La vuelta a 2022 en 12 fotos para no olvidar
Repaso al año a través de sus imágenes y sus momentos más icónicos.
Si 2020 fue el año de la pandemia –prorrogado al menos una temporada más–, en 2022, de nuevo un hecho trágico e imprevisto ha sido protagonista: la guerra en Ucrania. La palabra ‘guerra’, que tan lejana nos suena en tiempo y en espacio, llamaba a las puertas de nuestra época y de nuestra Europa a finales de febrero, cuando aún parecía que la invasión ordenada por Vladimir Putin podría acabar en días. Ahora, diez meses y al menos 140.000 vidas perdidas después, la contienda sigue, y el resto del mundo hace frente como puede a los hechos y a las consecuencias.
En 2022, por supuesto, han cabido muchas más historias nacionales e internacionales, algunas ya casi anecdóticas –como la caída de Pablo Casado–, otras mucho más amargas, la (mal llamada) ‘tragedia de Melilla’, por ejemplo.
Aquí comienza un repaso a 12 temas que han marcado cada uno de los meses de este caduco 2022.
En un lugar y un tiempo no muy lejanos, érase una vez un virus que vino al mundo y le dio la vuelta a la vida tal y como la conocíamos. En una especie de amnesia disociativa, quizá pocos recuerden ya aquella época de encierro, miedo, incertidumbre y muertes, aunque en realidad no ha pasado tanto tiempo. En enero de 2022, la ‘maldición’ de las navidades y la variante ómicron surtían efecto, y España superaba los 3.000 casos de coronavirus por 100.000 habitantes. Por fortuna, hoy ya esas cifras significan poco, al menos a este lado del mundo.
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“La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida como la conoces termina”, escribió Joan Didion en El año del pensamiento mágico. Algo así debieron pensar los más de 43 millones de ucranianos que, literalmente de la noche a la mañana, vieron cómo el 24 de febrero su país era invadido por el vecino ruso y cómo sus vidas eran puestas en entredicho. Febrero pudo haber sido el mes de la guerra, pero hoy es más correcto hablar de 2022 como el año de la guerra. Ojalá no pase a plural.
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Con una bengala morada, un delantal por la huelga feminista, una bolsa de tela cargada al hombro y la mirada fija al frente, esta mujer atrajo al objetivo de la cámara en la última manifestación del 8 de Marzo en Santander. Firme, sonriente y seria al mismo tiempo, parecía gritar ‘no nací mujer para morir por serlo’ o ‘¡que viva la lucha de las mujeres!’. “Más feminismo para menos guerra”, decía otro de los carteles de este 8M. Porque si hay que declarar la guerra, que sea al patriarcado y al machismo que impregnan nuestra sociedad.
(Buena parte del movimiento feminista está este año de celebración: la ley del aborto, la ley Trans y la ley del ‘sólo sí es sí’ han salido adelante después de muchos años de luchas.)
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¿Saludo, palmada o pescozón? No se distingue bien del todo el gesto que sale de Alberto Núñez Feijóo hacia su antecesor en el cargo de secretario general del PP, Pablo Casado. Aquel 2 de abril se firmaba la sentencia de este último y la entronización del primero. Fue en Sevilla, en el Congreso Nacional Extraordinario del PP, donde Núñez Feijóo fue elegido con un 98,35% de los votos y Casado anunció que dejaba su escaño. Lo demás –las acusaciones de corrupción al hermano de Ayuso, las manifestaciones contra el ‘traidor’ de Casado y en favor de la madrileña, la coalición con Vox para gobernar Castilla y León…– es ya historia.
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Este pie de foto bien podrían escribirlo Peli de Tarde o Mr. Handsome. El momento y el escenario en que se disparó la fotografía son casi lo de menos, pero reflejan la buena sintonía entre el presidente Pedro Sanchez y la vicepresidenta Yolanda Díaz, y quizás también el tándem que podrían formar (o no) en un futuro no muy lejano. Díaz ha sido la política revelación esta temporada por los ERTE, la reforma laboral, la subida del SMI… pero también por lanzar la plataforma política Sumar, sobre la que todavía hay más incógnitas que certezas, y que aparentemente trae más de cabeza a la izquierda que a la derecha.
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Viendo sólo esta foto, podría pensarse que el salto a la valla de Melilla de aquel 24 de junio de 2022 fue exitoso para los migrantes (así, en colectivo). Pero quizás la foto no sea del todo representativa de lo que ocurrió. Se le llamó la “tragedia de Melilla”, como si fuera un suceso repentino, imprevisible, “inevitable”, como dijo la escritora Silvia Nanclares. “Lo que pasó en Melilla es omisión de socorro, racismo y una acción orquestada entre dos estados, entre otras cosas”, matizó ella. Murieron al menos 23 personas –según la información oficial–, y varias investigaciones señalan que no sólo en el lado marroquí de la valla, sino también en el español, hubo fallecidos.
Sin embargo, el día antes de Nochebuena la Fiscalía española acababa con la espera, dando carpetazo a la investigación sobre la muerte de estas personas al no encontrar, dicen, delito en la actuación de los agentes españoles.
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T de titánica, Q de qué reinona, M de Motomami. Rosalía se ha quedado sin récords por batir este año con su disco Motomami. La elegida no es posiblemente su mejor foto, pero ¿quién no identifica ya esa mirada altiva, esos labios chulescos, esa nariz escéptica? El gesto de Rosalía durante la apertura de Bizcochito en sus conciertos se hizo enseguida meme, y la artista tuvo que explicar que, como casi todo en su vida, la mueca nació de la improvisación y la casualidad; ya, de ahí, a hacer historia (otra vez más).
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Aún puede leerse “Bejís” en la señal de tráfico, aunque en su lugar podría poner Tábara, Ateca, Carballeda de Valdeorras o Ladrillar. En el verano de los incendios, de las interminables olas de calor, de la destrucción y las muertes provocadas por estos fenómenos, todavía hay quien niega la evidencia o, casi peor, quien culpa a los ecologistas de los fuegos sin control (!). Es grave pensar y verbalizar esto; más grave aún es hacerlo mientras se ostenta un puesto de responsabilidad política.
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Nada hacía presagiar que dos días después de la visita de la flamante primera ministra británica Liz Truss a la reina Isabel II en Balmoral, los médicos reales comunicarían una indisposición de la monarca, que moriría horas después. Con 96 años, de los cuales 70 en el trono, Isabel II dejó ‘huérfana’ a buena parte del país, que durante once días consecutivos despidió a su reina. El ascenso del primogénito Carlos III, en cambio, se materializó en apenas unas horas, pillando en ocasiones al nuevo rey aún con el pie cambiado.
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El éxtasis se apoderó de esta y otros muchos brasileños el pasado 30 de octubre, cuando la segunda vuelta electoral en Brasil dio la victoria a Luiz Inacio Lula da Silva, el candidato de izquierdas que no necesita presentación y que pondrá fin a cuatro largos años de Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro. Entre el electorado que inclinó la balanza hay devotos de Lula y brasileños que no podían soportar cuatro años más de Bolsonaro. Pero, ojo, otros 58 millones de ciudadanos –49,1%– votaron por Bolsonaro. Así que el bolsonarismo, como el trumpismo, sigue vivo y coleando.
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¿Quién parece más fuera de lugar en este ‘cuadro’? ¿Las trabajadoras del Museo del Prado, que hacen aspavientos sin éxito ante la escena? ¿El chico de la izquierda, que parece justificarse con la mirada y la mano que le queda libre? ¿‘Las majas’ de Goya, que asisten impertérritas a la protesta? Son ellas las protagonistas involuntarias del momento en el que dos activistas ecologistas de la organización Futuro Vegetal se pegan a los marcos de estos cuadros en el Prado para alertar de la subida de la temperatura mundial de 1,5º C, cifra marcada entre una Maja y otra.
Esta llamativa forma de protesta es en realidad una más dentro de una amplia y reciente serie de acciones en museos de toda Europa para denunciar la emergencia climática y la pasividad del mundo ante ello. ¿Ayuda a concienciar o es contraproducente? El debate sigue abierto.
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(Casi) todas las protestas y denuncias contra la celebración de la Copa del Mundo de Fútbol en Qatar eran ya un susurro lejano el día de la final que enfrentó a Argentina y Francia, sobre todo durante la tanda de penaltis que sería decisiva tras el inicial 3-3 de infarto, y que daría la victoria a los de Messi. La imagen superior –tan comentada después en redes– suponía el culmen en la carrera del argentino, que se despedía de su selección con el más importante de los trofeos y la mayor de las alegrías para su pueblo.