Las claves de la semana: Madrid también tiene un don Vito
Corrupción, poder, venganza, amor, ambición, traición, dinero, muerte... Un clásico entre los clásicos. Si Coppola hubiera conocido las cloacas del PP madrileño, el reparto de El Padrino hubiera sido distinto. Madrid también tiene un don Vito o quizá varios..., aunque nadie se atreva a cambiar los apodos por los nombres y, como dice Pablo Echenique, anden metiendo sangrientas cabezas de caballo entre las sábanas.
La violenta y cruenta guerra entre familias populares y en la que chapotean también empresarios y policías da para mucho. Dossieres, espías, amenazas, mensajes, chantajes, videos, grabaciaciones, extorsiones... Ahora que el salto se ha dado hacia lo gangsteril y la conspiración de los albañales, prepárense para ver, escuchar o leer lo nunca visto, oído y escrito.
¡Y aún dice el PP que el peligro es que gobierne la izquierda! Si entre ellos así se tratan, qué no harán con los adversarios. Algunos ejemplos ya vimos con la policía política que fabricaba dossiers falsos contras los adversarios políticos. Aquello, con lo que sabemos hoy, debió ser sólo la punta del iceberg.
Hay un periodismo, además, que respira ya el mismo aire tóxico que políticos, comisarios y empresarios. Y esto no va de que las noticias no tengan que ser noticia, sino de cuándo, cómo y por qué lo son, y cómo se presentan. Una captura viene a ilustrar lo mismo que un vídeo y, sobre todo, demuestra que el hecho es cierto, que nadie podrá negar lo publicado y que el comportamiento fue reprobable igual.
Pero había que ir más allá y usar la crueldad hasta la humillación para precipitar la caída y demostrar lo mil veces antes ya sabido sin necesidad de lastimar la dignidad personal: que los protagonistas de esta historia truculenta no eran dignos ninguno de representar el cargo que aparecía en sus tarjetas de visita. Tampoco Cristina Cifuentes. Igual que el hábito nunca hizo al monje, el poder del BOCAM o los presupuestos públicos pueden comprar voluntades y silencios, pero jamás engañar a todo el mundo todo el tiempo.
Igual que cayeron Gallardón, Aguirre y González cae ahora Cifuentes y, como sus antecesores, habrá comprobado ya que el día que deja de sonar el teléfono, no hay dinero, ni asesor de comunicación, ni diario digital o impreso que vista de blanco lo negro o disfrace la realidad de los hechos.
La espita de la indignidad se ha abierto, sí con Cifuentes -al descubrir a toda España su presunta cleptomanía- pudiéndose antes haber abierto con otros, si bien la responsable sólo es ella por pretender ser lo que nunca fue, por consentir o alentar que otros le construyeran un personaje tan poco acorde a sus aptitudes o por airear los trapos sucios de la familia teniendo los suyos propios.
Tiempo de autodestrucción
No duden sin embargo que en algún cajón de algún despacho no muy lejano también hubo alguna vez imágenes humillantes -y no precisamente en un supermercado- de otros representantes públicos que nunca vieron la luz porque convenía, porque sucumbieron al chantaje o porque no era necesaria una dosis de crueldad y humillación para retratarlos.
Cospedal como daño colateral
El partido del Gobierno ha entrado en un tiempo de autodestrucción del que está por ver que alguien pueda salir con vida. Cospedal, de momento, ya ha sido un daño colateral por el apoyo cerrado que hizo de la expresidenta. Y encima Rajoy le obligó a ir a Sol a liquidar el asunto de la dimisión en 15 minutos y ya le ha enseñado el camino de vuelta a Toledo. Lo que él no quiso arreglar en 37 días, lo tenía que solucionar la secretaria general exactamente en un cuarto de hora. Soraya Sáenz de Santamaría aplaude con entusiasmo, y vuelve a empatizar con los periodistas en los corrillos de los que huyó en sus horas bajas.
Quien más quien menos tiene un pasado más cercano o lejano a la "banda" que ha gobernado la región durante los últimos 23 años. Y entiéndase por banda la estricta definición del diccionario, esto es una agrupación de gente unida con fines ilícitos. Esto ya no está en duda. La Gürtel, Púnica, Lezo, Caja Madrid, el Canal de Isabel II, los billetes de 500 en los altillos, las comisiones millonarias por las obras de los colegios públicos, los paraísos fiscales, los áticos, los jaguar, las fincas, los "volquetes de putas", y los detectives privados... Hay tanta putrefacción que parecía imposible añadir más basura esta semana a la inmundicia acumulada durante lustros.
No queda quien esté libre de sospecha en los juzgados o tenga una historia reciente o remota, personal o política que acabe con su carrera. Hay quienes ya han visitado los rectorados de las universidades en busca de certificados para sus títulos y, quizá, obligado a eliminar hasta las huellas dactilares de los vasos del último garito que visitaron.
Ni "aguirristas", ni "cifuentistas" ha dicho Rajoy antes de elegir al próximo presidente de la Comunidad de Madrid. Tendrá que añadir también "ni gonzalistas", ni "gallardonistas". Un juez acaba de citar en calidad de investigado -antes imputado- en el caso Lezo al primer presidente popular de la Comunidad y a varios de sus consejeros.
Gabilondo emerge como referente ético
Elegir a alguien que esté limpio va a resultar más difícil para los inquilinos de Génova que lo que a Pedro Sánchez le llevará que Albert Rivera le conteste una llamada de teléfono para convencerle de que invista a Ángel Gabilondo. El hedor que desprende el PP no es aún suficiente para que Ciudadanos cambie de estrategia, y aunque en la operación se juegue la bandera de la regeneración que el electorado, por cierto, ya no asocia con la nueva política. A diferencia de Podemos y del PP, que se hunde en los sondeos, el PSOE de Madrid no sólo aguanta la ola naranja sino que su candidato empieza a erigirse en referente ético entre la sociedad madrileña.
La atmósfera política está tan contaminada que es difícil limpiar nada con un presidente que salga de los mismos escaños del PP en los que se sienta aún la hermana de Ignacio González y es probable que Cifuentes, pues puede que se aferre, pese a todo, para seguir aforada por lo que puedan depararle los tribunales que investigan ya el máster de la vergüenza.
Génova ya ha conseguido su dimisión también de la presidencia del PP madrileño. Sólo de ella dependía que su salida también de Génova resultará aún más dañina para su imagen personal. Y, a sabiendas, de las formas que gastan sus correligionarios ha decidido salir corriendo. Quizá porque, como cinéfila que es, sabe bien que la tragedia siempre fue parte de la familia Corleone y que, al amparo de lo que llamamos periodismo, se ha dado un salto cualitativo para usar lo antes jamás nunca utilizado de la vida personal e íntima de los políticos.
Así andamos.