Las mayores
¿Hasta dónde llega la madurez de las mujeres?
Cinco grandes mujeres acaban de publicar: Imbatibles. La edad de las mujeres, un libro “contra los prejuicios, coerciones y temores que sufren las mujeres después de los 45 años”. Esta publicación proclama la urgencia de que las mujeres impugnen la asociación entre edad y derrota, entre madurez y pérdida, entre experiencia y deterioro, las convocan a que hagan las paces con su cuerpo, asuman su fortaleza y sus irrestrictas posibilidades.
Ahora está en auge hablar de la madurez de las mujeres, algo lógico dada la longevidad de la vida, pero me pregunto: ¿hasta dónde llega la madurez de las mujeres? Para las autoras de este libro comienza con la menopausia, más o menos, a los 45 años, ¿pero hasta cuándo llega? ¿La madurez y la mayoridad son lo mismo? Parecen demasiados años de diferencia.
Rosa Montero, en una reciente entrevista, da la respuesta certera: “Lo que juega en nuestra contra es el sexismo y no la edad. Lo que está dando visibilidad a las mujeres de edad es la deconstrucción del sexismo, no el combate contra el edadismo. Esto tiene más que ver con la lucha por la igualdad que con la reivindicación de las personas mayores por seguir estando presentes en la sociedad. Las mujeres afrontamos un doble reto: a la desigualdad de género que hemos padecido, y seguimos padeciendo, se añade el prejuicio con que se continua mirando a las personas mayores en nuestra sociedad”, pero es, sin duda, el sexismo el que más nos ha marcado.
Cuando nacemos, a las niñas se nos viste de rosa, pero a un niño jamás se le pone ese color, porque podría ser “ambiguo”; nos agujerean las orejas, nos ponen lazos y flores y nos regalan muñecas, cocinitas y esas cosas que tienen que ver con lo doméstico que parece nuestro natural destino.
Llegamos a la adolescencia y nos enseñan a ser recatadas, nos educan frente a los peligros de la vida y los daños que puedan provocar los hombres, porque ellos son así también por naturaleza; nosotras tenemos que aprender a no provocar ni a ponernos en situación de peligro.
En la juventud, acentúan la educación del agrado, tenemos que estar esplendorosas para tener éxito y que nos elija un buen hombre; nos emocionan con lo del amor romántico y cuando encuentras al príncipe azul que te quiere mucho, te controla, de tanto como te quiere. Y si rompes la relación, que haya suerte y no te pase nada.
Estudiamos, las que podemos, somos mejores alumnas y mayoría en la universidad, excepto en las carreras steam: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, porque, como ha escrito la catedrática de Química Inorgánica Adela Muñoz: “El sesgo de los algoritmos y la inhibición de las niñas a la hora de escoger las carreras de ciencias puede retrasar la llegada de la igualdad real al apasionante mundo de la ciencia y la tecnología. Hoy más que nunca se necesita un conocimiento científico femenino para contrarrestar el machismo de los algoritmos” y evitar el patriarcado tecnológico.
Formamos una familia, tenemos un empleo y doble trabajo, dentro y fuera de casa; eso de que las amas de casa no trabajan es otro cuento chino, y podemos hacerlo, las que pueden, porque hay otras mujeres que ayudan, y, sobre todo, los abuelos y abuelas, que son los que están permitiendo la vida de las mujeres empleadas con hijos; cada vez hay mayor corresponsabilidad de los padres, pero las que parimos somos nosotras, las que somos “bombardeadas” con la lactancia materna también y las que tenemos “complejo de culpa” siempre.
Y llegamos a la madurez y tenemos que “derribar el muro de silencio, anonimato e invisibilidad que levanta la edad” (Imbatibles). “Y después de la jubilación nuestro deseo suele ser seguir, mantenernos en un estilo de vida que suponga una continuidad respecto al ritmo anterior, incorporando actividades y experiencias que estaban ahí esperando”, escribe Anna Freixas. Y ahora leemos que “las (nuevas) jefas tienen 70 años”, “y es cierto que la invisibilidad, en el mejor de los casos, y el desdén hiriente, en el peor, han acompañado, y constreñido, a mujeres mayores desde tiempos atávicos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte alguna costura se está rasgando, al menos por la parte alta de la tabla” (Nuria Marrón). Nancy Pelosi, RBG, Edna O’Brien, Margaret Atwood, Meryl Streep. En España: Maruja Torres, Rosa Montero, Isabel Celaá, Rosa María Mateo, Cristina Narbona... Carmen Alborch, que murió con 70 años, escribió Los placeres de la edad y fue “la alegría de vivir”. Sí, cada día somos más imbatibles “las jóvenes mayores”.
Este artículo se publicó originalmente en el Diario de Sevilla.