Las empresas ante el reto de consolidar sus valores éticos en la era post COVID-19
Vivimos tiempos que requieren compromisos reales y cotidianos para actuar desde los valores de la cooperación, el bienestar compartido y la visión de conjunto. Nos encontramos de lleno en la era de la incertidumbre, nos sentimos más vulnerables, más humanos y más interdependientes. La situación de emergencia que vive la sociedad frente a la actual pandemia requiere, más que nunca, una mirada puesta en la ética, ya que los valores generan una cohesión social desde la que determinadas conductas se ven como algo aceptable o no. ¿Qué sociedad queremos? ¿Cómo nos planteamos una nueva normalidad sin olvidarnos de las experiencias vividas en los últimos meses? ¿Cuál será nuestra aportación para potenciar el bienestar de las personas y el planeta tras esta pandemia?
Frente a la COVID-19 es necesario revisar y recuperar los fundamentos éticos que nos sustentan y nos unen. Revisar y actualizar los valores es clave para una regeneración social con propósito, que puede ser impulsada por el movimiento coordinado de una ética empresarial vigorosa y creíble, con la Agenda 2030 y las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como marco de actuación. En el contexto actual estos desafíos son más que urgentes. Y las empresas son llamadas a asumir una posición cada vez más activa en la esfera pública y política.
En ese sentido, si se analiza el papel desempeñado por el sector privado en las últimas semanas, desde que comenzó la pandemia, se identifican las bases para construir una sociedad más resiliente. En el estudio Ética empresarial y Agenda 2030 en tiempos de COVID-19, elaborado por CANVAS Estrategias Sostenibles en colaboración con la socióloga y politóloga Cristina Monge, se han identificado más de 650 iniciativas empresariales vinculadas a la COVID-19 impulsadas por grandes empresas: donaciones, adaptación de la actividad o reajuste de servicios. El estudio revela que un 41% de las iniciativas se han enfocado mayoritariamente en el conjunto de la sociedad, manifestando la fuerza de la empresa en acción frente a situaciones urgentes, y cómo puede articularse si existe la decisión y convencimiento. Esa capacidad de respuesta empresarial y su implicación con la crisis demuestran que han entendido que forman parte de la sociedad, y que la interdependencia es real.
La respuesta del ecosistema empresarial con soluciones éticas, solidarias y colaborativas para paliar los efectos negativos del coronavirus ha sido significativa, pero lo realmente importante será que los aprendizajes adquiridos en este periodo trasciendan la crisis y se integren en la realidad de las organizaciones para diseñar un mayor compromiso con la sociedad. Las empresas necesitan desplegar valores, actitudes, acciones y políticas que les permitan volver a conciliar el progreso con la sostenibilidad de su actividad, e impulsar un liderazgo corporativo ético, como un todo coherente, con el propósito como guía que permite tener un impacto positivo.
Ahora es el momento de consolidar ese clima ético generado y que los valores de compromiso, solidaridad y cooperación que han emergido se anclen en el día a día de las organizaciones, consolidando una economía con propósito, con modelos de producción más éticos y humanos, con alianzas fuertes entre las diferentes fuerzas sociales.
La era post COVID pondrá a prueba el compromiso ético mostrado por las empresas durante la pandemia. Aquellas empresas que sepan responder de forma responsable a las expectativas y necesidades de la sociedad y consolidar los valores emergentes en estos momentos serán más coherentes entre sus grupos de interés, lo que les dotará de confianza y legitimidad.
Por ello, es necesario revisar y actualizar el concepto de la ética corporativa y reorientar el modelo económico hacia los desafíos de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. El resultado no solo permitirá contar con empresas más resilientes, mejor preparadas y capaces de reponerse con mayor agilidad ante futuras crisis, sino que también propiciará una sociedad más inclusiva, con el valor puesto en las personas y en la sostenibilidad de la vida.