'Las series y la vida', con Samantha Hudson y Eduardo Rubiño
Así fue el primer programa del verano de 'Y tú qué miras'.
Esta semana estrenamos en la Cadena SER una nueva temporada de Y tú qué miras, el programa que cada verano repasa el mundo audiovisual.
Es imposible resumir lo que sucede en todas las pantallas, pero me gusta intentarlo. Arrancamos con un capítulo especial, Las series y la vida —que se puede escuchar aquí—, porque estoy segura de que sin las narraciones de ficción ya no podríamos explicar el mundo. Costaría mucho condensar lo que sucede en todas partes, hacerlo llegar a todos los lugares. Somos más sabios después de ver una buena serie que nos interpela, que nos atañe, que nos cuenta. Sabemos más cosas después, podemos pensar mejor, reírnos mejor. Podemos emocionarnos, conmovernos, sentirnos parte. Podemos conversar e imaginar otras realidades y empatizar con ellas. Yo brindo por todos los guionistas, showrunners, productores y actores patrios cada vez que acabo de ver una serie gozosa.
Como estamos en la semana del Orgullo, senté en el estudio a dos invitados perfectos, que son una voz excepcional y tienen una mirada distinta: Eduardo Rubiño, presidente del Grupo Parlamentario de Más Madrid en la Asamblea de Madrid y un férreo y rotundo defensor de los derechos LGTBI+, y Samantha Hudson, artista, disidente de género, icono queer, referente de la Generación Z, multidisciplinar, estrambótica y travesti popstar.
Se conocen, se respetan, saben de sus trabajos mutuos y se admiran, así que la conversación con ellos fue gratísima, que por otra parte es como van a ser todas las charlas en este programa. El que espere cosas agrias, que nos abandone. Con ellos repasamos las ficciones que este año han abordado las turbulencias adolescentes y el complejo mundo LGTBI+. Los dos están contentos con el momento actual. Hudson, para quien este ha sido un gran año en lo audiovisual —con el estreno de Una Navidad con Samantha Hudson, su aparición en Cachitos en el homenaje a Rafaella Carrá, su presencia en Master Chef, el estreno de sus sonados videoclips y ese recorrido por diferentes programas de todo tipo—, tiene un punto de vista interesante: ¿es el audiovisual el que se empeña en reflejar la vida LGTBI+ o es esa vida tan arrolladora la que obliga a que lo audiovisual la refleje sí o sí?
Rubiño, hace unos días, lanzó esta maravilla en la Asamblea para combatir la homofobia presunta y no presunta de algunos diputados de la derecha. Utilizó para eso, una de las series del año, Heartstopper (de las más vistas en Netflix):
Rubiño les dijo esto:
“Ustedes nunca van a entender por qué ocurre que estrenan una serie como esta y el comentario que más se repite entre muchas personas LGTB+ es “¡Qué pena que yo no pude vivir una adolescencia como la que refleja esta serie! ¿Qué paso en mi adolescencia y en mi infancia como para que me robaran algo tan sencillo como lo que está reflejado?”.
Con él y con Samantha hablamos de otras series que estos últimos años han abordado conflictos, sentimientos, diatribas, realidades del colectivo... Porque este ha sido un año definitivo en la ficción, lleno de contenido trans, gay, no binario, queer, con historias más ambiciosas, algunas más amables, otras más ásperas. Con algo audiovisual muy interesante: el paso al entretenimiento, con programas como Drug Race o Una navidad con Samantha Hudson, los dos, por cierto, en una cadena generalista como Atresplayer.
Rubiño tiene una serie de referencia: Queer as folk. Su responsable es, por cierto, Russel Davies, el mismo que el de It’s a sin (HBO), una conmovedora ficción británica de hace un par de años que cuenta los duros años del comienzo del Sida en los 80, a través de una historia impagable de amistad.
A los dos invitados les gustó esta serie. Samantha pensó al principio al verla que quizá estaba manido el discurso (la criminalización del colectivo gay en esa epidemia). “Pero visto lo que pasó hace solo unas semanas con lo de la viruela del mono, dije, pues me tuve que dar un punto en la boca. Nunca sabes cuando vas a volver hacia atrás”.
Recibimos también a Bob Pop, que creó Maricón Perdido, esa serie donde se narraba a sí mismo y que tanto a Samantha como a Eduardo encantó.
- “Qué bonita”, dijo ella con ternura. “Me la tragué en tres noches”.
- “Yo quedaba con una amiga para verla”, contó Eduardo.
- “Yo la ví con mi hija adolescente”, apunté.
- “¿Veis? Eso es lo mejor de este colectivo, que somos superamorosas”, concluyó Bob.
Con él —a quien la serie le ha dado multitud de premios y que cree que “llegó en un buen momento, mientras luchábamos contra la nostalgia y con la auto ficción funcionando bien”— hablamos de la necesidad de referentes en el audiovisual. Además, nos contó una historia divertida y tremenda.
“Mi primer marica televisivo fue el hijo de Dinastía, ese chico rubio, guapo, ario y multimillonario al que, pese a todo, le iba fatal: le mataban a los novios, le insultaban, le maltrataban… y yo, que era un niño gordo, de familia obrera, de un barrio, marica perdido, pensé: “Si a este, con todo a favor, le sale mal todo, qué no me espera a mi”.
Nos reímos, claro.
Este año ha sido también el de La edad de la ira (Atresplayer), del libro de Nando López, el de Ser o no ser (RTVEplay), el de Hacks (HBO) —donde la bisexualidad se presenta con total normalidad sin que sea el asunto parte de la trama—, el de Love, Victor —esa dulcísima serie de Disney—, el de Euphoria (HBO)… Hace años estuvo Transparent (Prime Video). Y cada una, como decía Bob, llega de un lugar distinto y responde a una mirada distinta, que es lo genial y lo más destacable de este asunto.
“Tenemos derecho a los finales felices”, apuntó Eduardo sobre la variedad de enfoques, sobre la llegada de series que acaban bien, que no son oscuras, que plantean asuntos de diversidad sexual divertidos, claros y luminosos.
Y a esas frases cansinas que llegan en forma de reproche: “Vaya, otra serie de maricas, otra marica haciendo cosas”. Y que según Samantha dicen “los rancios, hombres heteros enfadados, desde el mainstream”. Esta artista les respondió con una perorata soberbia que recomiendo que escuchéis en el podcast o en YouTube. Aquí va un pequeño resumen: “Incluso lo llaman moda o tendencia, cuando la moda de verdad es la de los tíos rancios y misóginos que llevan haciendo lo mismo toda la vida. Pero nunca hay esa crítica hacia la enésima historia hetero, siempre y cuando favorezca lo establecido”.
El repaso lo acabamos escuchando el nuevo estreno de Samantha, su videoclip Perra, que os recomiendo que veáis entero aquí. Puro divertimento.
Este año ha sido también el de ficciones intimistas, que han hablado del amor y el desamor (El tiempo que te doy, de Nadia de Santiago, en Netflix), del duelo (Días mejores, de Cristobal Garrido y Adolfo Valor, en Prime Video) o del abuso en manada (Alba, en Atresmedia). Y en el programa hablamos con Elena Rivera, que en la serie interpreta a una joven a la que violan en grupo una noche, estando inconsciente. Estos asuntos, el abuso, el consentimiento, la violación, el acoso, la violencia contra las mujeres desde todos los ángulos, lo hemos visto también en otros formatos audiovisuales: el corto Suelta, de Javier Pereira, la película Cruda, protagonizada por Manuela Vellés, la película Una joven prometedora, que debió ganar el Óscar, o la serie Podría Destruirte. Todas son buenas ficciones y lamentablemente pertinentes.
Hace apenas unas semanas se estrenó en Netflix la serie Intimidad, y en pocos días se colocó entre las más vistas. La ficción de Laura Sarmiento es novedosa, está bien escrita y bien interpretada, y habla de algo que no habíamos visto aún en nuestra ficción: cómo la vida se te puede volver del revés si se filtra un video intimo a través de las redes.
Y pese a que no es una ficción, en el programa recuperé la docuserie Nevenka, de Ana Pastor y Maribel Sánchez Maroto, para Netflix, que nunca me cansaré de recomendar al grito y al hashtag de #graciasnevenka. En Netflix.
Llegarán en todos los programas durante todo el verano. En todos los formatos: libros, canciones, series, espacios, momentos, personajes…
Vamos con las del primer programa:
Samantha recomendó el documental, excepcional, Disclosure, ser trans más allá de la pantalla, en Netflix. Rubiño, la serie Pose, en HBO, “que habla de la importancia de la familia elegida”.
Y yo traigo dos libros y una frase.
Los libros son de hace tiempo, pero igual de perfectos que si fueran de ayer para saber más sobre las ficciones y la vida, sobre cómo se construyen, sobre sus entresijos: La cultura de las series, de Concepción Cascajosa, publicado en Laertes, y Hombres fuera de serie, de Brett Martin, en Ariel .
Y la frase: “Ya sabemos cómo acaba la cosa. Morirás como morirán todos a los que amas. El remedio contra este horror es la narrativa: nuestras mentes logran distraernos de la terrible realidad llenando nuestras vidas de objetivos esperanzadores y alentándonos por luchar para alcanzarlos”, Will Storr en La ciencia de contar historias, de Capitan Swing.
Y aquí, la playlist del programa.