Las dos cosas que Rocky no sabía sobre el ejercicio físico
Si buceáramos en la historia cinematográfica de la actividad físico-deportiva, seguramente aparecería la película Rocky como una de las primeras en las que el entrenamiento, en sí mismo, tenía un papel protagonista. Sin embargo, en aquellos años setenta la imagen que se mostraba del ejercicio tal vez no resultaba del todo apetecible para la gran mayoría de la población: un aspirante a boxeador residente en un suburbio de Filadelfia, que acudía a un gimnasio desvencijado y cuya pauta de ejercicio, en la que el sufrimiento no era metafórico sino más bien inevitable, estaba destinada a conseguir fortaleza física. Cuanta más, mejor.
Tuvo que cambiar la década para que surgiera una versión alternativa del entrenamiento. Y posiblemente habría que mencionar a Jane Fonda, evangelizadora del Aerobic, quien difundió la primera pauta de actividad física que enamoró a millones de personas en todo el mundo. Pese a que el libro Aerobics es de Kenneth Cooper y data de 1968, no sería hasta los años ochenta cuando Jane Fonda popularizaría el concepto, relacionando la actividad física con la estética. Del sudoroso Rocky a la impecable Fonda habían pasado unos cuantos años.
Sin embargo, tendría que cambiar el siglo para que comprendiéramos que la aportación más importante del ejercicio a nuestras vidas no es ni la fortaleza ni la estética, sino la salud. Y el agente que está impulsando esa nueva mentalidad no es ni el cine ni una celebrity, sino la ciencia. En concreto, hay dos cosas que hoy sabemos sobre la actividad física que seguramente Rocky no sabía, pero que resultan imprescindibles en nuestra vida cotidiana.
1. El ejercicio es vida. Una actividad física de tan solo quince minutos al día reduce un 14% el riesgo de morir por cualquier causa y aumenta en tres años la esperanza de vida1.
2. El sedentarismo mata. Las personas que permanecen sentadas 10 horas al día presentan un riesgo de mortalidad un 34% mayor, incluso teniendo en cuenta su actividad física2. Si tenemos en cuenta que pasamos trabajando ocho horas diarias y que la media de visionado de televisión en España está en torno a las cuatro al día, se ve claro que es sencillo llegar a esa cifra.
Probablemente el entrenamiento de Rocky era óptimo para conseguir su objetivo, que era la fortaleza física. Y posiblemente el de Jane Fonda también lo era para lograr una silueta lo más perfecta posible. Sin embargo, el enfoque actual es válido para cualquier persona, pues la aspiración de vivir más y mejor es universal. Y para lograrlo no es necesario correr por toda Filadelfia acabando en las famosas escaleras del Museo de Arte. Solamente hacer quince minutos de ejercicio físico al día. Y levantarse de la silla más a menudo.
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