Las 9 cosas que Biden no va a hacer
Porque no puede, porque no quiere, porque no es lo que ha prometido, porque no es Trump pero tampoco preside una ONG...
Joe Biden ya es el presidente de EEUU. Lo eligieron los estadounidenses, lo ratificaron el Colegio Electoral y las Cámaras, ya ha jurado el cargo y ocupado su despacho en la Casa Blanca. Hasta ha firmado los primeros decretos, tratando de reducir los daños de cuatro años de mandato de Donald Trump. El mundo, tan hambriento de alegrías, ha festejado su estreno como un tiempo nuevo, más sensato.
Y, sin embargo, habrá muchas cosas que Biden no haga. Una inacción a veces buena, a veces mala. Porque no puede, porque no quiere, porque no es lo que ha prometido, porque no es Trump pero tampoco preside una ONG.
1.- Izquierda
Decir que el Partido Demócrata de EEUU es de izquierdas no es correcto, por mucho que tenga lazos con las socialdemocracias clásicas de Europa. Es progresista y, desde luego, mucho más centrados y templados que los republicanos, pero hasta ahí. Biden, dentro de su formación, ha sido siempre una figura con fama de moderación y cercanía, con una enorme capacidad de diálogo con los adversarios para llegar a acuerdos. No es, precisamente, del ala más radical de su partido. Si la boleta ganadora hubiera sido la de Bernie Sanders y Elizabeth Warren, todavía. El equipo conservador de que se ha rodeado Biden da cuenta de sus intenciones. El capitalismo y el liberalismo serán sus bases en lo económico.
Juan Verde, asesor español de la campaña de Biden, defiende la necesidad de esa “moderación”. “No te puedes ir a medidas que representen al ala más extremista del partido, cuando sabes que al otro lado tienes un país absolutamente dividido. Tenemos que ser moderados en nuestra visión”, remarca. Y no hay que dejar de lado, añade, a los 74 millones de trumpistas. Apartarlos o no escucharlos es “una visión miope, cortoplacista, que no toma en consideración el objetivo final, que es la reconciliación”. “Por eso creo que la visión de Biden es la que va a sacar el país adelante (...) La política es el arte de la negociación”, abunda.
2.- Sanidad universal
Eso se traduce, por ejemplo, en una apuesta por la mejora de la sanidad pero en absoluto por un modelo gratis y para todos, a la española. Biden quiere una “opción pública similar al Medicare” para competir junto con mercados privados de seguros para los estadounidenses en edad laboral, mientras aumenta los subsidios a primas que muchos obreros y trabajadores de clase media ya utilizan bajo la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible. Biden calcula que costaría alrededor de 750.000 millones de dólares a lo largo de 10 años. Eso coloca a Biden entre Trump —que quería eliminar la ley de 2010- y los progresistas que quieren un sistema de un sólo pagador para reemplazar por completo el seguro privado. Biden, eso si, considera su estrategia como el siguiente paso hacia la cobertura universal.
3.- Educación
Es una situación similar. Biden quiere que el gobierno federal se asocie con los estados para que la educación superior pública sea gratuita para cualquier estudiante cuyo ingreso familiar sea de hasta 125.000 dólares al año. Es un buen paso, muy aplaudido junto a su empeño en apoyar campus con alta presencia de afroamericanos, pero no es un acceso gratuito general, universal.
Verde, a los críticos que piden más en estas áreas sociales, tanto dentro de los demócratas como en otros países occidentales, les replica que “cuando se gobierna, no se hace todo lo que uno quiere, sino lo que la oposición y la realidad te dejan. Y la realidad del momento es tal que lo que tenemos que hacer es avanzar y mover al país en la dirección en la que tiene que moverse. Pretender hacer todos esos cambios de manera inmediata es poco realista dada la situación, tan dividida, del país”.
4.- Impuestos
Biden plantea la necesidad de medidas federales extremas para evitar una recesión prolongada o una depresión y para lidiar con una persistente inequidad económica que afecta desproporcionadamente a los estadounidenses que no son de raza blanca. El “pero”: sólo quiere volver a la era preTrump, no ser más ambicioso. Propuso durante su campaña un aumento impositivo a las corporaciones, regresando al 28% que existía antes de que el gobierno de Trump la bajara a 21% en 2017.
Aún así, hay que reconocerle un paso extra: ha propuesto que se graven las ganancias de capital y un alza del impuesto a la renta desde 37% a 39,6%, para aquellos que ganan más de un millón al año. El ala más a la izquierda en su partido subía 10 puntos más.
Barack Obama, de quien fue escudero en sus dos mandatos como presidente, prometió cerrar el centro de detención que tiene en suelo cubano. Lo propuso en campaña, fue de los primeros decretos que firmó, pero ni en ocho años lo consiguió. Biden se refrena: afirma que está a favor de cerrar la base, pero en campaña evitó decir cuándo y cómo, para evitar el fiasco de su exjefe. Lo esperado es que, al menos, Biden encuentre una manera de enjuiciar a aquellos presos que pueden ser procesados y libere al resto.
6.- Venezuela
El nuevo secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, ha confirmado que mantendrán su reconocimiento a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela y que la administración demócrata dará continuidad a la fuerte presión contra el chavismo ejercida por Trump en sus cuatro años de mandato. Se van a mantener las sanciones contra Nicolás Maduro y su gente y al sucesor de Hugo Chávez se le seguirá considerando un “brutal dictador”, con el que Biden no tiene nada que negociar con él. Intervencionismo militar, como dejaban caer Trump y Pence, no.
7.- Irán
Biden se ha postrado dispuesto a volver al acuerdo para el control del programa nuclear iraní, firmado en 2015, y del que Trump se salió. Sin embargo, no parece que lo vaya a hacer de inmediato ni sin condiciones. El presidente ha afirmado que Teherán tiene que dar “marcha atrás” y respetar los límites del acuerdo. Los inspectores internacionales dicen que así se estaba haciendo cuando Trump rompió la baraja y los avances dados por Irán han sido, según sus autoridades, “justa respuesta” a una Administración norteamericana que no cumplía el pacto. ¿Tú no? Yo tampoco.
8.- Israel-Palestina
EEUU va a seguir reconociendo Jerusalén como la capital del estado de Israel. Ya que lo hizo Trump, los demócratas no se manchan las manos: siguen con la política de hechos consumados. También lo ha dicho Blinken: preguntado sobre si cree que Jerusalén es la capital de Israel y sobre si Washington mantendrá su embajada en esa ciudad, Blinken respondió: “sí y sí”. Clarísimo. Para compensar, Biden prometió en campaña que abriría un consulado en Jerusalén Este, zona ocupada con población palestina, para avanzar en la llamada solución de dos Estados. No se espera que Biden reconozca el estado palestino como tal, llamamiento que hizo Obama en su momento.
Está por ver lo que hace respecto al reconocimiento que hizo Trump de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, decisiones todas en apoyo al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y que suscitaron un gran rechazo entre la comunidad internacional.
9.- Afganistán
En su tiempo como vicepresidente, y echando mano de su enorme experiencia en asuntos internacionales como senador, Biden aconsejó a Obama que se fuera de Afganistán o dejase el destacamento mínimo, tras dos décadas de guerra. Su presidente casi duplicó su presencia. Ahora, el flamante mandatario no habla de retirada, pero sí de una presencia “estable” para combatir el terrorismo de grupos como Al Qaeda.