La victoria de Australia sobre el virus que todo el mundo envidia
El país registra una media diaria de 6 contagios tras 14 días sin reportar ningún caso de transmisión comunitaria.
Mientras en España ya se habla de una cuarta ola, a 15.000 km un país disputa uno de los escasos eventos deportivos con público de los últimos meses con las gradas abarrotadas, sin distancia de seguridad ni mascarilla entre sus asistentes.
Australia riega de imágenes un mundo al que todavía una estampa como esa le parece inconcebible. Pero ¿cómo ha logrado el éxito? Los expertos apuntan hacia su buena gestión a la hora de contener el virus mediante el cierre de fronteras internacionales, a través de un diagnóstico rápido a la población y con la imposición de fuertes restricciones a la movilidad.
Desde el pasado marzo, el país está cerrado a cal y canto. Ha impedido las entradas y salidas y pretende que ‘la clausura’ siga hasta finales de año, aunque para entonces la mayoría de la población ya esté vacunada.
6 casos al día
La única excepción que contempla hace referencia a los ciudadanos de Nueva Zelanda, quienes deben cumplir, eso sí, con una cuarentena obligatoria de 14 días.
De este modo, Australia, que cuenta con una población de 25 millones de habitantes, ha conseguido reportar, tras 14 días consecutivos con cero casos de transmisión, una media de 6 contagios al día, un 1% del pico al que llegó en el mes de agosto.
“Hoy, Australia contabiliza 14 días consecutivos con cero casos de transmisión comunitaria”, anunciaba su ministro de Salud, Greg Hunt, hace apenas una semana, mientras el mundo sobrepasaba los 100 millones de contagios.
Los buenos datos permiten relajar otro tipo de medidas como las reuniones al aire libre en grupos de hasta 50 personas o de 30 en interiores. El uso de mascarillas seguirá siendo obligatorio en el transporte público y otros espacios en los que es difícil mantener la distancia interpersonal “para proteger a los más vulnerables.
Confinamiento estricto por un caso
Uno de los claros ejemplos que visibilizan el atajo del país al virus ha sido el confinamiento estricto de la ciudad de Perth.
El primer ministro de Australia Occidental, Mark McGowan, decretó el pasado día 31 de enero el confinamiento pleno de “toda el área metropolitana de Perth, la región de Peel y la región del Suroeste” debido a que el empleado de un hotel había sido infectado al estar en contacto con un viajero contagiado de la variante británica.
Dos millones de habitantes deberán permanecer en sus casa y solo podrán abandonarlas para la compra de bienes esenciales, necesidades médicas, actividad laboral imprescindible o una hora de ejercicio al día.
El confinamiento supondrá el cierre de colegios, bares, gimnasios, pabellones deportivos y cines, mientras que los restaurantes solo podrán proveer de comida para llevar.