Las prostitución como inversión: la nueva campaña del gobierno
Ya era hora de que una campaña contra la explotación sexual de las mujeres no se dirigiera a las víctimas sino a quienes abusan y comercian con sus cuerpos. La mayoría de mensajes contra la violencia de género y la trata suelen poner erróneamente el foco en ellas. Unos convirtiéndolas en responsables: "Que no exploten tus sueños", "Rompe el silencio". Otros invisibilizando por completo a los culpables: "Cualquier mujer de tu familia puede ser víctima". Así, por arte de magia o como si le tocara la lotería. Y algunos incluso interpelando a posibles testigos para que la denuncien: "Si la ignoras la favoreces", "El silencio nos hace cómplices". Ojalá sirviera de algo acudir a la comisaría. "Señor policía, que las calles están llenas de mujeres esclavizadas". "Ya, ¿y...?". De nada sirve contarles algo que ya saben, que el propio gobierno sabe, y es el primero en ignorar.
En esta ocasión, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ¡por fin! se ha liado la manta a la cabeza y ha decidido lanzar un mensaje a todos los hombres que explotan, qué digo explotan... ¡Invierten! en el sufrimiento de las mujeres. ¿Habéis notado un pitido agudo en el oído, verdad? Yo también. Porque ese es, ni más ni menos, el slogan que han elegido para dirigirse a ellos: "No inviertas en sufrimiento". Nada de "no hagas sufrir a las mujeres" o "no abuses de su cuerpo", a ver si se van a dar cuenta de que están haciendo algo mal y se nos van a disgustar. Para que ellos, los explotadores, no se sientan ofendidos y nadie pueda pensar que son malas personas les han retratado a todos muy maqueaditos (un joven guapo y rubio, un deportista cañón y un ejecutivo trajeado) y les sugieren que tengan cuidado con su dinero, a ver si a final de mes van a ver perjudicado su patrimonio. Ellos son personas honorables que merecen un respeto, y nosotras somos... ¿Empresas? ¿Productos? ¿Acciones?
Entendemos que para dirigirse a un determinado target haya que hablar su propio lenguaje, pero para solucionar un problema ¿es necesario empeorar otro? y ¿por qué siempre nos toca palmar a las mismas? Al Gobierno, y sobre todo a un equipo de personas expertas en género, no se le puede pasar este detalle por alto. Bastante tenemos ya las mujeres con ser representadas diariamente como objetos como para reforzarlo con una campaña que debería perseguir todo lo contrario: dignificar a las mujeres para que dejen de ser mercancías de consumo.
Pero la cosa no se queda ahí, al final del vídeo el Ministerio se quita la manta de la cabeza, recula y vuelve a aplicar la vieja fórmula "no eres tú, son ellas" cerrando con un clamoroso: "Ayúdalas a salir". Bravo. Plas, plas, plas. No es que no seas un explotador, ¡es que eres el salvador! ¿No estaban libres Richard Gere y Julia Roberts para protagonizar el anuncio? Con ellos habríamos entendido todo a la perfección, sin necesidad de textos ni nada. Si el recurso de la inversión ya era inadecuado, este es mucho peor.
No nos cabe duda de que la intención de la campaña era buena e incluso aceptable... si se le hubiese ocurrido a un grupo de adolescentes. Pero para un gabinete de comunicación el resultado es desacertado y frustrante. La estrategia de referirse a las mujeres como algo inerte e inhumano para lograr que los hombres se pongan en su piel no es la mejor elección: no se puede empatizar con un objeto. Para considerar a las mujeres como seres respetables hay que dejar de representarlas como cuerpos, como seres inferiores o como víctimas a las que ayudar con migajas condescendientes. Necesitamos más campañas que señalen a los verdaderos culpables del problema y que les hagan pasar -¿por qué no?- un poquito de vergüenza. A los puteros sí, pero también a quienes controlan las mafias, a la publicidad y a los medios que cosifican a las mujeres e incluso al propio gobierno, que con sus leyes (o falta de ellas) tiene gran parte de responsabilidad en que la prostitución siga existiendo.
También necesitamos más mensajes que se refieran a nosotras como personas humanas, dignas, fuertes. No somos objetos. Dejen de representarnos así y, sobre todo, dejen de comerciar con nuestro cuerpo.