, además del calentamiento global supone una contaminación atmosférica local tremenda. Si queremos que no hagan eso y les reconocemos el derecho a tener luz y agua corriente, etcétera, necesitan mucho desarrollo en renovable. Y aquí algunas de las renovables son la clave”.