Las hijas de sangre de Octavia E. Butler: cuando la ciencia ficción habla con voz de mujer afroamericana
Su condición de mujer y afroamericana le llevaría a ser de las pocas escritoras en ciencia ficción.
La lectura de Hija de sangre y otros relatos, de Octavia E. Butler (que acaba de publicar en español Consonni) provoca, al terminar la última página, una sensación intensa de haber sido capaz de imaginar espacios increíbles y figuras extrañas, nacidas de las palabras de la autora. Tal y como hace el último de los relatos, El libro de Martha, cuando una acaba de leer a Butler tiene la impresión de haber ido dibujando lugares y personajes a medida que lo abstracto de la palabra se transformaba en riquísimas imágenes de lo leído. Esa es una de las cosas mágicas que aporta Butler, pionera del afrofuturismo. Hija de sangre y otros relatos es una colección de siete cuentos especulativos y dos ensayos sobre escritura, publicados en los años setenta y noventa, que fue incluida en su día en la lista anual de destacados del New York Times. Cada relato viene acompañado de un epílogo en el que la autora explica el sentido del mismo y la motivación que le ha llevado a escribirlo.
Por supuesto, más allá de lo que Butler sugiere, lo cierto es que esta lectura nos permite un viaje personal y único a los lugares que ella recrea y que son interpretados siempre de una manera distinta, tantas como lectoras haya. Y es que la imaginación distópica de Butler nos desafía a pensar nuestro presente y nuestra realidad a través de mundos lejanos e imposibles; sus relatos abordan cuestiones como la raza, la familia, la sexualidad, la violencia… pero también la idea misma de la creación artística, el proceso de imaginar un relato y su consecución final como texto.
Butler recibía, por Hija de sangre, el Premio Hugo, el Premio Nebula y el Premio Locus entre 1984 y 1985. Este primer relato que abre la colección nos sumerge en la historia de convivencia entre una raza extraterrestre parecida a un insecto y una colonia de humanos cuyos cuerpos sirven a los alienígenas para implantar sus huevos. Lo particular es que, además, son los varones los que se quedan embarazados y asumen la paternidad y los riesgos del parto.
De entre los demás relatos que conforman la publicación, muchos son relecturas de la historia personal de Butler, de su infancia o su relación familiar. Me ha resultado especialmente sugerente el ensayo Obsesión positiva, donde la autora cuenta cuando era niña y su madre le traía libros que encontraba en la calle, fueran del tipo que fueran. En una conversación con su tía, le cuenta que ella de mayor quiere ser escritora. “Puedes escribir cuando quieras. Es una bonita afición. Pero vas a tener que ganarte la vida”, replica la tía. Butler, tozuda, insiste en que ser escritora era la profesión que quería ser; “Nena…los negros no pueden ser escritores”, le responden. “Cuando no sabía de lo que estaba hablando era cuando más terca me ponía. En mis trece años de vida no había leído una sola palabra impresa que, por lo que yo supiera, hubiera sido escrita por una persona negra”. Butler no se equivocaba, su condición de mujer y afroamericana le llevaría a ser de las pocas escritoras en ciencia ficción, género no muy dado a destacar por la presencia de mujeres. De hecho, en 1995 se convertía en la primera autora de ciencia ficción en recibir una Beca MacArthur.
Este género literario le dio un espacio de creación a Butler que superaba los límites que se encontraba en su propia realidad. Afirmaba que le era imposible identificarse con los personajes de los libros que leía porque en ellos apenas había personajes negros o si aparecían tenían una presencia secundaria o inútil. Las historias de Butler buscan, precisamente, otros mundos posibles donde ella sí estuviera reflejada.
En Hija de sangre y otros relatos nos sumergimos en una lectura metafórica y cargada de imágenes provocadoras que, sin embargo, hablan de problemáticas muy cercanas y de nuestro presente, sin olvidar la clase social, la raza, la condición de las mujeres o la religión. Butler sitúa, en todos sus relatos, la perspectiva afrocéntrica como eje desde el que pensar el texto y narrar a sus personajes, y es que en medio de esa segunda ola del feminismo norteamericano en los años 60 y 70, Butler ahonda en la condición particular que tiene, además, ser afroamericana. Su lectura es, pues, un delicioso manjar de imágenes, metáforas y personificaciones míticas en la ficción, pero también una reivindicación muy traída al presente de repensar lo que leemos cuando la autora es mujer, es negra y, como es el caso, se convierte en pionera de un género donde, de por sí, las mujeres eran la excepción.