Las cinco cosas más asquerosas que hacemos cuando salimos de tapas

Las cinco cosas más asquerosas que hacemos cuando salimos de tapas

Compartir plato, beber directamente de la botella, utilizar el palillo de...

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¡Cómo nos gusta salir de tapas! Antes de comer, a primera hora de la noche... La ceremonia de quedar con los amigos, colocarse junto a la barra, pedir algo de beber y empezar a degustar pinchos, raciones y aperitivos es uno de esos placeres a los que los españoles sabemos sacarle todo el jugo.

Tenemos tan automatizado el ritual que no nos paramos a pensar en las cosas asquerosas —sí, verdaderamente asquerosas y poco higiénicas— que hemos normalizado cuando salimos a tapear.

Aquí hemos recopilado algunas de las más llamativas.

¡Ay, los huesos de las aceitunas!

Las aceitunas son uno de los bocados más populares en nuestros bares —aunque para muchos son prácticamente una fobia—. Es poner el platito de bolitas verdes o negras en la barra y echarnos todos sobre ellas...

¿Y qué hacemos normalmente con los huesos? Cuando no los tiramos al suelo —¡horror, alguien se puede caer si los pisa!—, los dejamos chuperreteados en otro platito o, lo que es peor, los depositamos en un huequito del mismo en el que nos lo han servido.

¡Hay que establecer una barrera de seguridad!

A la hora del tapeo, las barras de los bares se convierten en el paraíso de los más zampones, con bandejas y bandejas de pinchos esperando ser elegidas por los clientes.

A ellos nos acercamos todos para mirarlos y elegir... Esto no parece muy higiénico. Pensemos: hablamos encima de ellos, algunos tosen o se ríen a carcajadas y los hay que, incluso, los llegan a tocar para terminar decidiendo que no, que ese no lo quieren.

¡Y cuidado! ¡En ocasiones, el camarero tampoco recurre a las pinzas para ponerlos sobre el plato y lo hace con la mano!

¡Todos a una!

Da igual el número de amigos y da igual el nivel de confianza que exista entre ellos. Las raciones para tapear son un bien colectivo y, como tal, son compartidas en el mismo plato.

Ahora pensemos: los tenedores, que ya nos hemos llevado a la boca, se acercan al plato, chocan entre ellos, se alejan... Ese es el momento en el que los más escrupulosos deciden alejarse de la zona de peligro.

¡Hay que prohibir los palillos!

El uso de los palillos en lugar del tenedor también es algo muy nuestro. Esos cachitos de madera nos ayudan a coger la tapa y, en el caso de ser muy voluminosa, facilita que no se desmonte a la primera de cambio.

Y una vez utilizados, ¿qué pasa con ellos? Hay varias opciones: la más coherente, dejarlo en el plato de los desperdicios. La mayoritaria, tirarlos al suelo. ¿Y la más asquerosa? Mantenerla entre los dedos y utilizarla para limpiar los dientes de restos de comida. ¡Puaajjj!

Ahora bien, preferimos que se utilice el palillo para esos menesteres y no directamente el dedo. ¡Doble puuuuaaajjjj!!!

Sí, ponme vaso, por favor

Esa es otra de nuestras terribles costumbres: abrir el botellín y beber directamente a morro. Pero, ¿sabemos qué largo viaje han hecho esas botellas? ¿Dónde han estado almacenadas? ¿Cuántas veces han sido depositadas en el suelo? ¿Se han lavado?

Es verdad que en muchos bares casi es más seguro, desde el punto de vista sanitario, beber de la botella que en uno de esos vasos que solo han pasado por debajo del grifo después de ser usados durante toda la mañana y la tarde por otros clientes.

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Mila Fernández es redactora de LIFE en 'El HuffPost' y editora de branded content. Antes, fue redactora de estilo de vida y gente en revistas femeninas —AR, LOVE y SMODA—, dirigió la revista Turismo Rural y trabajó delante del micro en Radio España. Puedes contactar con ella en mila.fernandez@huffpost.es