Las mujeres estamos aquí
"Mee too" para visibilizar los abusos sexuales hacia las mujeres, "Time's up" para acabar con el abuso de poder masculino en Hollywood, abanicos rojos en la gala de los Goya para visibilizar a las mujeres en la industria del cine y símbolos de Google Maps para reclamar la presencia de las mujeres artistas en la feria de arte contemporáneo ARCO. Esto ya no tiene marcha atrás. Las mujeres caminamos juntas, nos organizamos, nos apoyamos y nos alzamos. Da igual si lo hacemos con abanicos rojos, vestidos negros o con signos de geolocalización. Da igual si nos referimos a la cultura, la ciencia o los cuidados familiares. Todo forma parte de lo mismo: las mujeres reclamamos nuestro lugar, que no es más allá ni tampoco por debajo, es aquí y ahora, al lado de los hombres en igualdad.
Este año ha sido, con diferencia, el que más he disfrutado ARCO. En lugar de deambular por sus pasillos de un pabellón a otro sintiéndome desorientada, mis pasos y los de medio centenar de mujeres tenían una dirección concreta: estar presentes, situarnos en el mapa. Año tras año hemos comprobado con estupor cómo las cifras dejaban enormes huecos en sus paredes: los de las mujeres artistas que no estaban allí, precisamente por ser mujeres. Ni una sola nota de prensa. Cero polémicas al respecto."Las galerías no pueden permitirse tener mujeres artistas porque su arte se vende más barato, no les sale rentable" declaraba una reconocida artista española, de las pocas que sí expone en la feria. Según la Universidad de Luxemburgo, el arte femenino se vende un 47% más barato que el masculino. "Hay que irse fuera de España para que te valoren" relataba esta artista. Irse para poder estar suena a chirigota de carnaval.
Este año un grupo de unas 60 mujeres artistas, de distintos ámbitos y colectivos nos colocamos un signo de geolocalización gigante en la cabeza para visitar la feria, con un poco de suerte alguien nos dedicaría una mirada. Juntas desfilamos por el pasillo central del pabellón 7 buscando los nombres de nuestras compañeras entre las cartelas de las obras expuestas. "¿Por qué no hay ninguna mujer artista en su stand?". "Tuvimos en el pasado, pero este año hemos elegido a un hombre". "En esta ocasión no exponemos el trabajo de ninguna mujer, pero aquí en nuestro folleto aparecen unos nombres...". A algunas personas lo de llevar un símbolo rojo en la cabeza les parece muy ridículo. A nosotras lo que nos resulta más absurdo es que el circuito nos ignore, por eso avanzábamos con la cabeza bien alta.
Si la historia del arte, las galerías o los museos nos invisibilizan, no es porque tengamos menos capacidades artísticas sino porque éste, como muchos otros ámbitos, continúa siendo un mundo profundamente masculino. Las mujeres conforman el 60% de estudiantes de Artes y Humanidades, sin embargo, tan sólo el 13,7% de las obras que se exponen en galerías tienen firma femenina. El Museo del Prado expone alrededor de 1.100 obras cada año, de éstas, sólo entre cinco y siete pertenecen a mujeres. En sus 200 años de historia sólo ha realizado una exposición individual a una artista mujer, Clara Peeters, hace apenas un año. El porcentaje de exposiciones individuales que el MoMA, el Whitney, el Guggenheim, el MOCA de Los Ángeles, y el LACMA dedican a las mujeres se sitúa por debajo de un 20%. En la pasada edición de ARCO, tan sólo cinco de cada cien artistas eran mujeres españolas. No son suposiciones, son cifras.
El mismo director de la feria, Carlos Urroz, tampoco nos miró. O nos vio, pero nos ignoró, ya que no demostró el más mínimo interés en hablar con las decenas de mujeres que llenamos sus pasillos. Quizás fuera porque no estábamos invitadas o porque nuestra crítica no estaba en venta... y en Arco, ya se sabe, la rentabilidad es lo único que cuenta. La marcha de las mujeres artistas con signos de geolocalización era algo que estaba sucediendo allí en su feria, una manifestación cultural en toda regla. La subdirectora, Maribel López, asegura que "como institución no pueden luchar contra esta injusticia". Escucharnos habría sido un paso. Apoyar la presencia de las mujeres artistas bonificando a las galerías que muestren producción artística femenina con parte de la financiación pública que recibe cada año ARCO, podría ser otro para el próximo año.
Mucho se ha hablado estos días sobre censura y paredes vacías. Una sociedad justa no debería ahogar nunca la libertad de expresión sino favorecer la diversidad de voces. En el mundo del arte la voz de las mujeres no está, y ese sí que es un hueco enorme que hay que llenar.